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Por el bien del pueblo (final de la novela)…por Luis Arturo Chavarría

POR EL BIEN DEL PUEBLO (NOVELA)

Con esta publicación termina la novela. A los lectores que la siguieron, les agradezco su atención y sus comentarios. A El Sentido, el espacio y la oportunidad de acercarla al público. Espero que al menos les haya brindado algún momento de esparcimiento. Gracias de nuevo.

PARTE IV

25. Los cierres de campaña

Los cierres de campaña, que de acuerdo con la Ley tendrían que hacerse a más tardar tres días antes del primer domingo de julio, día de la elección, presentaron como siempre un problema: tanto el PAN como el PRI solicitaron a la Presidencia Municipal anuencia para realizarlo el miércoles a las seis de la tarde, en la plaza principal.

Era obvio que no podía otorgarse el permiso a ambos.

Y era obvio también prever quién obtendría el permiso.

El PRI recibió la autorización para realizar su cierre de campaña en el día, hora y lugar solicitados. Al PAN se le entregó un escrito aduciendo que el PRI había hecho su solicitud con anterioridad a la del PAN, y se anexaba una fotocopia a manera de prueba.

Esta situación provocó que el PAN lanzara a sus Regidores a protestar enérgicamente en la Sesión Ordinaria de Cabildo inmediata siguiente a la fecha de la notificación.

También a ellos les fue mostrado el documento que avalaba la solicitud en fecha anterior por parte del PRI.

Sin embargo, de buena fuente -inconformes al interior del propio PRI-, sabían los panistas que el documento había sido incluso mecanografiado en las propias oficinas de la Presidencia Municipal, y sellado como recibido con fecha anterior al del PAN. Esto sucedió cuando se enteraron en la Coordinadora de Campaña de Luciano que no se habían cuidado de solicitar el espacio para el cierre de campaña, y el PAN ya había presentado su solicitud por escrito.

La prerrogativa de picaporte llevó a Luciano, en compañía de Ricardo Estrada, Presidente del CDM del PRI, hasta la oficina de Ramiro González, el Presidente Municipal, quien de inmediato llamó a su propia secretaria, a quien hizo mecanografiar en papel membretado del Partido la solicitud dictada por Ricardo. Ahí mismo instruyó a la muchacha para ajustar el fechador del sello de recibido y estamparlo, registrando una fecha diez días anterior a la del PAN.

Como no había manera de demostrarlo, hubieron los panistas de conformarse con la autorización para realizar su cierre en el estadio de béisbol.

La concurrencia fue masiva a ambos eventos. Los observadores neutrales dejaron sentado que no era posible decir cuál de los dos tuvo más asistencia.

Ambos candidatos declararon al término de sus respectivos cierres, que con mucho, había sido más nutrida la participación ciudadana en el evento propio.

Por lo que hace a la Coalición de Izquierda, ante la carencia de recursos, programó su cierre de campaña para el domingo anterior al de las elecciones, es decir, una semana de anticipación al día de la elección; tres días antes de lo previsto por la Ley.

Esto para aprovechar la reunión normal de fin de semana de la comunidad en la plaza principal.

Lo cual hizo del evento un éxito. Y no hubiera sido necesario ampararse en la concurrencia dominical, ya que la capacidad de convocatoria de José Manuel hizo que la plaza estuviera abarrotada.

Los tres días restantes, los ocupó en visitar algunas colonias todavía, con un pequeño contingente de seguidores.

La opinión general seguía siendo la de la imposibilidad de señalar un favorito.

Cualquiera de los tres podía ganar.

Así, después del miércoles, se replegaron a velar las armas para la jornada electoral del domingo.

Todo quedaba en el voto de los ciudadanos, en su conciencia cívica para acudir a las urnas y elegir a su próximo Presidente Municipal.

26. Juego sucio

Los primeros pasquines aparecieron regados por la ciudad la madrugada del jueves.

En ellos, de manera apócrifa, se “denunciaba” la doble cara de Fernando Durán, el candidato del PAN. En medio de una redacción destartalada, plagada de faltas de ortografía, se hablaba de que el íntegro ciudadano que decía ser Fernando, golpeaba a su mujer durante las frecuentes discusiones que sostenían, y se afirmaba que no había sido denunciada la conducta porque Flor, su mujer, se encontraba amenazada, todo lo cual era del total conocimiento de los dirigentes del Partido, que solapaban estas irregularidades y atropellos.

