Actualmente en Morelia, se trabaja en la conservación de un zapote silvestre conocido localmente como zapote prieto, especie vegetal arbórea recién descubierta en el año 2005 y que ahora se encuentra en peligro de extinción.
Como parte de las acciones de conservación de esta especie, a mediados del presente año se sembraron 52 individuos en el campus Morelia de la UNAM; además, se han donado algunas plantas a los jardines botánicos de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y del Cerro del Punhuato, en la misma ciudad.
El zapote prieto presenta tanto hojas como frutos; éstos son mucho más pequeños que los del zapote negro (Diospyros digyna), que se comercializan en numerosos mercados del centro del país.
En el contexto biológico, la conservación alude al hecho de preservar una especie en proceso de extinguirse a diferentes niveles geográficos: local, nacional o mundial. El zapote prieto es endémico, es decir, únicamente existe en el occidente del país; por lo tanto, el impacto de su conservación no sólo es a nivel local, sino mundial.
Algunos seres vivos pueden generar nueva descendencia a partir de algunas de sus estructuras anatómicas. En el caso de las plantas, estos nuevos “hijos” (descendientes) se pueden originar a partir del fragmento de una rama, una hoja, las raíces o del tallo. Este mecanismo recibe diversos nombres: propagación vegetativa, multiplicación vegetativa y clonación. Los descendientes son llamados propágulos vegetativos o clones, y son idénticos genéticamente a su ancestro (planta madre).
Diospyros xolocotzii se propaga vegetativamente, es decir, genera nuevos individuos a partir de las raíces. Por eso, las cifras demográficas (total de individuos) han variado mucho desde su descubrimiento hasta los censos actuales: 79 por ciento de los 233 individuos contabilizados en 2011 son clones producidos de manera natural.
Este mecanismo ha sido desarrollado por los organismos para asegurar el mantenimiento del espacio como un proceso evolutivo que garantice la preservación de la especie. Pero, por su actual estado de conservación, la capacidad de regeneración natural no asegura la permanencia de la especie. De acuerdo con nuestras estadísticas, el número de clones que produce cada ejemplar es de sólo 1.6, en promedio, una tasa muy baja.
Se ha logrado injertar el zapote prieto (Diospyros xolocotzii) sobre el zapote negro, pero las plantas resultantes murieron en invierno, porque este último, que proporcionó el sistema radicular (llamado portainjerto), es de clima tropical y no toleró las bajas temperaturas.
La diversidad genética es uno de los aspectos más importantes para la evolución de una especie, pero en este caso, como sólo hay tres individuos reproductivos que participan en el mantenimiento de la población, es posible que pueda ser extremadamente baja.
Se han encontrado tres nuevas localidades donde hay individuos de Diospyros xolocotzii: dos de Michoacán y una de Guanajuato. En Santa María de Guido, un poblado absorbido por el sur de Morelia, detectaron uno reproductivo masculino que puede servir como donador de polen para aumentar la variedad genética de La Mintzita.
Entre más diversidad genética haya, la progenie que se obtenga será más vigorosa, y la capacidad de sobrevivencia se incrementará. Reconocer a individuos reproductivos en otras localidades abre la posibilidad de aumentar la variación por medio de polinizaciones artificiales.
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