Mantequilla Nápoles Vs Armando Muñiz, 44 años después
Por Jesús Aguirre––
Delicias, Chih.- Cruz Armando “Mando” Muñiz Hurtado el púgil deliciense avecindado en Los Ángeles, California, Estados Unidos y familiares, como su primo hermano Raúl “El Oso” García Hurtado, este último quien estuvo presente en la pelea de título mundial disputada el 29 de marzo de 1975 en Acapulco, Guerrero, no olvidan el robo sufrido ese día en que se le dio el título al cubano-mexicano José Ángel “Mantequilla” Nápoles, recientemente fallecido, quien ganó por decisión técnica en un hecho que fue comentado en todos los medios nacionales como “un robo descarado”.
Raúl “El Oso” García Hurtado, profesor de inglés jubilado, radicado en Delicias y primo hermano de Armando Muñiz, recordó que ese día 29 de marzo de 1975 él estuvo presente en esa pelea, y estaba sentado en tercera fila.
“Al terminar la pelea ya estábamos listos para festejar el campeonato de Armando, quien dominó todo el combate, pero lo fregaron José Sulaimán y el referee Berumen, que cometió la pendejada este último de anunciar por micrófono el triunfo de Mantequilla”.
Recordó que al siguiente día todos los medios nacionales y estatales comentaron el resultado de la pelea como “un robo descarado”.
Cuenta el Oso García que “tanta fue la vergüenza de Sulaimán que después le regaló un cinturón a Armando Muñiz, mi primo hermano”.
Y años después en una ceremonia de entronización al Salón de la Fama de Los Ángeles, California, Armando al tomar el micrófono y brindar unas palabras se dirigió a “Mantequilla” como un gran campeón, sin rencores y sin nada malo.
Y fue Mantequilla quien en corto le dijo a Armando: “Creéme hermano que lo que pasó en Acapulco no fue cosa mía”.
Entrevistado vía telefónica desde Los Ángeles, California, desde donde radica, Armando “Mando” Muñiz no olvida, luego de 44 años, el despojo de que fuera víctima en aquella pelea en que disputara el campeonato mundial de peso welter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), al entonces campeón, al cubano-mexicano José Ángel “Mantequilla” Nápoles.
El nativo de Ciudad Delicias, Chihuahua, México, que nació el 3 de mayo de 1946 y que es avecindado en el sur de California, cuenta que esta primera pelea en la que le disputaba la faja welter a Nápoles aún la tiene muy presente en su mente, ya que “fue una pelea muy dura, pero lo que pasó, pasó, me la robaron”.
Tras la muerte del campeón, dice “que lástima lo que le pasó a Mantequilla. Es una pena y ahora la gente mexicana lo respalda a él”.
“Pero el resultado de aquella pelea pactada a 15 asaltos, no fue culpa de él, ni modo”, se resigna un poco Mando Muñiz, hoy de 73 años de edad.
Como si fuera el retrato hablado de aquel día, reconoce que “si me sentí ganador en esa pelea. Yo dije: Ay Dios mío, yo creo que he ganado, pero le levantaron la mano a él (Mantequilla) y me pregunté ¿Qué está pasando aquí?”.
Reconoce que José Ángel “Mantequilla” Nápoles fue un gran campeón y no por nada lo reconocen como un verdadero ídolo allá en México, que también es su patria, ya que nació hace 73 años en Delicias, Chihuahua a la que considera como la capital del mundo.
“Pegaba fuerte y mucho”, recuerda Muñiz Hurtado, quien dijo que en aquellos años contaba con una excelente condición física y él no le tuvo miedo a Mantequilla, como muchos le tenían.
“Yo tenía excelente condición física ya que también practicaba otros deportes y unas ganas inmensas de pelear. Le aguanté los 15 rounds y siento que gané. Después cuando ingresó al Salón de la Fama de Los Ángeles, al tomar el micrófono le dije que había sido un gran campeón y él me confió que el resultado de aquella pelea no había dependido de él”.
Con esto quedó perpetrado el atropello ocurrido en Acapulco, Guerrero la noche del 29 de marzo de 1975, según poster alusivo a la pelea y que obra en nuestras manos, donde se ve claramente la fecha, que hace alusión a la Semana Santa en el afrodisíaco puerto mexicano.
“¡Armando!, “Mantequilla” es mi compadre, yo tenía que protegerlo. Tú comprendes”. Así es como el extinto y entonces presidente del Consejo Mundial, José Sulaimán, reconoció, respondiendo a pregunta del propio Muñiz, que él fue quien dio el veredicto de la pelea, una decisión técnica que “Mando” no termina de digerir, según revela en entrevista con ESPNDeportesLosAngeles.com.
Armando lo recuerda y muy bien, como si aquellas palabras hubiera quedado cinceladas, grabadas en su mente.
“Me confió que lo había hecho para proteger a su compadre, quien había perdido la pelea. Pero, al mismo tiempo, arruinó mis sueños, los de toda mi familia y de mis seguidores, de llegar ser campeón mundial,” lamenta el ex pugilista deliciense y ya entronizado en el Salón de la Fama de los Deportes de Delicias.
