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Por el bien del pueblo (capítulos 11,12,13 y 14)…por Luis Arturo Chavarría


PARTE I

11. Nabor

Nabor López era, quizá, el gallo más jugado de entre los que suspiraban por la candidatura del PRI. Su papá y su abuelo habían sido Presidentes Municipales, y además, su papá había alcanzado también la Diputación local. Si alguien conocía desde adentro el teje y maneje de la política local, ese era Nabor.

Por eso, cuando supo que la líder del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Municipio, Leonor Acosta, iba a proponer al Partido su precandidatura -la de ella, por supuesto- buscó un acercamiento.

Si algo tenía claro Nabor, era la pésima imagen que el Sindicato mostraba ante la comunidad. Gente que ganaba sueldos elevadísimos sin haber siquiera concluido la primaria, con un horario de lo más cómodo y unas prestaciones exorbitantes.

Claro; no era de extrañar que Leonor creyera que tenía fuerza política. La tenía al interior del Partido, ya que sus representados constituían un núcleo numeroso del voto duro y eran la base de las brigadas de campaña, dado que el acceso a un puesto a través del Sindicato costaba la incondicionalidad; y una insubordinación costaba el puesto.

Pero de eso a que pudiera aspirar a la aceptación de la gente, fuera del gremio, había un mundo.

Así que hizo su labor.

Concertó citas, buscó coincidir en eventos, se hizo invitar a reuniones, en fin.  Consiguió finalmente sentarse a la mesa de negociaciones con Leonor.

La señora, desde luego, no era tonta. Fue capaz de ver su posición y medir sus posibilidades.

Nabor contaba con un fuerte grupo también al interior del PRI. Los viejos, que ya se habían resignado a cargar con el mote de “los dinos”, impulsaban su precandidatura. Y no podía despreciarse su influencia. Podían destrabar asuntos en el Estatal e incluso, en el Nacional, con una sola llamada telefónica. Gente muy importante les debía favores.

Así pues, luego de tres o cuatro semanas de negociación, Leonor ofreció el respaldo del Sindicato a la precandidatura de Nabor a cambio de algunas posiciones: tres de los secretarios obtendrían licencia para ocupar puestos en el tercero y cuarto nivel de gobierno; se les otorgaría un terreno para construir el nuevo local del Sindicato y se les apoyaría también en la construcción. El marido de Leonor obtendría una Regiduría entre las primeras cuatro posiciones. Y ella misma recibiría el espaldarazo para reelegirse en la Secretaría General del Sindicato, obteniendo algunas concesiones en la revisión del Contrato Colectivo que tendría que realizarse durante el segundo año de la gestión del próximo Presidente Municipal.

Con estas cartas en la mochila, ambos líderes consideraron ventajosa la consolidación.

No creía Leonor que esta alianza fuera una traición a las pláticas que había sostenido con la gente de Luciano, ya que nunca habían ido más allá de platicar que sería bueno apoyar a Luciano y fastidiar a Ramiro, pero hasta ahí. Así que la formalización de la precandidatura de Nabor ocurrió de la manera menos pensada.

En una Asamblea General Ordinaria del Sindicato, Leonor Acosta propuso que se invitara a Nabor López a participar en el proceso interno de selección de candidato a la Presidencia Municipal, ofreciéndole el apoyo del Sindicato. Las razones: la experiencia y buena imagen de Nabor en el mundo político. Se aprobó por unanimidad, y de ahí salió la noticia de que Nabor López era uno de los precandidatos.

No pudo salirle mejor.

12. La misa ya no es “de gallo”, ahora es “de grillo”

“¿Vas a misa de grillo?”, era la pregunta que se hacían al encontrarse camino de la iglesia las gentes del pueblo.

Y es que el Padre Chente cada vez dedicaba más tiempo de sus sermones a crear conciencia política en su grey.

Desde luego, esto tenía tantas interpretaciones como asistentes al culto, que después se multiplicaban en tertulias donde no se hablaba de otra cosa.

Lo que se daba como un hecho, era que el Padre Chente tenía tendencia albiazul. Primero, por su íntima amistad con Fernando y Flor, y luego, por su insistencia en que levantaran “la cara al cielo, para pedir a Dios luz en la decisión”.

“Si el cielo es azul, pos hay que votar azul”, interpretaban las gentes.

Y luego, cuando se extendía en señalar desigualdades e injusticias, la gente entendía en esto una crítica al sistema emanado del PRI que tantos años había sido hegemónico en el poder.

Así que, fuera o no cierto, la comunidad interpretaba que la inclinación política de su pastor favorecía al PAN, y que sus sermones inducían a votar por ese Partido.

