Muere el futbolista Antonio De Nigris
Por David Failtelson
BRISTOL — Me sobran las preguntas: ¿Por qué él? ¿Por qué un chico de 31 años? ¿Por qué un atleta profesional? ¿Por qué un hombre de lucha que nunca tiró la toalla? ¿Por qué un jugador profesional de fútbol que es revisado casi todos los días y que cuenta a su alrededor con un grupo de expertos de la medicina siempre listos y dispuestos para asistirlo? ¿Por qué pasó cuando dormía? ¿Por qué un elemento que cambiaba de equipo con regularidad y que tenía cada seis meses un examen médico y que lo hizo además en diferentes países y en distintas ligas? ¿Por qué…? ¿Por qué, De Nigris? ¿Por qué, Toño? ¿Por qué, por qué?
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De Nigris es el eterno viajero (Mexsport) |
Quisiera saber las respuestas pero no las encuentro. Y aunque estoy ansioso por saber qué dirán los forenses griegos, la verdad es que no cambiará lo más importante de este asunto: Nadie nos devolverá la sonrisa fresca, el tono jovial, al acento norteño de franqueza que siempre acompañaban a De Nigris.
El corazón era seguramente el músculo más poderoso de Antonio De Nigris. Ese corazón vigoroso y valiente, indudablemente, sigue latiendo en alguna parte.
El aventurero, el futbolista que rompía los modos y los moldes tradicionales, el hombre que evitaba la zona de confort, el luchador que vencía cualquier tipo de dificultad, el soñador que creía siempre más en el mañana, el emprendedor que no le tenía miedo a nada, el profesional que no reconocía ataduras, el futbolista que se atrevía en canchas, en vestidores, en climas, en idiomas, en culturas, en sabores, en olores diferentes. El eterno viajero.
Ese es y será el legado que Antonio De Nigris deja para el fútbol y para la vida.
Recuerdo cada palabra suya mientras una sucia línea telefónica lograba la comunicación desde España, desde Brasil, desde Colombia, desde Turquía o desde Grecia o desde cualquier parte del mundo: “Me levanto sin saber a qué me voy a enfrentar ese día. No sé si el entrenador está de buenas o si de pronto está enojado conmigo o trata de establecer disciplina. Me comunico a señas con la mayor parte de mis compañeros y les sonrío a todos aquellos que me ponen enfrente una cara hostil.”
De Nigris no necesitaba que alguien le abriera la puerta del auto, que le hicieran reverencias en la calle o en el restaurante o que le permitieran no formarse en la fila de los boletos para el cine. Para él una mochila en la espalda, un modesto departamento en un suburbio de Ankara, su mujer, su pequeña hija, un buen libro y un baúl siempre listo para emprender el nuevo viaje bastaban.
Ninguna lágrima será suficiente para un momento como éste, pero el futbol puede estar tranquilo: De Nigris vivió su carrera de manera intensa: fue, vino, viajo, conoció, emprendió, soñó, ilusionó y dejó algo en todo aquellos que tuvimos la oportunidad de acercarnos a él. Consuelo para Sonia, su esposa y para Miranda, su hija. Y bueno, conociéndolo, éste no es el viaje final, es otro más. Estoy seguro de que allá arriba, en alguna parte, Toño está ya firmando para otro equipo, está sosteniendo sus sueños, sus alegrías, su sonrisa, su eterno viaje.
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