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Derecho la flecha al pecho (1ª de III partes)…por Luis Villegas

No encuentro las palabras; ni siquiera sé a qué atribuirlo, el hecho es que veo poca televisión pero esas largas jornadas en Oaxaca y las noches eternas en el hotel me dejaron tiempo para ello. ¿Piensa usted que vi el History Chanel? ¿El Discovery? ¿O cualquier otro de esos canales famosos de la televisión por cable? No señor. Claro que tampoco perdí mi tiempo con los llamados canales de la televisión “abierta” ¿para qué? Si la televisión es llamada la “caja idiota”, se vuelve todavía más con la actual programación de las dos cadenas nacionales de mayor presencia en el País. Tome nota lectora, lector, que digo: “actual programación” pues luego habré de matizar.

 La cosa es que sin querer adentrarme en los horrores de programas y series -que van desde los de concursos hasta las telenovelas-, ahí estaba yo: Con una televisión a mi merced y la brújula rota. Cabe apuntar que en el D.F. no veo televisión básicamente por dos razones: No tengo tiempo y no tengo tele. Lo segundo es consecuencia de lo primero, empero es de apuntar que tampoco tengo intención de tener así que la duda de que fui presa esos días en Oaxaca no tiene cabida aquí.

 Como sea, derrumbado en el lecho (para no decir “echado en la cama”), en el zapping -esa disposición masculina de apoderarse del control remoto con las ansias locas de un delantero frente a la portería ajena-, me detuve en el canal 40 de allá, de la televisión de paga; es decir, en Clásico TV.

 Para quien no lo ha visto, Clásico TV no tiene una programación viejita; tiene una programación viejísima. Algunos de sus programas datan de hace 35 o más años, como Hogar Dulce Hogar, que se estrenó en 1974. Pues durante estas semanas vi y reviví, Mi Secretaria, Bartolo, Los Beverly de Peralvillo, a Chespirito -en sus múltiples presentaciones- y ¡ay! Los Polivoces. Lo cierto es que he reído. En esos momentos de algazara, sin embargo, el sentido común me alcanza para percatarme de que era un humor bobalicón, limitado, que recurría a estrategias previsibles y, pese a ello (quizá tal vez por eso), hacía reír. No había mujeres despampanantes escasamente vestidas ni dobles sentidos escasamente tolerables. Los juegos de palabras se dejaban para las carpas o los teatros donde los adultos podían elegir, con plena libertad, que tan subido de tono querían el espectáculo o los chistes y no se intoxicaba, impunemente y en forma masiva, la mente de niños y jóvenes con la vulgaridad de nuestros días que, en horario estelar, nos recetan a diario las televisoras, frente a la mirada impávida del Gobierno. En ese entonces, Enrique Guzmán era joven, simpático y delgadito (y con eso lo digo todo).

 Pues en un sketch de los Polivoces, entre Agallón Mafafas y Juan Garrison, le pregunta uno al otro: “¿Derecha la flecha al pecho?” que era algo así como la Neta del Planeta de nuestros días. En su contexto, “Derecha la flecha al pecho” significa una verdad que va a lastimar. Una sinceridad que va a dolernos.

 Va pues: Derecha la flecha al pecho (y aquí, figúrese el lector o lectora, un silbidito al decir la “ch”).

 Hace unos días escribí unas líneas que valieron la oportuna corrección de uno de mis lectores. Picado por la aclaración de que no fue equivalente al 30% del padrón la votación del pasado domingo 4 de julio, sino de un 35% (como si la diferencia fuera digna de ponderación), me di a la tarea de emprender una pequeña investigación respecto del índice de participación de los chihuahuenses en los últimos cinco procesos electorales locales: 4 elecciones generales y una intermedia (2007).

 Ya entrados, me acosté a la una de la mañana buscando otros datos por ahí; entre ellos, el costo del Instituto Estatal Electoral desde el 2001, por un lado; por otro, huelga decir que en la página del CDE del PAN en Chihuahua no hallé ni rastros de los substanciales incrementos de su financiamiento; ¡ah! Pero buscando, sí encontré información disponible también en la red (por algo dicen que no existe el “crimen perfecto”).

 Sé que estas líneas entretendrán a unos, disgustarán a otros, incomodarán a muy pocos y a los más los dejarán fríos de aburrimiento, como ver Las Aventuras de Capulina a las dos de la madrugada; ni modo, es el riesgo de escribir sobre lo ocurrido en Chihuahua el pasado 4 de julio.

 La información que ahora les ofrezco se divide en cuatro rubros:

 ü Participación ciudadana en 5 de las últimas elecciones locales;

 ü Resultados de las 3 últimos procesos electorales -concentrados en los 2 partidos de mayor fuerza en la Entidad: PAN y PRI-;

 

ü Financiamiento del IEE local, y

ü Financiamiento de los mismos 2 partidos a que hice referencia desde el 2002.

 Los resultados son los siguientes:

 Participación ciudadana y resultados de las 3 últimos procesos.

 

1992 (GENERALES)

1998

(GENERALES)

2004

(GENERALES)

2007

(DIPUTADOS)

2010

(GENERALES)

PAN

 

 

 

 

51.2%

 

 

 

 

PRI

 

 

 

 

44.3%

PAN

 

 

 

 

41,36%

 

 

 

PRI

 

 

49,3%

TSCH

(PAN)

 

411,162
votos

 

41,38%

 

 

AG (PRI)

 

561,106

votos

56,48%

 

PAN

 

 

376,494

votos

 

41.26

 

PRI/

PANAL

 

421,876

votos

 

46.21

 

PAN

 

 

396,913

votos

 

39.93%

PRI/

PANAL/

PVEM/PT

 

543,178

votos

 

54.64%

% Participación: 62.2% [1]

%Participación: 57.08% [2]

% Participación:

43.2%[3]

% Participación:

37.43%[4]

% Participación: 35.98%[5]

                   

 

         Con información visible en la red,[6] tenemos que el financiamiento público autorizado para el Chómpiras y su seis caquitos ha sido el siguiente:

 Financiamiento del IEE.

AÑO:

IMPORTE:

2010 PROCESO ELECTORAL

235´369,198.00

2009

60´799,500.00

2008

43´492,157.00

2007 PROCESO ELECTORAL

160´928,754.00

2006

17´804,147.00

2005

20´705,300.00

2004 PROCESO ELECTORAL

125´235,000.00

2003

9´344,100.00

2002 PROCESO ELECTORAL
EXTRAORDINARIO

25´068,000.00

2001 PROCESO ELECTORAL

108´914,000.00

 

Continuará…   Luis Villegas Montes.   luvimo6608@gmail.com


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