Llegó a ser tan fuerte la idea, que un grupo de católicos de filiación priísta envió una carta al Arzobispado y solicitó luego una entrevista para pedir que se llamara a cuentas al Padre Chente.

Y fue llamado.

13. Una sesión de la izquierda

Como lo había prometido, el martes a las siete y media en punto se presentó el profe Roberto en casa de José Manuel. Le abrió Pedro Manuel y lo invitó a pasar.

José Manuel estaba organizando en un viejo portafolios algunos documentos que pensaba le serían necesarios: su acta de nacimiento, la de matrimonio, su credencial de elector, la Cartilla del Servicio Militar Nacional, algún comprobante de domicilio, su licencia de manejar. Todo esto en una carpeta, en original y dos copias. Agregó una libreta que había comprado para anotar todo lo que le pareciera importante, dos plumas -negro y rojo- y un lápiz. Ya vería luego qué le faltaba y lo agregaría.

Sandra recibió al profe y le ofreció una silla en la cocina, invitándole un café. El viejo le agradeció, pero lo rehusó, alegando que nada más venía por José Manuel, ya que los estaban esperando en la oficina del Partido.

Entró José Manuel a la cocina, saludó y preguntó:

—¿Qué, profe? ¿Todo listo? ¿Nos vamos?

—¡Vámonos, muchacho! Que pasen buenas noches, Sandrita. Más tarde se los regreso.

Salieron y, caminando, se dirigieron a la ostentosamente llamada “Oficina del Partido”.

En realidad era un cuartucho anexo a una galera, propiedad del mismo profe Roberto, que había puesto a disposición del Partido. Él no utilizaba ni la galera ni el cuarto, así que instalaron un desvencijado escritorio de madera, algunas sillas -que no hacían juego-, un librero que él mismo había reparado y habían acumulado cajas donde mantenían el archivo. Una vieja máquina de escribir -la última que el profe había utilizado para desempeñar su trabajo antes de jubilarse- completaba el mobiliario.

Afuera, en la galera, habían acondicionado algunas bancas fabricadas con tablones largos, para celebrar las Asambleas, cuando la asistencia no cabía en la oficina.

Por todas partes colgaban carteles, posters, todo tipo de publicidad partidista. Un tablero de triplay desportillado sostenía avisos, oficios y notificaciones, colgando afuera, a un lado de la puerta.

Cuando llegaron, había ya algunas personas. José Manuel reconoció al profe Chepo, a Beto, a Pepe y a Armando. Estaban además otras cinco gentes, dos de las cuales había visto en el pueblo. Pero a los otros tres, no los conocía.

El profe Roberto se encargó de las presentaciones. Los dos conocidos resultaron ser los dirigentes locales de otros dos partidos políticos de izquierda. Y los otros tres, eran los líderes estatales de los partidos políticos reunidos en la Coalición.

Acercaron las sillas alrededor del escritorio, y el profe Roberto asumió la Presidencia de la reunión, sentándose en la silla detrás del mueble.

—Muy bien, señores, aquí lo tienen: éste es José Manuel Robles, nuestro candidato a la Presidencia Municipal. Ahora, lo que tenemos que hacer es comenzar a delinear nuestra estrategia para encarar estos comicios.

—Mira, Roberto. Yo creo que tenemos que definir lo más pronto posible las candidaturas a Regidores, para poder convocar a Asamblea y formalizarlas. Y en cuanto tengamos el Acta, acudimos de inmediato al Comité Electoral Municipal y registramos la planilla. Con eso podemos arrancar la campaña sin exponernos a sanciones -apuntó Javier Gutiérrez, líder estatal del Partido de la Revolución Democrática.

—Creo que Javier tiene razón -secundó Marcelino Torres, quien representaba a la dirigencia estatal del Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina-. Y si están de acuerdo, comencemos con eso y lo resolvemos hasta donde sea posible en esta reunión.

—De acuerdo -confirmó Adán Muriel, del Partido del Trabajo.

—De acuerdo -se sumaron en coro el resto de los asistentes.

—Muy bien -continuó el profe Roberto-. La situación está así: hasta ahorita tenemos la confirmación de la candidatura para Presidente Municipal, con José Manuel, aquí presente, y tres Regidurías, que son Andrés Becerra, de Alternativa, Nicolás Armendáriz, del PRD y Carlitos Bustamante, del PT. Nos quedan pendientes cinco, de las cuales dos van a ofrecerse a Arturo Marta y a Raúl López. Esto nos pone en situación de buscar a tres mujeres para las que faltan, y buscar ocho suplentes, que podrían ser cuatro hombres y cuatro mujeres, además de ver quién va como fórmula con José Manuel.

