Las cosas que cuentan…por Aída María Holguín
-FRASEARIO-
En vísperas del Quinto Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto, la Presidencia de la República inició la respectiva campaña de comunicación bajo el eslogan “Lo bueno cuenta y queremos que siga contando”. Obviamente, se trata de una frase que -en teoría- le da continuidad a la utilizada el año pasado (“Lo bueno casi no se cuenta pero cuenta mucho”) para el Cuarto Informe.
De acuerdo con Virginia Borges, experta en Marketing Rentable, un eslogan es una frase que acompaña a una “marca” para intentar convencer a los clientes del valor que tienen sus productos y el beneficio que éstos ofrecen. En unos casos -agrega la autora- la frase es puramente descriptiva, mientras que en otros trata de despertar una sensación.
Con lo expuesto en los dos párrafos anteriores, queda claro que las dos frases utilizadas por el Gobierno Federal no describen la realidad del país, pero sí intentan despertar la sensación de que en México suceden más cosas buenas que malas, pero -por alguna “extraña” razón- no se cuentan.
Sin duda alguna, en lo que va del sexenio de Peña Nieto, han pasado cosas buenas. El problema es que tampoco queda duda de que las cosas malas que han sucedido durante su mandato, han causado graves daños (muchos de ellos irreversibles), y las cosas buenas han sido -en su mayoría- efímeras o con resultados imprecisos. Para corroborar esto último, basta con tomar un par de ejemplos de lo sucedido recientemente.
El primer ejemplo, es el “Paso Exprés de Cuernavaca”. Obra que, en su momento, fue una de esas cosas buenas que -según Peña Nieto- no se cuentan, pero cuentan mucho. En este caso, solo pasaron 3 meses (desde su inauguración) cuando un socavón que se formó en dicho libramiento causó la muerte de dos personas. Al respecto, todavía es hora de que la Secretaría de Comunicaciones y Trasportes del Gobierno Federal (y su respectivo titular) sigue evadiendo sus responsabilidades y -ahora- lo que menos quieren, es que esa obra siga contando.
Un segundo ejemplo de que las cosas buenas que han sucedido en la administración de Enrique Peña Nieto terminan siendo utópicas, se observa precisamente en lo que él mismo dice en uno de los promocionales de su Quinto Informe. Se trata de la buena noticia de que México es el décimo segundo productor de alimentos en el mundo.
En este caso, es indudable que la manera en que el mandatario presenta la información despierta una sensación de orgullo y beneplácito. Sin embargo, esa bonita sensación termina en el mismo momento en el que se toma en cuenta que, según información dada a conocer durante el foro “Alimentación, bienestar nacional” (organizado -a finales de 2016- por la Comisión Especial de Alimentación de la Cámara de Diputados), en México, uno de cada siete niños padece desnutrición crónica, y cuatro de cada diez hogares viven en situación de inseguridad alimentaria (leve, moderada o grave). Dicho en otras palabras, de poco -o nada- sirve que México sea uno de los principales productores de alimentos, si un importante número de mexicanos no tiene los recursos necesarios para adquirir alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias.
Todo lo anteriormente expuesto, deja en evidencia que no es que las buenas cosas se olvidan fácilmente (como lo ha dicho el presidente Peña). Lo que pasa, es que lo que Peña no cuenta, también cuenta mucho.
Finalizo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por Pachacútec, noveno gobernante del Estado inca: “El que procura contar las estrellas, no sabiendo aún contar los tantos y nudos de las cuentas, digno es de risa”.
Aída María Holguín Baeza
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