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Hoplesli Divoided ‘Uyú (parte final)…por Luis Villegas

HOPLESLI DIVOIDED’UYÚ (3.ª DE 3 PARTES).

Total, empeñado en aprender inglés, me aplico a desgraciarme los ojos viendo series gringas y a sudar la oreja escuchando música; eso sí, ambas con subtítulos; si no amanso el oído ni me quedo ciego, por lo menos quedo listo para ganarme la vida de traductor de textos.

En esos afanes, quiéralo o no, regreso a las tardes-noches de mi adolescencia. Ahí es cuando constato que sí, la música tiene una particularidad mágica que no comparte siquiera con las palabras. La música es un vehículo que te permite viajar hacia el pasado; es una máquina del tiempo —en alguna otra reflexión lo he dicho— que te transporta a otra época; un olor inasible y poderoso capaz de transformarte en un instante; un sentimiento que empieza a reptar desde el lado izquierdo del plexo solar y va a enraizarse en el pecho. En esos empeños, he dado con un filón de música que no recordaba y sin embargo está ahí: agazapada, en algún lugar de la mente o, mejor dicho, del turbio corazón.

Así por ejemplo, no sé cómo ni porqué (o sí sé, pero no me da la gana decirlo) rescaté de las telarañas del pasado a Janis Joplin —muerta cuando yo apenas contaba dos años, quien no debió decirme nunca nada, tan distante en todo, en el tiempo, en la distancia—, cuya canción “The Rose” me estremece y me agita. ¿Y cómo no? Si la verdad que canta con esa voz triste es eterna, recordándonos que, muy debajo de la nieve, reposa la semilla que con el amor del sol en la primavera se convertirá en rosa. Y ésa es una certeza que es bueno recordar en cualquier circunstancia, en cualquier tiempo.

Entonces, resulta que estoy chulo (por supuesto que es una metáfora), dado que esos ardores de juventud que debí padecer hace cosa de treinta años, los empiezo a sufrir de nuevo en una especie de recaída interminable de la mano de Elton John (que ni me gustaba), Hellen Reddy, Christopher Cross y hasta de los Bee Gees, de quienes, si tengo que serles completamente sincero a mis doce lectores (ahí la llevamos muchachos), he de decir que no me habrían entusiasmado tanto ni habría seguido sus pasos con tanto fervor —vestido de traje blanco y camisa negra, por supuesto, como cualquier otro quinceañero que se respetara—, de haber comprendido entonces que la primera estrofa de “Stayin´ Alive” es más bien corrientona y sólo dice: “Bien, podrías decir por mi forma de andar que soy un mujeriego: No hay tiempo para hablar. La música alta y las mujeres calientes”. De haberlo sabido, seguro no me habría lanzado a la pista de luces, bajo la infaltable bola de espejo, a convulsionarme entre esos estertores que llamábamos, con toda la buena fe del mundo, “pasos de baile”, a intentar imitar a John Travolta en Saturday Night Fever.

Y hablando de corrientadas, para terminar de una buena vez con ese enfadoso asunto de la mentada consulta sobre el AICM, destaco por lo menos tres aspectos grotescos (para no decir imbéciles) del afamado bodrio:

Primero: dijo AMLO en la ya citada rueda de prensa, que nos fuéramos acostumbrando pues de aquí en delante ya no iba a ser cosa de que eligieran “unos cuantos”;  si no fuera para echarse a reír sería cosa de echarse a llorar porque la representatividad de la mentada consulta fue ínfima por no decir nula: apenas un millón de electores, de los cuales se decidieron por cancelar el proyecto 760 mil personas, o lo que es lo mismo: 0.6 del total de habitantes del país; y ni siquiera esta cifra, pues algunos votaron dos y hasta tres veces.3

Segundo: El chistecito salió caro por varias razones: la Bolsa mexicana cayó más de 3% luego de dicha conferencia sobre el AICM,4 junto al peso y los bonos del NAIM;5 por no hablar del costo adicional que implicará la infraestructura para hacer más accesible el aeropuerto de Toluca.6

Tercero: AMLO no sólo mintió sobre legalidad del ejercicio, a decir de la Coparmex;7 sino que resultan aterradoras, por decir lo menos, las implicaciones de ese engendro (me refiero a la consulta), pues por ese método, podría orquestar otra consulta “ciudadana” para reelegirse: “Tras la consulta del NAIM, banco suizo asegura que el presidente electo podría usar el mismo método para extender su mandato de 6 años”.8

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