—Es decir, nos falta cubrir tres posiciones titulares y nueve suplencias -analizó Marcelino Torres-. Entonces, les propongo esto: puesto que somos tres partidos políticos los que vamos en la Coalición, que cada uno proponga una candidata a Regidora Propietaria -para completar las tres que nos faltan- y a tres candidatos suplentes, mínimo una mujer y dos hombres, o un hombre y dos mujeres. Cuando tengamos la lista de los suplentes, definimos a quién nombramos para suplente de José Manuel. ¿Qué les parece?

Los demás lo consideraron durante un momento y aceptaron, pues les pareció razonable y justa la propuesta.

—Lo acabo de anotar como acuerdo de la reunión -dijo Beto Rodríguez, el Secretario de Actas de Alternativa y que había sido designado por la Coalición para el mismo cargo mientras subsistiera como tal-. Ahora, necesito que fijen una fecha para revisar y aprobar las propuestas a estas candidaturas.

—¿Qué les parece de este viernes en ocho días? -propuso Javier Gutiérrez-. Nos da tiempo suficiente para entrevistar a los prospectos y asegurar a quienes quieran paticipar.

—Por mí, de acuerdo -dijo Marcelino.

—Yo también estoy de acuerdo -apoyó Adán.

—¡Es un acuerdo, entonces! -confirmó el profe Roberto-. Anótalo, Beto. Nos damos por citados para ese día, a las ocho, aquí mismo. Ahora -continuó-, tenemos que entrevistar a Arturo Marta y a Raúl López. Propongo que la comisión la encabece José Manuel, y que lo acompañe un representante de cada Partido, el que ustedes designen.

—Me parece bien -dijo Marcelino- y te comisiono a ti, Roberto, para que representes al Partido.

—De acuerdo -confirmó Javier-. Por nuestra parte, que sea Nicolás Armendáriz el representante del PRD, aunque no está aquí, pero es candidato a Regidor Propietario.

—Yo también estoy de acuerdo, y designo representante del PT a Carlitos Bustamante, nuestro candidato a Regidor Propietario -cerró Adán Muriel.

—¿La fecha para la entrevista? -solicitó el profe Roberto.

—Hoy es martes -dijo Beto-. Mañana podemos avisarles a los comisionados y pasado mañana, jueves, puede hacerse la visita, si les parece.

—Me parece bien -confirmó el profe-. Que visiten primero a Raúl, a las nueve de la noche, que es hora en que ya está en su casa, y de ahí se pasen con Arturo a la panadería. ¿Están de acuerdo?

—¡De acuerdo! -aprobaron unánimemente los demás.

—Muy bien. Beto, tú te encargas de avisarles -zanjó el punto el profe Roberto.

El resto de la reunión lo ocuparon en discutir la organización de la plataforma electoral y un bosquejo de la campaña, con un probable itinerario de visitas, dejando para la mitad del desarrollo la visita a la única Sección Municipal, que estaba algo retirada de la cabecera.

El último acuerdo fue comprar café y galletas para la siguiente reunión, ya que hicieron falta.

A las once y media de la noche dieron por terminada la reunión.

14. Cada chango a su mecate

El Padre Chente acudió al llamado del Arzobispo.

No ignoraba de qué se trataba.

Aún entre los “denunciantes”, contaba con algunos amigos que lo previnieron tanto de la carta enviada como de la entrevista de los priístas de su grey con el Obispo.

Sabía, además, de los rumores que en la comunidad corrían, en los que se afirmaba que apoyaba al PAN y a sus candidatos.

Y sabía -esto era lo que enredaba el asunto- que el Arzobispo tenía una antigua amistad con el actual Gobernador del Estado -priísta- y con muchos de los políticos del actual Gabinete.

Hizo antesala durante dos horas, a pesar de tener cita. Sabía que el Arzobispo estaba solo en su oficina, y que lo hacía esperar de propósito.

Al fin, fue llamado a comparecer.

La entrevista se prolongó hasta el atardecer.

Ratificados sus votos de obediencia, salió de las Oficinas del Arzobispado, y regresó a su Parroquia.

El Arzobispo lo vio abordar su vagoneta desde la ventana, mientras realizaba algunas llamadas telefónicas que verificaba en una lista de su agenda del día. La última, al Gobernador.

¾Todo está resuelto, Fabián. El Padre Chente ha recapacitado y me ha confirmado que no habrá más intranquilidad en su grey. Nos vemos el sábado, como quedamos, para tomarnos ese café.

Colgó, dibujando una sonrisa en su afeitado rostro.

FIN DE LA PARTE I

La próxima semana la parte II, con los capítulos 15, 16 y 17.

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