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Lo natural. Recubrimientos conservadores…por Samia

 

 
Los productos hortofrutícolas son alimentos básicos en la dieta humana, pero presentan el inconveniente de ser perecederos, por causas endógenas o exógenas; se dispone de ellos durante periodos cortos, además, en muchos de los casos se trata de cultivos de carácter estacionario.

La necesidad de tenerlos todo el año ha llevado a investigadores de la Estudios UNAM, a desarrollar un recubrimiento comestible para frutas y hortalizas en postcosecha; se elabora a partir de bioinsumos vegetales de extractos, aceites, gomas y ceras de plantas del semidesierto mexicano.

El proyecto, apoyado por la Secretaría de Economía y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), consiste en el aprovechamiento de vegetales como el orégano, damiana, gobernadora, hoja sen, sangre de drago y jojoba, ya que son variedades comunes que no necesitan ser cultivadas, pues crecen solas en el desierto.

Sus extractos se combinan con un polímero, siendo que a partir de esa mezcla, se obtiene un recubrimiento biorgánico, que puede aplicarse a frutas y hortalizas al momento de su cosecha, lo que contribuye a eliminar hongos y bacterias. También, puede hacerse de resinas aceitosas y aplicarse por inmersión o aspersión.

Este producto, empleado en fresas, brinda impermeabilidad y permite alargar su vida útil tras ser cultivadas, lo que es benéfico si se pretende exportarlas o consumirlas directamente sin necesidad de lavarlas. A ese fruto se le colocó un recubrimiento de extracto etanólico de orégano que no afectó su sabor, y se conservó en refrigeración hasta 25 días. Normalmente, en esta condición sólo dura alrededor de 10 y después lo ataca un hongo.

Esta alternativa, en el plano económico constituye una buena opción para los agricultores que buscan exportar.

Si bien los recubrimientos no son la única opción para preservar, sí es una de las formas que ofrece la ventaja de que son inocuos para la salud; además no alteran las características organolépticas y favorecen al consumidor, pues los componentes además de ser antioxidantes, son potenciales promotores del sistema inmunológico.
Además, su uso no afecta al ambiente, porque sus residuos son fáciles de degradar y constituyen una alternativa económica y eficiente.

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