Confirmado: ¡Al diablo las instituciones!…por Aída María Holguín
-FRASEARIO-
Institución: dícese de cada una de las organizaciones fundamentales de un Estado, nación o sociedad, o de aquellos organismos que desempeña una función de interés público.
En ese contexto, cabe recordar que cuando Andrés Manuel López Obrador dijo “al diablo con sus instituciones”, hubo quienes -durante mucho tiempo- aseguraron que lo dicho por AMLO no fue de forma general. Es decir, que solo se refería a las instituciones que reafirmaron su primera derrota electoral en búsqueda de la presidencia de México; o sea, que solo quería mandar al diablo al que en ese entonces se denominaba Instituto Federal Electoral, y al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En esa ocasión, AMLO -frustrado por haber perdido- materializó su capricho (de ser presidente de México) y su amenaza de mandar al diablo al IFE y al TEPJF autoproclamándose -ridículamente- “presidente legítimo” de México.
Ahora, 12 años después, ya como presidente constitucional de México, Andrés Manuel López Obrador ha confirmado lo que no pocas sospechamos cuando dijo lo que dijo. Es decir, que su propósito sí era (es y será) destruir -poco a poco o de jalón- a todas aquellas instituciones que no favorezcan sus ambiciones de poder.
Así es. En tan solo 8 meses, López Obrador ha ido destruyendo a las instituciones para, con ello, construir nuevas o -en su caso- reconstruirlas a su muy particular y personal antojo (transformación, le llama él).
El más reciente caso de esa progresiva destrucción, es la que -en nombre de la “austeridad republicana” y la “cuarta transformación”- se está perpetrando en contra del Coneval. Se trata de un caso que llama poderosamente la atención porque revela los motivos por los que el presidente quiere (a como dé lugar) echar abajo las instituciones, particularmente (y con más urgencia) las que se caracterizan por su autonomía e independencia.
Con el caso del Coneval, queda claro que el presidente López Obrador no quiere que haya una institución autónoma e independiente que mida la pobreza y, mucho menos, que evalúe las políticas y programas sociales de su gobierno.
Sí. Es cierto que el presidente dijo que en caso de que el Coneval desaparezca (aceptando que existe la posibilidad de que desaparezca) el INEGI podría asumir sus funciones, también es cierto que eso es prácticamente imposible. No solo porque las funciones de ambos organismos son distintas, sino también porque, gracias a la “austeridad republicana”, es muy probable que el INEGI no pueda cumplir cabalmente ni con sus propias funciones.
Finalizo en esta ocasión, citando lo dicho alguna vez por el historiador, escritor y diplomático español, Salvador de Madariaga: «El déspota busca siempre el medio de destruir las instituciones, para lo cual le basta con someterlas a su voluntad».
Aída María Holguín Baeza
laecita.wordpress.com
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