Todos somos dreamers…por Aída María Holguín
-FRASEARIO-
En el ámbito de la migración, el anglicismo dreamer (soñador) ha sido utilizado para referirse a aquellas personas que, en busca de mayores oportunidades de prosperar, establecen su residencia en los Estados Unidos de América; es decir, hace referencia a todos aquellos que cruzan la frontera con el objetivo de lograr cumplir ese “sueño americano” que supone (o suponía) el hallazgo de mejores condiciones de vida.
En el 2006, el sustantivo dreamer adquirió un significado más literal; esto, luego de que “pasara” por el Congreso estadounidense un proyecto legislativo denominado DREAM: Development, Relief and Education for Alien Minors Act (Ley de Fomento para el Progreso, la Asistencia y la Educación para Menores Extranjeros), mediante el cual se pretendía ayudar a los jóvenes indocumentados a cumplir el sueño americano.
El caso es que, la noción y concepción del sueño americano (incluyendo a sus respectivos soñadores) se han constituido -desde hace mucho tiempo- en elementos inherentes y relevantes de la cultura estadounidense. Obviamente, a Donald Trump, ahora presidente de aquel país, le han importado muy poco las implicaciones del odio extremo que ha demostrado tener en contra de la comunidad inmigrante indocumentada, particularmente la de origen mexicano.
Ahora, con la idea de revocar el programa Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por su sigla en inglés), implementado hace cinco años por el gobierno de Barack Obama, el panorama es más preocupante porque, dicha revocación, afectaría directamente (y casi de inmediato) a más de 620 dreamers mexicanos.
Para hacer frente a ese indeseable escenario, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, anunció varias medidas que el Gobierno Federal implementará para apoyar a los dreamers que decidan regresar al país o que sean deportados a raíz de la cancelación del DACA.
Sin duda alguna, el Gobierno Federal debe asumir la responsabilidad de apoyar a los dreamers afectados por las políticas xenófobas de Donald Trump; sin embargo, todo parece indicar que ha olvidado que, en territorio mexicano, ya existen millones de soñadores que siguen esperando políticas públicas que ayuden a garantizar mayores y mejores oportunidades para todos.
Luego de analizar todo lo anterior (y otras tantas cosas), es evidente que todos los mexicanos somos dreamers; o sea, todos somos soñadores: los mexicanos que radican en Estados Unidos, sueñan con que Donald Trump reconsidere su postura para -así- poder hacer realidad el sueño americano; los mexicanos que permanecemos en el país, seguimos soñando con el momento en que -por lo menos- una de las medidas implementadas por el gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto, traiga como resultado el respeto real a las libertades, una verdadera impartición de justicia, y -por supuesto- mayores y mejores oportunidades de crecimiento integral (tanto en lo individual como en lo colectivo); y el Gobierno Federal, sigue tendiendo ese desagradable sueño en el que el discurso es más que suficiente para mejorar la calidad de vida los ciudadanos mexicanos que, a pesar de todo, hemos permanecido en el país.
En esta ocasión, concluyo con lo dicho alguna vez por el pastor y activista estadounidense, Martin Luther King: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad. Ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”.
Aída María Holguín Baeza
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