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Que el 2 de octubre no se olvide…por Aída María Holguín

-FRASEARIO-

No hace falta haber nacido antes del año 1968 o haber estado en el lugar de los sangrientos hechos para recordar y no olvidar los trágicos acontecimientos de aquel fatídico 2 de octubre.

Y es que aun y cuando ya han pasado 51 años desde que, de forma violenta y brutal, se reprimió uno de los movimientos sociales más emblemáticos de la historia de México, lo sucedido sigue siendo un hecho que no se debe olvidar.

Aquel movimiento, encabezado por estudiantes, que nació en protesta contra el autoritarismo ejercido por el entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, y que terminó en la denominada ‘Matanza de Tlatelolco’, marcó -sin duda alguna- un hito y un parteaguas en la historia del país porque esa rebelión contra el sistema causó una serie de eventos y acciones en pro de la democracia.

Fue tanto el impacto político y social, que de acuerdo con el ya fallecido Heberto Castillo, líder del Movimiento Estudiantil de 1968, «los gobiernos que siguieron a Díaz Ordaz aprendieron la lección» asumiendo que «ningún movimiento libertario puede ser aplastado por la fuerza». No obstante, pareciera que con el paso de los años aquella lección aprendida -de la que hace más de dos décadas hablaba Heberto Castillo-, está quedando en el olvido (por lo menos así lo demuestra el caso Iguala).

De la matanza de Tlatelolco a la desaparición (entiéndase secuestro y asesinato) de los jóvenes estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” -mejor conocida como Escuela Normal Rural de Ayotzinapa- pasaron 46 años. Es decir, transcurrieron cuatro décadas en las que no hubo -en términos reales- sexenios con un régimen presidencialista y autoritario -como el de Díaz Ordaz; sin embargo, eso no fue suficiente para que la represión se volviera a manifestar de la forma más vil y cobarde.

Es necesario pues que, sin odio ni rencor, el 2 de octubre no se olvide. Menos, estando en una época en la que se percibe -y se siente- el regreso del sistema centralista y de presidencialismo autoritario.

Es por eso -y muchas cosas más- que a más de cinco décadas de la masacre del 68 sigue siendo imprescindible no olvidarla y reflexionar sobre lo sucedido, pero no con el afán de odiar o guardar rencores hacia a los personajes del pasado, sino con el fin de que las historias inhumanas, inaceptables, inadmisibles e inconcebibles como las de Tlatelolco y Ayotzinapa se repitan.

En esta ocasión, concluyo citando lo dicho alguna vez por el poeta y cantautor argentino, José Larralde: «El odio es mal consejero, enfermedad de inconscientes. Con no olvidar es suficiente, pa’que no pase otra vez».

Aída María Holguín Baeza
laecita.wordpress.com

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