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Cultivos transgénicos ¿Qué estamos comiendo?…Por Samia

 
 Ofrecen rendir mejores cosechas; no obstante, esta promesa no se logra con los genéticamente modificados de primera generación actualmente comercializados sin echar mano de mayores cantidades de combustibles fósiles, fertilizantes y mecanización, aunado a lo que normalmente se usa para su almacenamiento y transporte.

Éstos ganaron relevancia a partir de 1996. Para 2011, 16.7 millones de agricultores de 29 países trabajaban en su producción, con 160 millones de hectáreas plantadas, en 2010 se reportaron para México 0.1 millones de hectáreas y un año después, 0.2 millones de hectáreas dedicadas a cultivos genéticamente modificados.

A nivel mundial, los más comercializados son soya, con 75 millones de hectáreas; maíz, con 51 millones; algodón, 24.7 millones, y canola, para aceites, 8.2 millones.

Estos alimentos, apuestan a la eficacia agronómica, resistencia a insectos y tolerancia a herbicidas, características atractivas para el agricultor, pero imperceptibles para el consumidor.

Los cultivos genéticamente modificados de segunda generación son más resistentes a enfermedades, insectos específicos o bien presentan modificaciones enfocadas a elevar la calidad en los productos. Algunos de estos no sucumben con facilidad a hongos y virus y entre las variedades desarrolladas más comunes están papa, sandía, pepino, calabaza, soya y canola, y con modificaciones para retardar su maduración: jitomate y papaya.

También se desarrolló el llamado “arroz dorado”, que expresa genes de flores como dientes de león o narcisos para lograr la producción de provitamina A y hay un maíz con alto contenido de lisina, para alimento de pollos y ganado.

Se conocen como de tercera generación los genéticamente modificados, utilizados como biorreactores, primordialmente para producir medicamentos, vacunas y substancias farmacéuticas/industriales no comestibles, pero que se expresan en un cultivo que sí lo es. Su evaluación de riesgos resulta mucho más complicada puesto que su posible mezcla con granos normales sería cuestionable para la salud del hombre, o resultaría peor si estos maíces polinizaran variedades nativas para consumo humano.

Algunas de las promesas de la biotecnología fueron aumentar el rendimiento en la producción, algo que no pasó. Tampoco favoreció la preservación del ambiente, no incrementó la producción de alimentos, ni amplió o restituyó la frontera agrícola.

Lo que si cumplió es lo referente a semillas resistentes a herbicidas; sin embargo, la complejidad de la tecnología hace que el acceso a éstas sea restringido.

La esencia de esta especialidad es la manipulación de la materia a escala atómica y molecular, donde los virus pueden atravesar una célula. En cuanto al tamaño, las propiedades físicas, químicas y biológicas más allá de lo microscópico difieren a las conocidas, como en el carbono, que se vuelve superconductor; el oro, reactivo y el aluminio explosivo.

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