Democracia y equidad de género, otra asignatura pendiente…por Aída María Holguín
Hablar de equidad de género en México, es hablar de una asignatura con múltiples pendientes. Lo saben las mujeres que por el solo hecho de serlo, no pueden aún concluir sus estudios básicos, o aquellas que deben defender su derecho al trabajo contra quienes por pertenecer al sexo opuesto son considerados más productivos o eficaces en el mercado laboral.
Y qué decir de quienes hace poco más de cincuenta años ejercen su derecho de voto, pero sólo pueden acceder al de ser votadas por ventura de las cuotas de género, impuestas en la historia reciente de este país, que dista mucho por ello mismo de ser verdaderamente democrático en términos de representatividad de las mujeres, con todo y que alcanzamos más de la mitad del padrón electoral.
Para la mujer actual, la actividad cotidiana es una lucha permanente para salir adelante y conciliar los aspectos personales, familiares, profesionales y laborales, porque vivimos aún inmersos en una sociedad cuyas reglas están muy alejadas de ajustarse a las necesidades de la mujer madre, mujer profesionista, mujer campesina, obrera, de la mujer violentada, y un largo etcétera que escribe páginas de desigualdad e injusticia en la cotidianeidad de este México en que vivimos.
Quizá fue en ese esfuerzo de conciliación, que adquiere importancia la conmemoración del 8 de marzo como día internacional de la mujer, donde la búsqueda de equidad se ha mantenido por más de cien años.
Y es que es bien sabido por todos, que la lucha por la igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, es una lucha que aún no ha llegado a su fin y que al parecer durará por muchos años más.
Para poder ubicarnos correctamente en el marco de esta lucha en busca de una verdadera equidad de género, es importante considerar algo que recientemente escuché en un taller ofrecido por la Agencia Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC): “No se trata de hacer mujerismo”.
Y es que frecuentemente suele confundirse “mujerismo” con “feminismo” o peor aún, con “equidad de género”. Concepciones que sin lugar a dudas, son totalmente diferentes.
De ahí la importancia de aclarar que la conmemoración del Día Internacional de la Mujer va más allá de un festejo solo por el hecho de ser mujer. El 8 de marzo, debe de ser momento para recordar y reflexionar sobre los avances y retos aún vigentes en esa ardua lucha en pro de la igualdad, la paz y el desarrollo de hombres y mujeres.
Aunque históricamente el mujerismo o feminismo eran los términos aplicados a los movimientos ciudadanos que buscaban la no discriminación de las mujeres, hoy por hoy, se trata de una incesante búsqueda por la “equidad de género”; factor imprescindible para fortalecer la democracia.
Es ahí, en el estricto sentido de lo que “equidad de género” representa, donde radica el verdadero objetivo de esta lucha histórica, no solo de mujeres, sino también de hombres convencidos de que con el aún existente “machismo” en nuestra sociedad, se dificulta la creación o reforma de las leyes, sus normas y sus procedimientos, además de limitar el apoyo para la creación o crecimiento de programas que impulsen la equidad.
De acuerdo a la definición de la Organización de las Naciones Unidas, equidad de género se refiere a la capacidad de ser equitativos y justos en relación al trato de hombres y mujeres, teniendo en cuenta sus diferentes necesidades. En una situación de equidad de género, los derechos, responsabilidades y oportunidades de los individuos no se determinan por el hecho de haber nacido hombre o mujer.
Desafortunadamente, muchos de estos derechos solo han podido “ejercerse” a través de la creación de Leyes; lo que de alguna manera nos indica que se hace por obligación y no por convicción.
En el caso de México, un claro ejemplo de esta “obligación”, es lo señalado en el numeral 1, del Artículo 219 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE): “De la totalidad de solicitudes de registro, tanto de las candidaturas a diputados como de senadores […], deberán integrarse con al menos el cuarenta por ciento de candidatos propietarios de un mismo género, procurando llegar a la paridad”. Este ordenamiento, en muchas ocasiones ha sido interpretado de la siguiente manera: “deberán integrarse con NO MAS del 40% de candidatos propietarios del género femenino”. –Del Numeral 2, mejor ni hablamos–
Esto, sin considerar que en ocasiones hacen el registro de candidatos cumpliendo con esa “obligación” y en caso de resultar electas para dicho encargo, son “invitadas” a solicitar licencia y dejar así el lugar al suplente del género masculino.
Sin demeritar lo logrado con el paso de los años, gracias a todos aquellos hombres y mujeres que por convicción no han quitado el dedo del renglón en el tema de equidad de género, es necesario reconocer que aún falta mucho para que realmente exista equidad de género en nuestro país. La equidad de género va más allá de conmemorar el 8 de marzo. Más que felicitaciones, se requieren acciones.
La política estadounidense Bella Abzug, atinadamente afirmó que “La prueba para saber si puedes hacer un trabajo o no, no debería depender de la organización de tus cromosomas.” Tampoco debería depender de la variable genética XX o XY. Hay que entender, respetar y aprovechar las ventajas complementarias de ambos géneros.
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: http://laecita.wordpress.com
Últimos comentarios