De acuerdo con el informe Índice de democracia 2020, elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist, México está a ‘una nada’ de convertirse en un país de régimen híbrido.El estudio que la UIE realiza desde el año 2006, mide 60 indicadores agrupados en cinco categorías (proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación política y cultura política) y, basada en los puntajes de éstos, determina el nivel democrático de 167 países, clasificando sus regímenes de cuatro formas: democracia plena (puntuaciones superiores a 8), democracia defectuosa (puntajes superiores a 6 y menores o iguales a 8), régimen híbrido (puntuaciones superiores a 4 y menores o iguales a 6) o régimen autoritario (puntajes iguales o menores a 4).
De ese modo, desde el 2006 México ha sido clasificado como un país con una democracia defectuosa que no ha logrado llegar ni a los 7 puntos; sin embargo, hasta el 2013 hubo importantes avances (con puntuaciones entre 6.90 y 6.93). Fue a partir del 2015 cuando la -ya de por sí débil- democracia comenzó a retroceder (6.55 puntos), y para el 2018 ya había caído a niveles preocupantes (6.19 puntos).
Ahora, 14 años después de la primera medición, hemos llegado al nivel más bajo. Con 6.07 puntos, México está a punto de caer en la clasificación de país con régimen híbrido; es decir, como un país tiene algunos componentes de la democracia y otros del autoritarismo.
Si bien el informe “Índice de democracia 2020: ¿En la enfermedad y en la salud?” enfatiza que, a nivel global, la democracia recibió un duro golpe relacionado con la pandemia de COVID-19 y que, por ello, el puntaje promedio global cayó a su nivel más bajo desde que comenzó la medición (2006), el índice histórico de México exhibe claramente lo que muchos no quieren ver o aceptar: que la democracia está agonizando y no es por causa de la COVID-19.
No estamos hablando pues de que la degradación de la democracia en México se deba a la pandemia o se haya acelerado por su causa. Y es que si se analizan y contrastan todos y cada uno de los índices anuales, queda claro que los niveles democráticos son resultado de las buenas o malas prácticas del gobierno en turno: en 2006 México inició con un puntaje de 6.67 (lugar núm. 53), en el 2012 terminó con 6.90, en 2018 con 6.19, y en lo que poco va de este sexenio bajó hasta 6.07 (lugar núm. 72).
Por eso y muchas cosas más, resulta inverosímil lo dicho hace un par de meses por el presidente López Obrador. Es decir, que -gracias a él- México está viviendo “un momento estelar” en su democracia y estamos caminando hacia una auténtica democracia (Bien lo dijo Aung San Suu Kyi: una parodia de la democracia puede ser más nociva que un autoritarismo descarado).
En esta ocasión, finalizo citando lo dicho por el historiador y escritor indio, Ramachandra Guha: Tal vez esté en la naturaleza de las democracias que, si bien a veces se necesitan visionarios para hacerlas, una vez hechas, pueden ser manejadas por mediocres.
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