PARTE I
2. El Padre Chente
El Padre Chente llegó a hacerse cargo de la Parroquia en medio de una situación de conflicto.
No era él la causa.
Sucedía que en el transcurso de unos pocos años, la Parroquia había cambiado ya en tres ocasiones de manos. Y él, el Padre Chente, era el cuarto sacerdote que llegaba en ese periodo.
La Parroquia había conservado tradicionalmente por largos años a sus pastores; el último antes de estos cambios había permanecido siete años en el encargo, y era el que menos había durado. Antes que ese, se contaban ciclos de catorce, diecisiete y once años respectivamente.
Así que la comunidad se sentía inquieta, se percibía intranquilidad e incertidumbre. Circulaban los rumores. El más fuerte era el de que el señor Arzobispo había adquirido animadversión por la grey, y los castigaba de esa manera. El rumor tenía su origen en el desencuentro que se había presentado recién asumido el Arzobispado por el nuevo Obispo, que muy pronto comenzó a dejar ver su mano en un trabajo de muchísimos años realizado por su predecesor, a quien el pueblo había llegado a adorar y que se había visto obligado al retiro, en cumplimiento -un tanto forzado- de lo establecido por el Código de Derecho Canónico, según el cual “Al Obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias[1]”.
El pueblo no se tragó nunca el pretexto para sacar en definitiva al Arzobispo tan querido, y de alguna manera responsabilizaba a quien vino a ocupar su lugar. Y éste sentía, si no el rechazo, sí la escasa aceptación que tenía.
Entre esto y los repentinos cambios de Párroco, se dio la llegada del Padre Chente a la comunidad.
La próxima semana el capítulo 3: “Luciano”.
David Rubio
September 25, 2011 at 3:56 pm
¿Que ondas? ¿Estuve esperando toda una semana para que solo me entregaran una media página?
Luis Arturo Chavarría Camargo
September 26, 2011 at 3:25 pm
Apreciable Doctor Rubio:
En primer término, le quedo agradecido por haberse tomado el tiempo para leer los dos capítulos publicados hasta ahora. Y no puedo menos que reconocer que una semana de espera tiene muy poca recompensa en un texto tan breve como este segundo capítulo.
En atención a esto, he enviado una nota a la Dirección Editorial de El Sentido, confiando en que encontremos la forma de hacer más grato el avance en la lectura de la novela.
Por favor, téngame un poco más de paciencia, y verá que conseguimos que El Sentido nos apoye para lograrlo. No tengo ninguna duda de que así será.
Mientras tanto, mi gratitud en este abrazo.