Próspero 2019…por Aída María Holguín
-FRASEARIO-
Cada vez que está por iniciar (y cuando recién inicia) un nuevo año del calendario cristiano gregoriano, la frase “próspero año nuevo” comienza a circular por doquier, sin saber -en muchas de las ocasiones- lo que la palabra prosperidad implica.
Cierto es que, independientemente de su amplio significado, prosperidad es, y siempre será, un término con una connotación positiva. No obstante, su conceptualización y uso se ha ido desvalorizando debido a que suele emplearse solamente por costumbre. O sea, sin pensar en todo aquello forma parte de la verdadera prosperidad.
Tomando en cuenta que, según la RAE, prosperidad se refiere a la buena suerte o el éxito en lo que se emprende, sucede u ocurre, queda claro que desear prosperidad no se debe limitar al ámbito de lo económico y de lo material (como suele suceder). Es decir, que debe ir más allá de desear la riqueza y bienestar económico y material de las personas.
Dicho en otras palabras, prosperidad es un término que involucra una serie aspectos -tangibles e intangibles- que deben provocar el desarrollo y bienestar integral de los seres humanos y, por lo tanto, de la sociedad en su conjunto.
Que quede claro que desear la prosperidad económica y material no está mal; lo que está mal, es pensar que la riqueza material garantiza el bienestar y la felicidad de las personas, de las sociedades y de las naciones.
Prosperidad entonces, no es lograr vivir en la opulencia, sino progresar, tener éxito (más que tener suerte) y bienestar en todo aquello que emprendemos, que nos sucede o que nos ocurre. Y para que todo eso acontezca, por supuesto que es necesario que los gobiernos generen las condiciones adecuadas; empero, hay que estar conscientes de que no todo lo que nos sucede (bueno o malo) es obra de los gobiernos, sino consecuencia de nuestros propios actos.
Sin duda alguna, para los mexicanos este 2019 será un año de incertidumbres y de ajustes (para bien o para mal); no obstante, ese no debe ser motivo para que, como ciudadanos, cada quien haga cívicamente lo que le corresponde para lograr no solo la prosperidad y felicidad individual, sino también la prosperidad y felicidad colectiva y social que tanta falta le hace a México.
La esperanza entonces es, que con la participación cívica, humanitaria, digna y responsable de todos los mexicanos, este año que inicia sea próspero en toda la extensión de la palabra.
Finalizo esta ocasión, citando lo dicho alguna vez por la abogada, escritora, política y diplomática estadounidense, Caroline Kennedy: “Por más que necesitemos una economía próspera, también necesitamos una prosperidad de bondad y decencia”.
Aída María Holguín Baeza
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