Sobre la Ley de Seguridad Interior…por Aída María Holguín
-FRASEARIO-
Los términos en los que la Ley de Seguridad Interior fue aprobada y promulgada, han provocado que sea -quizás- la ley más controversial en la historia contemporánea de México.
Desde el inicio del procedimiento legislativo, un torrente de críticas, observaciones y recomendaciones bien fundamentadas comenzó a caer sobre la entonces iniciativa de ley; sin embargo, el Congreso de la Unión hizo caso omiso y así aprobó la ahora Ley de Seguridad Interior (LSI). Por su parte, el presidente Peña Nieto también hizo caso omiso al exhorto que diez organizaciones internacionales le hicieron para que ejerciera su facultad de veto respecto a esa legislación.
Como era de esperarse, los defensores de la ley en cuestión insisten en que se trata de una ley que -contrario a lo que muchos afirman- no es ambigua; por lo tanto, tampoco contradice lo dispuesto en la Constitución y ni quebranta las normas establecidas en los tratados internacionales en materia derechos humanos y garantías individuales.
“Curiosamente”, los defensores de LSI no se han dado cuenta de que, si la ley no fuera ambigua (como dicen), el cúmulo de críticas (razonadas y razonables) provenientes de distintos y diversos actores y organizaciones sociales del ámbito nacional e internacional, no se hubiera materializado en un sinnúmero de Medios de Control de la Constitucionalidad interpuestos (por varios motivos) ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Es decir; tan ambigua es, que tan solo en los -casi- dos meses que dicha ley tiene de vida, ya acumula un sinfín de controversias, acciones de inconstitucionalidad y juicios de amparo en su contra ante la SCJN. Tal es el caso de la reciente controversia presentada por el gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado.
El asunto es, que esa la ley que aprobaron quienes dicen representar y defender los intereses de las entidades federativas y del pueblo, demanda la pertinente atención, revisión, análisis y discusión que desde un inicio ameritaba. Ahora, está en manos de la SCJN hacerlo.
Finalizo en esta ocasión citando lo dicho alguna vez por el escritor y legislador francés, Frédéric Bastiat: “La ley se ha pervertido bajo la influencia de dos causas muy diferentes: el egoísmo carente de inteligencia y la falsa filantropía”.
Aída María Holguín Baeza
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