¡Vírgen del amor hermoso!…por Rafael Velázquez Ramírez
¡VIRGEN DEL AMOR HERMOSO!
(Ora resulta)
RAFAEL VELAZQUEZ RAMÍREZ
(ONASSIS)
¡Me lleva el demonio!. ¡Nomás eso nos faltaba!. ¡Ah que la que se cayó por asomarse!. ¿No les digo?. No se puede uno descuidar poquito, porque pa pronto lo quieren damnificar… “ ¡De seguro Onassis volvió a fumar de la achicalada, suprema verde, ala de ángel o cola de león!”. –Exclamarán el inteligente lector y la bella y marihuana lectorcita, al leer la introducción de esta diarrea mental… Nada de eso. Yo no le hago al “gallo”. El “caldo” es otra cosa… Permítanme explicarles caros míos fratelos, la situación que me atormenta. Aunque debería decir “nos” atormenta a todos los pertenecientes al genero masculino del verbo no te agaches porque así te va.
Sucede, torosos compañeros, que en la actualidad para poder demostrar que somos hombres, machines y cabrones, tenemos que proclamar a los cuatro vientos, con nuestras bien timbradas voces de barítonos fumadores de tagarninas infames, que somos jotos… ¡¿ QUEEEEÉ?.- Interrogará el macizo lector interrumpiendo la pinta de sus uñas y el separamiento de sus pestañas-. ¡Si!, así como lo leéis… Ya no va a ser válido golpear mujeres ( y después salir corriendo), embarazar hasta a la escoba, beberse cantina y media, cantar las canciones de José Alfredo, abrirnos todo el pecho pa echar este grito “qué lindo es Jalisco”, palabra de honor, para que se nos considere machos… Aunque, a decir verdad, eso de “lindo” se oye muy amanerado… Más desvarió. Os decía que según los cánones recién establecidos y con la conseja popular como aval, si queremos presumir de valientes, entrones y nada rajados, tenemos que dar a conocer, en público de la gente, que nos gusta el arroz con popote. Si nuestro deseo es el que se nos considere como osados, atrevidos y audaces, es menester confesar, labios pintados de por medio, que nos place quebrar las nueces con los codos y que gozamos locamente cuando nos roncan en la nuca. Que nuestro regocijo es inigualable cuando cachamos granizo y que nos sentimos divis divis al ser comparados con utensilios de cocina. Y no me refiero a los cuchillos, si no a los puñales. Armas blancas venidas a menos por una corrupción infame del lenguaje.
Desde mi autorizado concepto, y no lo digo por necia vanidad, si no por experiencia galopante, cada quien es libre de hacer con su corpachón, su dignidad y su espíritu, lo que le venga en gana. Sin más acotamiento que el no obligar a los demás a que hagan lo mismo. Situación por demás proclive en aquellos que se auto nombran representantes de Dios y que más bien parece que a quien realmente representan es al Diablo. Remember la pederastia nefandaria que han venido practicando estos hipocorísticos de María.
Reitero, no se trata de quitar o de poner rey. De lo que se trata de es llevar a cabo el ejercicio pleno de la palabra mágica: COMUNICACIÓN. No va a ser con ocultamientos, escondimientos y segregaciones como vamos a poder convivir. Los homosexuales, hombres o mujeres, son tan seres humanos como tu o como yo. Y como tales, como humanos, se les debe de tratar… Ahora, no porque ellos, o ellas, tengan esa preferencia van a estar exigiendo un trato preferencial, no. La tolerancia es la virtud de los inteligentes. La imposición es el arma de los imbeciles… Eso de salir o no salir del “closet” es una opción muy personal, muy respetable y hasta digna de admiración. Pero, de eso a que quieran que les hagamos fiesta los que no comulgamos con sus inclinaciones, es una intolerancia mayor a la que se quejan.
No existe ni la más mínima posibilidad de otorgar prebendas o canonjía a nadie, sea cual fuere su condición física, moral o sexual. Se trata de un reconocimiento justo y ecuánime a todas las posibilidades habidas y por haber, en la amalgama que significa el pertenecer al genero humano. En eso radica la real convivencia, en el respeto. Nadie puede dar lo que no tiene y menos andar exigiendo lo que no da. Las preferencia sexuales, son un discernimiento intimo que debe ser respetado, apunte para donde apunte. Ese es un derecho inalienable. La responsabilidad que implica tal derecho, es respetar a aquellos que no comparten la misma opinión.
PD. Mientras las cadenas de los prejuicios mantengan atado al ser humano, jamás podrá volar gozando de su libertad… Esto está dicho, de ida y de vuelta.
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