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El PRI se hizo bolas…por Javier Quiñones y Manuel Rentería

PRICRÓNICA CON INSULTOS, GRITOS Y VENTANEADAS

—-Por Manuel Rentería y Javier Quiñones—-

La sesión ordinaria del PRI pintaba para ser una más del ex partidazo.

Como es costumbre, empezó casi media hora tarde.

Pero eso sería lo de menos.

Todo empezó cuando, tras mucho escuchar, Manuelita Díaz de plano se desesperó:

-Tengo una hora con cuatro minutos escuchando trivialidades, sin nada trascendente para nuestro partido. Les sugiero que estos cotorreos los hagamos cada mes y propongo que las juntas de los lunes sean para tratar asuntos de veras importantes.

Un espeso silencio inundó la sala.

Carlos Amaya asintió desde su lugar inclinando la cabeza, como apesadumbrado.

Entonces tomó la palabra Fernando Ramírez, el ex presidente del PRI. Para atizar el fuego empezado por Manuelita, por cierto:

-Veo un partido inactivo, no estamos haciendo nada, perdimos la presidencia de Delicias y diputaciones, estamos de cara al proceso presidencial y tenemos que hacer algo. No debemos perder el tiempo, como bien dijo Manuelita, en cosas intrascendentes.

Algunos se arrellanaron en sillas.

-Ni siquiera hemos revisado el padrón, tenemos presidentes seccionales que todavía están en Nueva Alianza; ni siquiera sabemos cuáles funcionarios priístas siguen en el actual gobierno municipal –agregó Fernando.

Aparte, como si estuviera en la luna, el ingeniero Gurrola –uno de los acarreados de Pablo Vargas- aprovechaba el tiempo haciendo cálculos aparentemente ingenieriles o quizás jugaba al Gato.

La cosa pintaba pues para una sesión de autocrítica.

Tocó turno a Pablo Vargas:

-Sabemos que las finanzas del partido no están sanas. Por lo tanto, algunos compañeros –y aquí pidió ponerse de pie a los quince empleados de la Junta de Aguas que llevó a la sesión -decidimos ampliar nuestra aportación voluntaria al partido y a partir de esta semana será un poco más.

Volvió Gallegos, muy de huaraches de pata de gallo y camisa costeña, a tomar la palabra. Esta vez sólo para derramar el vaso:

-Sé que uno de nuestros regidores priístas no cumple con la obligación estatutaria de entregar su 10% al partido, es decir, ¡se nos rajó!

Los tricolores quedaron pasmados, atinando apenas a mirarse unos a otros, destanteadones.

El aire se sentía denso, muy pesado allí en el recinto “Luis Donaldo Colosio”.

Fue en ese momento cuando explotó doña Argelia Silva. Sacó algo que traía muy atravesado en el pecho, a juzgar por lo que espetó inopinadamente a sus correligionarios:

-¡Mira, Carlos, yo no me rajo! ¡Nunca me he rajado! Pero no le daré mi dinero a un partido que no apoya a los actuales regidores priístas. Es más, yo no soy regidora priísta. Yo estaba en el lugar 3 y ustedes me mandaron hasta el 6. ¡Estoy aquí porque me impuso César Duarte, porque no confiaba en los chamacos que ustedes iban a poner! –señalando a Carlos Amaya.

Restregó:

-¡Es más, ni siquiera los conocía!

-Argelia, no sabía que eras tú –intentó disculparse Gallegos, pero el daño estaba hecho.

-Ya tocaste el tema y quiero aclararlo –insistió la Coronela del Cabildo.

Y fue más lejos aún:

-Quiero que quede bien claro: ¡Yo no soy regidora priísta, si por ustedes fuera no estaría ahí!

Una soldadera salió al quite del los atribulados Amaya y Gallegos, la “China” Molina.

La chaparrita tricolor recorrió a grandes pasos la distancia que la separaba de Argelia, y ya frente a ella, señalándola con el índice, le dijo mirándola desde abajo directamente a los ojos:

-¿Cómo que no eres priísta si siempre has vivido del PRI?

Desconcertada, Argelia atinó a responder:

-Yo no necesito el dinero del PRI, yo vivo de la pensión que me dejó mi marido.

-No lo creo, ¡tú siempre has vivido del presupuesto! Todos los puestos que has tenido te los ha dado el PRI…

Ya todo mundo estaba parado. Los cuchicheos tornaron en gritos y estos en alaridos.

Mientras tanto, Fernando Ramírez solicitaba a Carlos Amaya una moción de orden, inútilmente.

Luego vendría la calma.

Ya en corrillos, algunos comentaban aquella memorable ocasión cuando la Coronela Silva abofeteó a Aurelio García.

A la hora del pastel, como si nada, compartieron rebanadas Argelia Silva, Fernando Ramírez y Carlos Gallegos.

El viejo PRI en su tinta.

Genio y figura hasta la sepultura.

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