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Un legítimo Tucom (Primera parte)…por Luis Villegas

Puente Libre. 24 de enero de 2011. La nota dice así: “Acuerdo Mario Vázquez con Dhiacos y Jorge Issa, contra el ‘dedazo’ de Madero. […] ESTA SEMANA QUE acaba de terminar, Mario Vázquez, precandidato a la presidencia estatal del PAN, amarró dos acuerdos importantes. […] El amarre implicaría mantener en manos de Lalo Fernández, la secretaría general del partido. […] El otro acuerdo de Mario Vázquez fue con Jorge Issa, […] en contra de Miguel Jurado. Los dos se apostaron para evitar que Gustavo Madero, desde la presidencia nacional del PAN, meta la mano en el proceso a favor del expresidentes municipal de Parral. Todos unidos contra ¡el dedazo!”.[1]

Hace muchos años -no sé cuantos- oí por primera vez dicha expresión: “TUCOM”; no me pregunten dónde ni relacionada con quién. Luego vino alguien a explicármela: Todos Unidos Contra… fulanito y ahí iba el nombre del interfecto. Desde entonces he escuchado multitud de variantes “TUCON”, “TUCOL”, “TUCOC”, etc. El asunto siempre es el mismo: Todos unidos contra alguno. Pues resulta que esta contienda interna para dirimir quién regirá los destinos del PAN estatal no es la excepción.

En esa cuesta, en ese despeñadero, el que no cae resbala; ahí tiene usted, por ejemplo, el caso del Dip. Javier Corral Jurado quien “negó que el dirigente nacional, Gustavo Madero, apoye a Miguel Jurado o tenga las manos metidas en el proceso”;[2] primero, porque el que debería negarlo -y convencernos a los panistas de Chihuahua con pruebas plausibles- es el propio dirigente nacional; y segundo, porque esa afirmación es equivalente a decir que el dirigente estatal, Crucito, tampoco ha cargado los dados a favor de Miguel Jurado… Lo que es una mentira del tamaño de una casa. Por lo pronto, la Magdalena -que hizo las delicias del respetable en su ya legendario enfrentamiento con el otrora Secretario de Gobierno local, Lic. Sergio Granados- (busque el título “Diputado Miguel Jurado Llorando” en YouTube),[3] nos deleitó con una nueva representación durante su registro, cuando con los ojos empañados de lágrimas, tiernamente conmovido hasta los tuétanos por tanta flor, soportó a pie firme los halagos que el Regidor Pepe Luévano vertía a favor suyo, con una enjundia digna de mejor causa.

Previo a continuar, permítame comentarle que recién acabo de terminar de leer un libro: “Hagakure. El Libro del Samurái”;[4] su autor, Yosho Yamamoto, nació allá por el año 1659 y murió en 1719; durante 30 años, Yamamoto sirvió a su clan y a su señor, Mitsushige Nabeshima; luego de una vida fructífera, se retiró y se convirtió en monje budista; sus palabras, fueron tomadas de viva voz por un joven aprendiz, Tashiro Esuramoto, y recopiladas sus enseñanzas dieron origen al Hagakure. Sin método, los inconexos pensamientos de Yamamoto son útiles para intentar comprender, así sea de modo superficial, lo que significaba la Vía o El Camino del Samurái para aquellos hombres y mujeres. Sin los méritos del “Arte de la Guerra” de Sun Tzu, rescato esta lectura no obstante, porque existen multitud de sentencias en el libro útiles para acercarnos, en mi opinión, a la noción del quehacer público desde una óptica no sólo de lo posible sino de lo deseable. A continuación, transcribo algunas:

è “El señor Sanenori decía: ‘La Vía está en el seno de un espíritu donde la perversidad no encuentra lugar.’ […] La pureza no se consigue sin esfuerzo”;[5]

è “Un hombre que no deja de calcular es un cobarde. Digo esto porque los cálculos siempre están en relación con las ideas de beneficio y de carencia; el individuo que los hace invariablemente está preocupado por las nociones de ganancia o pérdida”;[6]

è “Un hombre cuya reputación está basada sobre su habilidad en torno a una única técnica  es insignificante”;[7]

è “El monje Tannen decía: ‘Podría ocurrir que un servidor inteligente no ascendiera. Pero no hay casos en donde un servidor estúpido haya podido sobresalir del montón”;[8]

è “El señor Naoshigue decía: ‘El valor de un ancestro se mide por el comportamiento de sus descendientes. Un hijo debe actuar de manera tal que honre a su antepasado y no de modo que lo deshonre”;[9]

è “Uesugi Kenshin decía: ‘He comprendido que no hay que estar nunca por debajo de la situación planteada, y esto es lo importante. Es lamentable que un samurái no esté a la altura de los acontecimientos”;[10]

è “Cuando hice la siguiente pregunta, ‘¿Qué es lo que jamás debe hacer un samurái que esté al servicio de un daimio?’, se me respondió: ‘Un samurái no debe ni beber demasiado, ni estar demasiado seguro de sí mismo, ni entregarse a la lujuria’. En periodos difíciles, estas debilidades no tienen ocasiones de ser satisfechas. De este modo, sólo tienen consecuencias limitadas”,[11] y

è “La dignidad de un ser humano se mide por la impresión que da. Hay dignidad en el esfuerzo y en la asiduidad; en la serenidad y en la discreción; Hay dignidad en la observancia de la observación de las reglas y en la rectitud”.[12]

¿Cuántas veces, en el triste espectáculo de la actividad política de nuestros días, no asistimos a la debacle de los principios y valores más caros, sometidos por el interés o el egoísmo? Sin ir más lejos, acerquémonos al PAN de Chihuahua de los tiempos recientes -el de 2009, el de 2010, el de 2011- y veremos mancilladas no sólo las palabras anteriores sino, peor aún, el espíritu que alienta detrás suyo. Sin excepción, éstas y otras máximas de cuño similar son equivalentes, por lo menos de modo tangencial, a la filosofía que nutre la doctrina de Acción Nacional.

Continuará…

Luis Villegas Montes.


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