Home » Destacados » Un legítimo Tucom (II parte)…por Luis Villegas

Un legítimo Tucom (II parte)…por Luis Villegas

¿O cree usted que el anhelo de un espíritu ajeno a la perversidad no constituye un anhelo panista? Abel Vicencio Tovar pedía de los panistas, y especialmente de sus dirigentes, “alma de cristal, corazón de oro y fortaleza de hierro”.[1] Respecto de un ideal de pureza y los sacrificios para alcanzarla, el propio Abel Vicencio diría: “Nuestra cotidiana práctica dentro del partido debe ser: Rendición clara de cuentas y control institucional en el ejercicio de nuestro patrimonio, respeto al orden jurídico interno y todo lo que exigimos en el ámbito nacional”.[2] En adición, el ideólogo panista moderno por excelencia, Carlos Castillo Peraza, escribiría: “Y es que la lógica sin ética, en el ámbito social, es sólo un fenómeno del poder que se mide por el éxito de la fuerza o de la astucia”.[3] Ética que proclamaron los fundadores del PAN de principio a fin, al borde de la muerte incluso: “La última intervención pública de Gómez Morin, fue una entrevista que publicó Excélsior en primera plana, a ocho columnas, el 9 de enero de 1970. ‘México necesita -dijo- una revolución real, estructural, que no sea solamente el cambio de grupos personales. […] En el fondo de todo, lo imprescindible es un cambio de actitud, un paso hacia la autenticidad, hacia la sinceridad. Esto implica una profunda cuestión de orden moral, perdida de vista en medio de una larga, muy larga simulación’”.[4]

Pero de qué podemos azorarnos, ¿de qué está llena la política partidista de nuestros días? De cálculos; del más grosero, frío e inatendible recuento para conseguir a cualquier precio unos cuantos votos, un escaño, una posición, una prebenda. ¿Cuál si no, es el mérito de los dirigentes de esta hora? Perdido el rumbo, extraviada la brújula, se les olvida el ideal gomezmoriniano: “… ni la violencia, ni el fraude, ni la confusión pueden hacer que muera ente anhelo de libertad y de limpieza del pueblo de México”.[5] O para decirlo de manera más sintética, atentos siempre a la voz del maestro por excelencia: “Lo importante no es el poder, sino aquello para lo cual debe servir el poder”.[6]

Y bueno fuera que la cosa parara en que los servidores inteligentes no ascendieran, pues contrario a dicho principio, abundan los servidores estúpidos que sobresalen del montón hasta encumbrarse en posiciones en lo absoluto acordes a sus talentos o aptitudes. Qué lejos quedan, en el tiempo, las palabras de Abel Vicencio: “Se requieren cada vez en mayor número y de mejor calidad, dirigentes que lo sean no solamente por el puesto formal que ocupan, sino por su capacidad de iluminar los problemas con su inteligencia y de plantear las soluciones con la capacidad de su personalidad. Por eso también es de exigencia vital que los dirigentes del presente y del futuro, que dicen buscar el bien del partido, comparen los medios que ponen para alcanzarlo con la magnitud del bien que se pretende”.[7]

Sobre honrar a los antepasados, podemos leer estas palabras: “Poco honor haríamos a los fundadores si pretendiéramos que su obra nació terminada. No debe confundirse la inquebrantable fidelidad que todos debemos a los principios doctrinarios, con la inflexibilidad de las tradiciones emotivas y secundarias”.[8] Más aún, si “una tradición es una mirada acertada hacia el futuro, desde una convicción; de una suerte que los que fundan tradiciones no son los que miran hacia atrás. Gómez Morín no fundó esta tradición viendo hacia atrás. Gómez Morín fundó esta tradición, el PAN, mirando hacia delante”.[9] En los hechos, las intenciones de los fundadores -la doctrina panista- parecen tan débiles que se las lleva el menor soplo de viento; la brisa de unas cuantas palabras estratégicas que prometen lo incumplible con tal de alcanzar el objetivo de quien las pronuncia.

¿Estar por debajo de las circunstancias? ¡Ni hablar! ¿De qué otro modo puede describirse el 2009 o el 2010? ¿Y el 2011? Sobre la falsificación y simulación, don Manuel Gómez Morin advertía: “Nadie ignora ya cómo, en la raíz de los males colectivos de México, de los materiales a los espirituales, están las falsificaciones de las instituciones, la apatía ciudadana, el fraude a la representación disfrazado de caudillismo o de simulación democrática”.[10] Y Christlieb fijó la cuestión así: “No constituimos un partido al margen del Estado. Vivimos dentro del Estado en una lucha política que libremente seguimos por los caminos de la legalidad. Convivimos dentro de un régimen político que luchamos por transformar para que cada día más, sea realmente un estado de derecho”.[11]

En este tenor, si la dignidad de un ser humano se mide por la impresión que da, si como luego se dice: “Por las vísperas se sacan las témporas”, mal andamos pues, el PAN en Chihuahua, sus dirigentes, son sinónimo de fracaso electoral y de olvido flagrante de las aspiraciones e ideales de los padres fundadores de la institución: “Sólo quien esté dispuesto a aceptar los riesgos para mantenerse independiente, para defender su dignidad y además que esté dispuesto a ceder sus intereses personales o de grupo a favor del bien común, puede ser, naturalmente hablando, militante del PAN”.[12]

La alianza de Miguel Jurado, por lo menos con sus padrinos incrustados en las dirigencias, no se hace eco, en lo absoluto, de estas sabias palabras o de los sanos ideales que encarnan. ¿Méritos de ese aspirante y de algunos de sus valedores? Pocos, insuficientes, en todo caso escasísimos; hombres y mujeres, muchos de ellos -con él a la cabeza- de una sola habilidad ejercitada de manera impecable: Una facultad camaleónica para mudar de bandera conforme soplan los vientos que les hinchan las velas; se les olvida que el PAN está (estuvo) “en una batalla política en todos los campos: en el diálogo, la concertación y la discusión parlamentarias, en la movilización popular, en la batalla jurídica y de la opinión pública” -lo dijo Carlos Castillo-.[13]

Por lo pronto, bien por esa otra alianza de facto entre los panistas de convicción y congruentes que le dicen “no” a la oprobiosa imposición de una dirigencia carente de legitimidad moral, cuyos pobrísimo resultados saltan a la vista por lo demás, y se unen bajo las siglas de un fundado, querible, oportuno y necesario TUCOM: Todos Unidos COntra Miguelón.Luis

Villegas Montes. luvimo6608@gmail.com


Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *