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El que se ríe se lleva…por Luis Villegas

Entrelíneas. 9 de noviembre de 2010. La nota dice así:

 “PASANDO A TERRENOS AZULES, los malosos informaron que el sábado pasado, en la reunión del Comité Directivo Estatal del PAN, hubo un desaguisado entre el ex presidente del bolillo, Memo Luján Peña, y el actual administrador de los chelines, el contador Pedro Villegas. Resulta que durante la exposición del manejo financiero que hacía Villegas, Luján Peña reclamó al actual dirigente, Cruz Pérez Cuéllar, varios gastos que se erogaron sin que mediara comprobación. El monto, dicen los que ahí estuvieron, que se justificaba, pero la insistencia del empresario orilló a que Luis Villegas le recordará una triste historia. Y es que el famoso “Chupitos” le dijo al quejoso que no hiciera un mar en un vaso de agua, porque habría que recordar que cuando Luján Peña estuvo al frente del partido y coordinó la Campaña de Javier Corral a la gubernatura, tenía en rubros de gastos sin comprobar cantidades de hasta 900 mil pesos en supuestos pagos que se hicieron a Televisa. Después del comentario el silencio invadió momentáneamente el lugar y acabaron los reclamos”.[1]

         Ignoro quienes son los autores de esos infundios; pero creo que harían bien, a partir de aquí, de motejarse a sí mismos como “los imbéciles” en vez de “los malosos”. Digo, porque hay derecho a ser tarugo, pero no hay derecho a abusar. Tanto Edgar Prado como César Cruz le harían un bien al periodismo chihuahuense si exigen de los “malosos” más seriedad en su encomienda y les llaman la atención o de plano empiezan a prescindir de ellos como fuente. Expliquémonos.

         La nota en su conjunto es un ejemplo de mal periodismo por donde se la mire. Primero, porque la del sábado no fue una reunión de Comité sino de Consejo estatal; es decir, el entorno de la nota es erróneo. Segundo, porque el fondo del reclamo del ex-dirigente estatal -la nota lo señala así- es la existencia de “varios gastos” sin comprobación, sin que haya relación de este reclamo específico con la supuesta “justificación” del “monto” respectivo a decir de alguno; es decir, se hilan y se vinculan dos contenidos informativos que no guardan relación entre sí. Tercero, es evidente que la referencia a “Luis Villegas” es otro error, pues en líneas anteriores se hizo alusión expresa a “Pedro Villegas”. Cuarto, el párrafo que inicia con “Y es que el famoso “Chupitos” le dijo al quejoso […]” contiene dos aspectos lamentables, el más destacable es que el yerro anterior, el equívoco en los nombres, persiste; y en segundo, que el afán de darle color a la nota no va seguido de lo que verdaderamente enriquece el quehacer periodístico con independencia  de que se trate de un ejercicio editorial o no: Datos autentificados y verificables, veracidad, objetividad, seriedad. Quinto, porque es completa y absolutamente falso que Luján Peña haya estado al frente del partido cuando coordinó la Campaña de Javier Corral a la gubernatura; primero fue dirigente estatal y luego Coordinador de los Diputados locales, puesto que dejó para coordinar la campaña de Corral Jurado. El Presidente del Partido en esa época fue Jesús Manuel Tarín, el sucesor del propio Cruz Pérez Cuéllar.

         La nota, hay que decirlo, visto su cúmulo de inexactitudes, tiene un sospechoso tinte de favoritismo; no es posible sostener gratuitamente esa sarta de babosadas sin sonrojarse, a menos que en el empeño se lleve una ganancia. Así me lo parece a mí, pues una labor de investigación seria habría considerado, o cuando menos referido, que existe información pública desde hace por lo menos dos meses y medio, relativa a que en el mes de agosto de este año, renunciaron a la Comisión de Vigilancia del PAN, Guillermo Luján Peña y Arturo Fuentes Vélez, por diferencias insalvables con la dirigencia local respecto del aseo en el manejo de las cuentas del Comité local, que incluye cerca de cinco millones de pesos cuyo manejo discrecional no se ha acreditado, desde 2009, cómo y en qué se gastaron esos recursos provenientes del Erario; y por lo que incluso, se habla de una multa de más de 2 millones de pesos.[2]

 El diccionario[3] entiende por informar la acción de “enterar, dar noticia de algo”; y por “comunicar”: “Hacer a otro partícipe de lo que uno tiene”. Además de: “descubrir, manifestar o hacer saber a alguien algo. Conversar, tratar con alguien de palabra o por escrito. Transmitir señales mediante un código común al emisor y al receptor”.

