Según la Asociación de Política Exterior (Foreign Policy Association), el presidente Enrique Peña Nieto un Jefe de Estado que ha demostrado el internacionalismo responsable y el trabajo para ampliar el conocimiento público de los asuntos internacionales; es por esto que, en el marco del Foro Mundial de Liderazgo 2016, le ha otorgado el “Statesman Award“ (Premio al Estadista).
Sin duda alguna, la Asociación de Política Exterior (APE) no considera -en lo mínimo- que, gracias a Enrique Peña Nieto, México se encuentra en una grave crisis interior que ha provocado que su nivel de aprobación nacional sea el más bajo desde 1995, ni que peña Nieto se ubique en los niveles más bajos de aprobación presidencial en toda América Latina.
Queda claro que para la APE lo importante (para otorgar el premio) es que los Jefes de Estado/Jefes de Gobierno demuestren el internacionalismo responsable y el trabajo para ampliar el conocimiento público de los asuntos internacionales; sin embargo, lo que no queda claro es de qué forma, un presidente que no ha demostrado -en lo mínimo- el nacionalismo responsable ni el trabajo para ampliar el conocimiento público de los asuntos nacionales, pueda ser capaz de hacerlo con cuestiones internacionales.
Tratando de entender cómo ha sido posible que Peña Nieto se merezca el “Premio al Estadista”, fue necesario acudir a cuatro diccionarios aplicables (dos e inglés y dos en español).
En inglés, según el Diccionario Cambridge, un “statesman” (estadista) es un político experimentado, especialmente uno que es respetado por hacer buenos juicios; y el Diccionario Oxford hace referencia a un líder político hábil, experimentado y respetado.
En español, la Real Academia Española dice que, un estadista, es una persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado; y la Academia Mexicana de la Lengua, que es una persona con conocimientos y experiencia en los asuntos del Estado.
Al analizar todos los conceptos (incluyendo el de la APE), lo único que le aplica a Enrique Peña Nieto, es que es que es una persona y un Jefe de Estado; o sea, un individuo de la especie humana que -en este caso- es presidente de México. De ahí en adelante, es imposible que los mexicanos (y hasta los estadounidenses) encuentren una explicación razonable para haberle otorgado dicho permio a Peña Nieto.
Ahora que si se analiza el hecho de que, según la Presidencia de la República, esta distinción es por el impulso de políticas públicas responsables a nivel internacional en diversos temas (particularmente por su contribución a la integración de América del Norte junto a Estados Unidos y Canadá), menos se entiende la condecoración. Salvo que “políticas públicas responsables a nivel internacional” signifique -por ejemplo- entregar el sector energético a empresas extranjeras, andar viajando en un costoso avión por todo el mundo, o invitar a Donald Trump a México.
Lo más irónico de todo, es que mientras que Enrique Peña Nieto (ese presidente que -según la revista Time- llegó para salvar a México) presumía que iba a recibir el “Premio al Estadista”, la crisis económica de México empeoró cuando el peso mexicano se volvió a desplomar frente al dólar, alcanzando -otra vez- su máximo histórico: 20.09 pesos por unidad.
Finalizo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el político, estadista y -dos veces- Primer Ministro de del Reino Unido, Winston Churchill: “El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones, y no en las próximas elecciones.”
Aída María Holguín Baeza
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