En los últimos diez años el cultivo del frijol se ha visto muy afectado por las intensas sequias que se viven en el país, de tal suerte que la leguminosa que en algún tiempo fue la base de nuestra estructura alimentaria ha sido sustituida por otros alimentos que no se acercan remotamente a la riqueza nutricional que este proporciona.
El frijol debe recuperar soberanía, porque las generaciones nuevas de mexicanos han dejado de comerlo. De esta leguminosa recibimos buena cantidad de proteínas, carbohidratos y nutrientes como fierro y azufre. Sin embargo, ahora la comida chatarra lo sustituye, así como también al maíz.
Un taco de frijol es la combinación exacta, pues los aminoácidos que le faltan a uno, los tiene el otro, y a la inversa; se complementan muy bien; sin embargo, en México muy poca tierra cultivada de riego se destina a su siembra, entre otras cosas, porque hay productos más rentables, como la calabacita y verduras de exportación.
Ante ello, tienen que desplegarse esfuerzos multidisciplinarios y multifactoriales, con peso específico en la parte científica, como la investigación de su genoma para que haya más extensiones de cultivo, evitar pérdidas por plagas o sequías, y en el almacenaje, por hongos o gorgojos.
Actualmente, se trabaja en interacciones simbióticas con organismos, donde se estudia la fijación del nitrógeno; el frijol puede establecer una asociación con una bacteria del suelo y ya no requerir fertilizante nitrogenado, pues aquélla se lo proporciona a cambio de fuente de carbono, así sólo faltaría fósforo y potasio.
El frijol común es Phaseolus vulgaris, hay de muchos tipos, blancos, negros, cafés, pintos. Existen especies cercanas, como los ayocotes, Phaseolus coccineus, parecidos a las alubias; otra, el llamado frijol lima, similar a una haba en tamaño, muy apreciado en Sudamérica. Existen también especies silvestres domesticadas en México, como Phaseolus acutifolius, que crece en las dunas de Sonora; es resistente a las sequías y tolera temperaturas del desierto.
Con la secuencia de su genoma, es posible avanzar para obtener variedades resistentes a la sequía, determinar la región idónea del país para sembrarlas, establecer los tipos resistentes al frío y capaces de crecer en zonas elevadas; además, lograr el control de la calidad en semillas, el incremento en la producción y diseño de nuevos cultivos con propiedades combinadas, todo ello con la finalidad de volverlo a incluir como un alimento básico en la alimentación.
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