La respuesta apareció al día siguiente, en la misma forma en que había surgido el primer panfleto. Ahora se acusaba a Luciano de negocios deshonestos, y de haber comprometido a cambio de apoyo la instalación de dos nuevas empresas, que representaban la generación de más de dos mil empleos. Además, se afirmaba que se encontraba en medio de una relación extramarital con la secretaria que había atendido su Coordinadora de Campaña.

Y junto con este, apareció otro más, asegurando que el taller de reparaciones de aparatos eléctricos de José Manuel era en realidad el punto de recepción de artículos robados por malandrines y adictos, que ahí malbarataban el producto de sus fechorías para comprar alcohol y droga.

27. La jornada electoral

El primer domingo de julio del año de la elección ordinaria, a las ocho horas, los ciudadanos nombrados presidente, secretario y escrutadores, propietarios, de las mesas directivas de casilla, procederán a la instalación en presencia de los representantes de los partidos políticos que concurran, levantando el acta de instalación de la casilla, en la que deberá certificarse que se comprobó que las urnas estaban vacías. Artículo 116 de la Ley Electoral del estado de Chihuahua.

A las nueve de la mañana, la Asamblea Municipal tenía el reporte de diecisiete casillas instaladas con pequeños retrasos por la inasistencia de algunos funcionarios y sólo dos que aún no se instalaban. El resto, funcionando con normalidad.

A las diez, la Asamblea Municipal comunicaba a la prensa, de campamento permanente en las oficinas, que la totalidad de las casillas se encontraba recibiendo con normalidad la votación del electorado del municipio.

A las once y cuarto llegaron los primeros reportes de incidentes. Todos menores, sin trascendencia, y todos oportunamente atendidos y resueltos.

A la una de la tarde se reportaba ya una participación del cuarenta por ciento del padrón, lo que indicaba que se rebasaría con mucho el promedio histórico de votantes en una elección.

A las cuatro de la tarde se tenía conocimiento de algunas casillas que se verían impugnadas por alguno de los institutos políticos participantes, que preparaban las protestas escritas para entregarlas al cierre.

A las cinco de la tarde se reportaba una jornada tranquila en lo general, con una copiosa votación.

A las seis de la tarde comenzaron a cerrar casillas, y se dio paso al largo proceso de recepción de paquetes electorales en la Asamblea Municipal, declarada en sesión Permanente hasta el vencimiento del plazo legal para la entrega de paquetes electorales, que en el caso del municipio concluiría a las 00:00 horas de ese día, ya que el plazo máximo para la entrega de paquetes en zonas rurales estaba fijado en seis horas, contadas a partir de las seis de la tarde que debía ser la hora de cierre de las casillas, salvo la presencia de votantes en espera de turno, si fuera el caso.

La Asamblea iría computando los paquetes en su orden de llegada y anotando los resultados en un pizarrón que se habían preparado para este caso, y que al término del procedimiento sería exhibido públicamente para que el resultado preliminar de la elección fuera conocido por cualquiera que se interesara en ello.

La característica general fue el alto porcentaje de participación: rebasó con varios puntos el sesenta por ciento, lo cual constituía un récord en el municipio.

Otra característica notoria fue lo cerrado de los resultados en todas las casillas. Pocas, muy pocas, arrojaban un margen superior al 5% de ventaja para alguno de los candidatos.

Exactamente a las once de la noche con veintitrés minutos llegó el último paquete, el de la Sección Municipal, que era la comunidad más alejada de todas. Llegó sin incidentes y pasó a ocupar su turno de espera para el cómputo.

Poco a poco se fueron contabilizando todas las actas, hasta que la cuadrícula de registro en el pizarrón se completó.

Para cuando el Presidente de la Asamblea Municipal terminaba de anotar los números de la suma de los resultados preliminares, ya los representantes del candidato ganador habían salido a notificar a los seguidores que hacían guardia afuera de la Asamblea, que a su vez llevaron la noticia hasta la oficina donde los líderes esperaban, junto con una muchedumbre, la confirmación de las cifras que sus copias de las actas de escrutinio mostraban.

Y primero rumor, luego grito, finalmente rugido, el pueblo despertó de su letargo nocturno al grito que invadió las calles:

¡Ganamos!

F I N

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