Recuerda Muñiz que dos años después de esa pelea contra uno de los mejores pesos welter del boxeo mundial, tuvo la oportunidad de encontrarse a solas, cara a cara, con José Sulaimán, presidente del CMB, en Van Nuys, California y no se quedó con las ganas de preguntarle:
“¿Porqué razón se dio esa decisión técnica en mi contra en aquella pelea ante “Mantequilla” Nápoles?”, cuestionó Muñiz al mandamás del boxeo mundial.
La respuesta de Sulaimán a él lo dejó helado, de una sola pieza, como en las caricaturas y también deja, nuevamente, en entredicho al boxeo, donde es de todos conocido, y se ha abordado en la poca literatura deportiva y en especial del boxeo que existe, de que siempre ha habido proteccionismo hacia los campeones y a los intereses de la mafia del boxeo mundial.
Añade Muñiz sobre el combate, frente a uno de los ídolos del boxeo mexicano en los años setenta, que él nunca le temió y desde un principio fue buscar la pelea en corto, reconociendo que “Mantequilla” pegaba durísimo y le conectó buenos golpes, pero los aguantó y fue siempre para adelante, pero si hubo hasta cierto punto frustración al ver que le levantaron la mano a su rival.
“Me acusaron, por ese estilo de ir al frente, casi volcado, diciendo que yo buscaba darle cabezazos. Pero, en ningún momento, tuve la intención de golpearlo con la cabeza, ya él era tan buen boxeador, pudo haberme eludido con pasos laterales”, señala quien fue conocido en sus años de boxeador como The Man (El Hombre).
Recordó también que en el asalto número doce, el doctor subió a la esquina de “Mantequilla” y luego de revisarlo, pudo ver cuando le dijo: “ya no puedes seguir, ya no puedes, le dijo dos veces”.
Dice que en ese momento le daba gracias a Dios, porque le permitía alcanzar su sueño dorado, de ser campeón mundial y “sólo esperaba que me declararan el ganador. El réferi se fue a consultar con los jueces. Pasaron como unos diez minutos y finalmente, llegó José Sulaimán y dijo: “¡No!, gana “Mantequilla!,” declarando una decisión técnica. Algo que nunca ha sucedido en el boxeo.”
Antes del pleito titular, nadie daba oportunidad al “Pocho” como, despectivamente le decían, pues en la prensa deportiva de aquellos años señalaban a Muñiz como un boxeador todo pundonor, entrega y voluntad, que nunca eludió a rival alguno en su carrera.
Con cierta nostalgia recuerda que casi toda la prensa mexicana coincidía en que no pasaría del quinto asalto y aguantó hasta el final, todos los 15 rounds, sintiéndose ganador.
“Yo les decía que mi rival sólo tenía dos pies y dos manos, igual que yo y que a pesar de que reconocía su enorme calidad, me sentía capaz de fajarme con él,” respondía “Mando,” en entrevistas con la prensa especializada capitalina, según crónicas de la época.
“Vengo preparado a pelearle los 15 asaltos y si hay necesidad de ir hasta los veinte, estoy listo,” se envalentonaba el retador, nativo de Delicias, Chihuahua.
Destaca: “Lo que me dolía, es que me decían ‘el americano’, ‘el chicano’, cuando, realidad, yo soy nacido en Ciudad Delicias, Chihuahua, una tierra que quiero mucho, ya que ahí nací”.
Menciona al recordar con orgullo y como si apenas hubiera sido ayer, que ya después de la pelea, “Mantequilla” dejó de ser mexicano y pasó a ser un simple moreno cubano y él pasó a ser el chihuahuense”.
Y sigue recordando, sincerándose con el periodista a través de esta llamada telefónica: “A Mantequilla tuvieron que darle 32 puntadas para cerrar las heridas que presentaba en ambas cejas.
Tres meses después se daba la revancha, porque el clamor popular lo exigía, la afición y medios de comunicación y en ella, Nápoles ganó por decisión, en quince asaltos, en un combate realizado en el Palacio de los Deportes de la capital mexicana el 12 de julio de 1975.
De la segunda pelea, dijo Muñiz: “Esa fue una decisión justa, lo reconozco, porque él boxeó diferente, utilizó más recursos y me ganó bien”, aceptó el nativo de Delicias, Chihuahua, no así de la primera, de la que reconoció que “todo estaba arreglado”, señalando que también hoy en día existen los peleadores protegidos de los organismos, pues eso “siempre ha existido”.
“Ahí están los casos de Julio César Chávez hijo y el del “Canelo” (Saúl Álvarez). Les ponen solo rivales a modo. Que demuestren, que verdaderamente tienen calidad, ante los mejores,” finalizó, no sin antes mencionar que aceptó de inmediato una pelea contra el gran “Mantequilla” Nápoles, que no era para despreciarse. Además, de que era su gran sueño ganar un título mundial, cosa que no se dio ante el descarado robo, que ahí queda para la eternidad.
Y fueron 15 mil dólares los que le pagaron a Muñiz por esa pelea titular contra el cubano-mexicano, menos los cinco mil que le dio a Fraser, por lo que le quedaron diez mil, para repartir con su mánager y todo el equipo, pues le dijeron era lo que había y si los tomaba o los dejaba. Y los tomó.
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