Ahí está el detalle…por Luis Villegas
1.- Fui al cine. El acontecimiento no sería nada digno de mención de no ser por algunos aspectos que, en palabras de Cayetano, cuñado de Cantinflas en la cinta que presta su título a estas líneas, en otro contexto calificaría de: “Pelillos a la mar”, pero que infaustamente no lo son en este caso.
2.- Fui a ver “2033”. No vaya, usted; o sí vaya, pero vaya por su propia cuenta y riesgo. No respondo.
3.- Es posible, sólo posible, que usted como yo, haya decidido hace tiempo apoyar al cine nacional a través del gesto mínimo pero invaluable de asistir a las salas cinematográficas a gozar de cuanto estreno mexicano se presente, independientemente del título. Oiga asté, pero para todos hay límites, chato.
4.- No se trata de la fotografía oscura, del guión baboso, de la escenografía lamentable o de las “extras” forradas de blanco impoluto con vestidos de plástico y la apariencia de tamal oaxaqueño futurista mal envuelto, no, es que es… Todo. ¿Todo? ¡Todo! No, hay derecho, oiga.
5.- Después de los primeros quince minutos de proyección, sin nada mejor qué hacer, empecé a esbozar estas líneas. Mentalmente me regodeaba con la siguiente frase: “La película, tiene dos aciertos: La música y el final. La música, porque hay partes de la película que no tienen música; el final, porque a Dios gracias, en algún momento se va a acabar”. Pues no, ni eso. La película no sólo no concluye, sino que ¡dejó todo preparado para que haya segunda parte! En serio, para decirlo en la afligida voz de Dolores del Paso, esposa de Cayetano y supuesta hermana de Cantinflas: “!No podemos dejar que esto continúe!”. Pero continúa; y continuará pues están anunciadas segunda y tercera partes.
6.- Ya instalados en la trama, tenemos que la sinopsis de la cinta -con una marcada carencia de sinapsis- refiere que se trata de una película futurista, que se desarrolla en el año 2033 en la ciudad de México -llamada “Villaparaíso”- y narra la historia del licenciado Lozada, abogado cuya identidad real es la del “padre Miguel”, líder de un movimiento de resistencia, cuyo propósito es liberar al pueblo de un Gobierno dictador encarnado en la persona del malvado General Jamaro sometido a las órdenes de un político decadente conocido como “PEC”. Pablo, un joven financiero, deja su vida sumida en perpetua confusión para ayudar a los desprotegidos a fin de encontrar a su padre, de quien su madre -concubina del General Jamaro, por cierto-, le dice falsamente que murió; y que sin embargo permanece, vivito y de pie, criogenizado en un lugar oculto donde le practican un “lavado de cerebro”.
7- ¿Le suena de algo la historia? No lo dudo. Desde Orestes, que vengó la muerte de su padre, Agamenón, de la infidencia de Clitemnestra y Egisto; pasando por Hamlet y su venganza sobre su tío Claudio, casado con Gertrudis (madre de Hamlet); hasta Luke Skywalker en la “Guerra de la Galaxias”, la saga es idéntica: Un hijo medio desorientadón, engañado sobre la identidad de su padre, toma el camino de la vindicación y con ello le da sentido a su vida.
8.- Lo que la reseña no dice, es que lo más futurista de la cinta es el título; que la torre de Pemex resulta ridículamente reconocible; que se hace ecos de una construcción, el arco del Bicentenario, que finalmente no se va a construir; que el General Jamaro es idéntico (en lo pelón, en el uniforme y en los gorros) a Benito Mussolini; que el enfermo “PEC” es la versión tercermundista de Darth Vader, voz cavernosa incluida; que mantener a un ser humano de pie de manera indefinida es imposible -los equinos pueden dormir de pie porque su esqueleto lo permite-; que la unidad Tlatelolco seguirá siendo Tlatelolco en ésta y en la otra vida por más bruma que le pongan; y que una película buena o mala puede serlo con absoluta independencia de su costo. Ni en el cine ni en la vida, el costo o el precio resultan determinantes para tasar el valor de las cosas.
9.- A ver, pero después de destilar mi veneno, ¿dónde queda la edificante moraleja de estas líneas? No la hay. Es sólo que hace unos pocos meses, se celebró el décimo aniversario del estreno de la “Ley de Herodes”. Ese recuerdo me llena de nostalgia y alborozo. Nostalgia, porque extraño esa sensación que me producía la expectativa de ir a ver una película del llamado “Nuevo Cine Mexicano” y salir de la sala gozoso y plenamente satisfecho; alborozo, porque ése sí que es un divertido ejemplo de película con contenido y crítica social. Podrá decirse cualquier cosa de la cinta, excepto que no resulta hilarante e inteligente.
10.- En otro orden de ideas, se dice por ahí, sin empacho alguno, que “2033” se proyectó en la función de gala de la 15ª edición del Fantastik Film Festival en Lund, Suecia; la verdá es que a mí, ese hecho me da harta pena retroactiva.
11.- Yo, también sin empacho, me quedo con El Santo contra los mostros. No tenía intensiones ocultas ni pretendía ser lo que no era; uno ya sabía a lo que iba al cine; luego de apagadas las luces, la única posibilidad de sentirse defraudado era que los sosos diálogos se extendieran hasta lo indecible en perjuicio de las escenas de lucha. ¿Qué si había moraleja en esas películas? ¡Claro que la había! ¡Los buenos siempre ganábamos y los malos a fregarse!
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