Presentan concierto a 2 voces
- Con su canto, 29 jóvenes en situación de violencia y marginación extrema, envían un mensaje de paz y libertad
- Desde esta ciudad fronteriza, donde predominaba el miedo ocasionado por el crimen organizado, elevan voces contra la delincuencia y la drogadicción
- Ante el Titular de la Sedesol, Heriberto Félix Guerra, los jóvenes del taller “Hagámoslo”, dejan constancia de que se puede fortalecer el tejido social con educación y cultura
Con la alegría de la música, 29 jóvenes en situación de violencia y marginación extrema decidieron construir paz con el arma más poderosa y efectiva: su canto. En esta ciudad fronteriza donde hasta hace dos años predominaba el miedo, la incertidumbre y el hastío ocasionados por el crimen organizado, hoy se elevaron al viento las voces de la esperanza.
En el Centro Cultural “Paso del Norte”, en esta ciudad que antes fue sinónimo de violencia y desamparo, hoy estos jóvenes del Taller “Hagámoslo” de los Centros de Desarrollo Comunitario coordinados por la Secretaría de Desarrollo Social a través del programa Hábitat, compartieron escenario con la Orquesta Sinfónica de Alientos de la Secretaría de Seguridad Pública del Gobierno Federal, para enviar un mensaje de paz y libertad, y con ello hacer frente a las más graves peligros de la sociedad: la delincuencia y la drogadicción.
En este magno evento al que acudieron más de 2 mil personas, denominado “Concierto a 2 Voces”, la poesía, el sonido y la armonía dejaron constancia de que es posible dar respuesta clara y contundente a las amenazas más sensibles para los jóvenes y niños de México.
Con instrumentos musicales en la manos, estos muchachos que antes pasaban hambre y frío, que estaban expuestos a los reclutadores de las organizaciones criminales, que alguna vez fueron acechados por el fantasma de la drogadicción, unieron sus talentos con músicos profesionales en un encuentro sin precedentes donde predominó un canto al unísono por la paz, haciendo eco en las conciencias de quienes ahí estaban.
Músicos de la policía y de las calles. Dos mundos, dos visiones. Fue un diálogo de voces en apariencia irreconciliables que tuvieron en común el enorme deseo de paz, expresado mediante la voz que se tradujo en creatividad y música.
Así, durante hora y media, y ante la presencia del Secretario de Desarrollo Social, Heriberto Félix Guerra; del Gobernador de Chihuahua, César Duarte, y del presidente municipal de Ciudad Juárez, Héctor Murguía, la orquesta sinfónica de la PFP y los jóvenes del taller “Hagámoslo” interpretaron nueve canciones creadas por estos últimos, en una fiesta de armonías, acordes y ritmos.
Dirigidos por los maestros José Juan Sebastían Carreón y Luis Manuel Sánchez Rivas, este grupo único hizo retumbar el recinto. Fue la máxima expresión de la música y la poesía escrita en el camión, en la calle, en el dolor y en el hambre; fue la expresión y la fuerza de estos jóvenes deseos de reconstruir el tejido sociedad con una partitura.
En Ciudad Juárez, donde hasta hace más de año y medio se presentaba el mayor número de homicidios en el país, la Sedesol le ha apostado a la obra humana sobre la parte material, para fortalecer el tejido social y comunitario y, de esta manera, desalentar la violencia y la criminalidad.
A través de sus 34 Centros de Desarrollo Comunitario (CDC) y el Programa de Rescate de Espacios Públicos, que opera el Programa Hábitat, la dependencia federal fomenta la educación, el deporte, la cultura, actividades determinantes en el desarrollo integral y pleno de los juarenses que viven en polígonos urbanos de alta marginación.
Este es el caso de Isaías, Flor y Felipe, tres “chavos” que se la vivían en las calles “tirando barra” con la banda, alcoholizándose y drogándose, lejos de sus familias, sin interés por aprender y superarse.
Hoy “Los del Sótano”, como se hacen los muchachos del taller “Hagámoslo” de Ciudad Juárez, aprendieron a componer música, crear sus propios instrumentos, e, incluso, ya grabaron su primer disco compacto, con canciones compuestas por ellos mismos.
Los talleres que se imparten en los CDC se han convertido en verdaderas opciones para que los jóvenes dejen el mundo sórdido y violento de las calles por un destino más promisorio, principalmente en las ciudades con alto índice delictivo como Juárez, en Chihuahua; Nogales, Sonora, y Tapachula, Chiapas, entre otras.
