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¡¡¡Qué calorón!!!…por Rafael Velazquez Ramírez

!!!QUE CALORON!!!

(Me asusto el tren)

RAFAEL VELAZQUEZ RAMIREZ

(ONASSIS)

            El otro día estaba haciendo un calor infernal. Si, el diablo estaba planchando y me tenia junto a el con el pretexto de enseñarme. Yo lo mande al ídem y mejor me fui a trabajar.

            No se crea el inteligente lector y la bella y calorienta lectorcita, que eso de caminar rumbo a donde se encuentra la oficina de este humilde y peloncito servidor, es pecatta minuta, no. Los tres minutos que separan mi sacrosanto hogar, que es de ustedes si me ayudan a pagarlo, del lugar donde laboro se convierten en una travesía por el Desierto de Kalahari o el de La Muerte en Arizona. Asi es, reconozco que no es como irme “al otro lado” toreando los calores, las serpientes, los polleros y los “minuteman”, pero si es suficiente para que mí ya casi senescente cuerpo sufra graves síntomas de deshidratación, mesmamente como si estuviera atravesando la “Sierra de las Consecuencias”, ahí, despuesito de “El Paso”

            Fue por eso que al llegar al centro de labores le anuncie a mi compañero: “Tengo una sed horrible”. El respondió: “Yo también. Lánzate por “algo” mientras voy al banco, porque el refrigerador esta vació”. Luego se largo dejándome revisando el mini refrigerador que, en efecto, estaba mas vació que una tumba violada y con idéntico aroma.

            No era  cosa de andar con miramientos. Me dirigí al expendio más cercano y adquirí un modesto seis de cerveza light.

            Aventando el alma por los poros regrese a la oficina, tome una cerveza, la abrí y le di un largo trago… La verdad, nunca me ha gustado el acre sabor de la cerveza, y menos a esas horas de la madrugada, pero lo ingerí con el propósito de que se me quitara un poco el sopor.

            Guarde el resto de las cheves en el refrigerador y me arrellane en el sofá, apurando el resto de mi “cerbatana bien helodia” diciendo: “!Uff, que caloron!”.

            De pronto y sin saber por que, empecé a sentir un extraño hormigueo en los pies. La rara sensación empezó a subir hasta llegar hasta las rodillas. Me puse de pie y realice algunas flexiones, pero el adormecimiento continuaba ascendiendo hasta los muslos. Cuando la parálisis me llego hasta la parte que las personas de buenas costumbres llamamos glútea, me preocupe y llame a la secretaria de enseguida para platicarle lo que me sucedía. Ella me contesto que de ninguna manera acudiría a mi oficina ya que tenía mucho trabajo y que era muy temprano para tomar cerveza, que mejor mas tarde.

            Colgué el aparato y ya la inmovilidad había avanzado hasta donde en algún tiempo tuve la cintura. Con horror indescriptible empecé a ver que la piel se me estaba poniendo plateada y dura como la lamina. Como pude me acerque al pequeño refrigerado con la esperanza de ponerme hielo en la cabeza, que me dolía de manera espantosa. Con un ultimo esfuerzo logre abrir la portezuela y pude darme cuenta que el mismo color de las cervezas restantes lo tenia yo en todo el cuerpo. Fue lo último que pude razonar pues quede de rodillas y con la cabeza dentro del refrigerador.

            Como a la media hora escuche pasos que entraban a la oficina. Pensé que era mi compañero y que al verme en tan comprometida postura me ayudaría, pero no. Lo que hizo fue voltear hacia el refrigerador abierto, camino hacia el, me tomo en vilo, me abrió y diciendo: “!Uff, que caloron!”, me empezó a beber mientras se despatarraba en el sofá.

PD. Entre el calorón y las campañas políticas me voy a volver más loco de lo que estoy!!!!.

PPD. No existe calor más rico que el de mi bienamada DELICIAS…. ¡¡¡SALUD!!!

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