Chihuahua bajo protestas…Por Aída María Holguín
Desde hace varios años, en Chihuahua se vive un ambiente de variadas y numerosas protestas en las que el pueblo ha manifestado sus quejas, inconformidades y/o disconformidades con la actuación de los políticos en el poder.
En muchos de los casos, esas protestas (individuales y/o colectivas) se materializaron congruentemente (a través del voto) en la jornada electoral del pasado 5 de junio. Es por eso que, durante las últimas dos semanas, el ambiente de protestas en Chihuahua es de otra naturaleza; es decir, en el contexto de los actos protocolarios establecidos -por ley- con el objetivo de que los funcionarios públicos (de elección popular o por designación) se comprometan formal y oficialmente a guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Particular del Estado y las leyes que de ellas emanen, además de desempeñar leal y patrióticamente el cargo que se les ha conferido.
Si bien está etapa de protestas protocolarias inició con la correspondiente a los integrantes de la Sexagésima Quinta Legislatura del H. Congreso del Estado de Chihuahua, es la toma de protesta de Javier Corral Jurado, como gobernador constitucional, la que ha motivado -de nueva cuenta- una serie de protestas por parte de los chihuahuenses (y hasta uno que otro que no es -ni ha sido- chihuahuense).
Estas nuevas protestas populares, se deben -en su mayoría- a que en los medios de comunicación ha trascendido que, a tan solo una semana de haber asumido el cargo, el gobernador Javier Corral ya rompió algunas de sus promesas de campaña.
En definitiva, la manifestación de las ideas (por cualquier medio de expresión) no es -ni debe ser- cuestionada porque es un derecho legal y legítimo de todos los ciudadanos. Lo que está en cuestión, es si los argumentos son válidos o no; y en este caso, no lo son porque lo que el gobernador ha dicho es que algunas de sus promesas tendrán que esperar porque la crisis financiera -causada por la anterior administración- impide el cumplimiento inmediato de lo ofrecido durante su campaña.
Sin duda alguna, las protestas son un medio de expresión válido y necesario para fortalecer la mal entendida y, por lo tanto, débil democracia; sin embargo, éstas deben encauzarse con argumentos válidos, confiables y objetivos; y esto implica que el razonamiento para justificar u objetar el asunto en cuestión, sea en torno al interés público, a su relevancia, y pensando en el bien común.
Siempre que sea de manera pacífica, protestar está bien; pero en el caso particular que en esta ocasión nos ocupa, es necesario comprender que las condiciones en las que el gobierno anterior dejó a Chihuahua no son favorables, y que si “Roma no se hizo en un día”, la reconstrucción de Chihuahua tampoco sucederá en ese lapso (tampoco en una semana), y se requiere de un esfuerzo mayúsculo que demanda de la comprensión, solidaridad y participación activa todos y cada uno de los chihuahuenses.
El caso es que Chihuahua se encuentra bajo protestas, y eso -hasta cierto punto- es muy bueno porque significa que, a tan solo unos días de haber tomado protesta, ya hay un evidente cambio: la libertad de prensa, y la libertad de los ciudadanos para evaluar el desempeño del gobernador, expresarlo públicamente, y -lo mejor de todo- no ser etiquetados como agentes desestabilizadores de su gobierno.
En esta ocasión concluyo con lo dicho alguna vez por la escritora británica, Phyllis Dorothy James: “El primer principio de la protesta pública o privada es que no debe estar relacionada con cosa alguna de lo que el que protesta pueda ser responsable.”
Aída María Holguín Baeza
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