“Nos importa el destino de los jóvenes, especialmente de quienes no estudian ni trabajan, por ser los más vulnerables al consumo de drogas y de ser enganchados por el crimen organizado”, ha dicho el titular de la Sedesol, Heriberto Félix Guerra, al señalar que es preferible tener bandas musicales, que bandas dedicadas a la venta de drogas.
Este coro de 29 jóvenes (19 de Nogales, Sonora; 1 de Chiapas y 9 de Ciudad Juárez), de entre 18 y 25 años, que antes pudieron haberse enfrentado en las calles en bandos contrarios o haberse encontrado en un “picadero”, se unieron para dar lo mejor de cada uno en un magno concierto que tiene como único fin coadyuvar en la construcción de una mejor Ciudad Juárez más habitable y armónica.
Acompañados de la Orquesta de Alientos de la Secretaría de Seguridad Pública, interpretaron su propia música, música de la esperanza, que habla de sueños y vivencias cotidianas en el Paso del Norte, ciudad migratoria, árida y extremosa, donde la gran dinámica económica es similar al tamaño de sus desafíos en materia de seguridad y pobreza, pero que poco a poco va recuperando su rostro humano y digno.
Hoy, Ciudad Juárez está dejando atrás la inseguridad y las condiciones adversas y se esfuerza en reconstruir su ciudad y su tejido social, con el apoyo de los tres órdenes de Gobierno.
Entre los esfuerzos más valiosos que se llevan a cabo para lograr ese propósito destaca el taller Hagámoslo: haz tu poesía, haz tu disco, haz un instrumento musical, que el Gobierno Federal, a través del Programa Hábitat de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), puso en marcha en el marco de la estrategia Todos Somos Juárez, anunciada por el presidente Felipe Calderón en febrero de 2010.
El taller nació como un proyecto de reconstrucción del tejido social y de la cultura de la paz, en pro de una sociedad sana y libre de violencia. Al mismo tiempo, es un canal de expresión para jóvenes de 18 a 25 años de edad, que necesitan una alternativa real a la violencia y el desempleo.
La idea es rescatar a la juventud de las calles y alejarla de las conductas antisociales que comprometen su salud, libertad y vida para acercarla a la música y la poesía. El objetivo es devolver a estas chicas y muchachos a la sociedad como agentes multiplicadores del cambio, para que lleven a cabo en sus comunidades un proceso de recomposición social horizontal que mejore las condiciones en que viven y trabajan miles de familias mexicanas.
Los resultados ya se ven en el círculo más inmediato: el familiar. A sus 18 años Jazmín años pasaba sus días sumida en la depresión. Huérfana y al cuidado de tres hermanos menores, tenía muy pocas esperanzas. Era muy insegura, callada y hermética. Sin embargo, el taller le cambió la perspectiva y dio nuevo rumbo a su vida
Ahora escribe poesía, convive con los demás y dejó atrás la vestimenta negra y el cabello en la cara para compartir todo lo que aprende con otras y otros muchachos más jóvenes en los Centros de Desarrollo Comunitario.
Felipe, de 28 años y mejor conocido entre sus compañeros como El Changuito, es otro ejemplo de cambio. Hasta hace poco rasgueaba su guitarra en los autobuses urbanos para conseguir algunas monedas y mantener a su esposa y su bebé.
Entró al proyecto con la curiosidad de saber de qué se trataba y se volvió el principal motivador del grupo. Su mayor logro es haber aprendido a hacer metáforas para crear sus canciones y sueña con llegar muy alto con su música y sus amigos del tallerjuarense, que se hacen llamar “Los del Sótano”.
Por su parte, Isaías tiene 23 años, es trovador de camiones urbanos, pero parece de 17 por la desnutrición y las adicciones. En el taller aprendió a tocar la batería y la guitarra, conocimientos que comparte con sus cuatro hermanos, a quienes ya consiguió alejar de las calles, la banda y las drogas.
María Victoria, su mamá, está muy contenta con el cambio de sus hijos: “Yo le diría al gobierno que sigan apoyando estos talleres para que sigan los muchachos a superarse un poco más en lo que es la música, que ya no quieran andar nomas en la calle, que se diviertan en lo que es la música”.
Estas historias demuestran que es posible recomponer una sociedad deteriorada, con el apoyo institucional y la voluntad de cambio de quienes se niegan a aceptar un destino marcado por la violencia.
Fue la primera de muchas demostraciones de que el trabajo en equipo y la apertura de oportunidades rinden frutos en los niños y jóvenes que más lo necesitan en todo el país.
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