 En mi opinión, el acto de informar o comunicar entraña por fuerza hacer a otro partícipe de cierta información con determinadas características; si ésta es falsa, equívoca, parcial o tendenciosa, es evidente que no nos encontramos frente a auténticos actos de información o comunicación pues, en todo caso, estaremos mal informando o comunicando de manera deficiente o inadecuada. De ahí que el ejercicio de ambas actividades requiera un alto grado de responsabilidad y de preparación. Máxime, que el ejercicio periodístico, a cualquier título, guarda una estrecha relación con multitud de aspectos relacionados en forma íntima con la vida en comunidad: “No hay necesidad de decir que muchos otros aspectos en la vida de una comunidad pueden, en formas más indirectas, sea reforzar o debilitar el estado de derecho. Una prensa libre conducida por personas ansiosas de defender el estado de derecho es de gran ayuda en su preservación; así como una prensa amordazada o guiada por personas deseosas de socavar el estado de derecho es una amenaza para éste”.[4]

 Raymundo Riva Palacio, una institución del periodimso mexicano afirma: “Los periodistas, son constructores de naciones y sociedades, regidores de la acción y, como tales, deben proveer al público de imágenes comprensibles y representativas de su nación y su sociedad”.[5] Y abunda. “Los medios como un todo, tienen la responsabilidad de informar y educar, de decirnos no sólo lo que está sucediendo, sino también por qué y qué significará eso para nosotros, hoy y mañana”.[6] Ese ejercicio demanda valor y altitud de miras.

 Un periodismo que guarda silencios estratégicos, que hace adhesiones inexplicables, acusaciones selectivas, críticas parciales o mofas sin fundamento, contraría su razón de ser. Hace 50 años, Phil Emil Dovifat escribió un librito llamado “Periodismo”; en él sostenía: “La información, según el celebrado principio de los distintos códigos de la ética periodística, debe ser completa, veraz y de buena fe. La práctica demuestra que los conceptos ‘de buena fe’ y ‘veraz’ son a menudo muy elásticos, ya se trate de razones económicas o políticas”.[7] Pese al correr del tiempo, esa sencilla verdad no ha pasado de moda y su teleología seguirá vigente otros 50 años o más. Escribir al filo de la veracidad o de la buena fe exige un mínimo de inteligencia… ya de perdida.

 Así que no es el contenido de la nota ni el equívoco; ocurre y ocurre todos los días en todos los ámbitos de la vida pública y la privada, que quien intenta transmitir información se equivoque. La naturaleza del ser humano es falible. Lo destacable, por lo menos para mí, es la mala fe, el descuido imperdonable en quien se ostenta, se dice o pretende ser “comunicador”, y su balbuceo que sólo le alcanza para la diatriba y el insulto sobre la base de un yerro lamentable. Por otro lado, la notoria defensa de lo indefendible con argumentos mediocres como es la falta real -o supuesta- de los líderes previos del panismo local. Resulta irrelevante para explicar lo que ocurre en esta hora en el PAN de Chihuahua lo que hicieron o dejaron de hacer Javier Corral, Guillermo Luján o Fernando Álvarez, pues tuvieron en su haber aciertos y desaciertos, es obvio. Lo que está en discusión -o debería estarlo- es un modelo de pseudoliderazgo que, de 2008 a la fecha, sólo ha dejado derrotas y un terrible mal sabor de boca; donde la incapacidad, la corrupción y la pérdida de valores han sido las notas distintivas y esa afirmación puede sustentarse en hechos demostrados y demostrables por multitud de medios.

 De ahí que ese periodismo de pacotilla que no solamente no se ayuda a sí mismo en la ineludible construcción cotidiana de su propio ser, sólo es útil para abonar lo peor del quehacer público y aplazar de manera indefinida un ejercicio político ético, responsable e inteligente.

 Luis Villegas Montes.    luvimo6608@gmail.com


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