En materia de conservación de la biodiversidad, uno de los temas de relevancia es la preservación de los polinizadores; probablemente la factura ambiental más cara que podríamos pagar será la disminución de sus poblaciones.
Existen lugares que viven colapsos ecológicos por la ausencia de polinizadores, como las zonas de cultivo de almendras en California, Estados Unidos, donde los productores importan abejas para hacer esa función.
Al respecto, más de 100 mil especies animales, incluidos los murciélagos, proveen ese servicio y, en promedio, un tercio de los alimentos para los seres humanos provienen de plantas fertilizadas por polinizadores silvestres.
Ha llegado a considerarse que la desaparición de los grandes mamíferos provocaría un colapso ambiental. Esto no ha ocurrido, al menos no a gran escala, pero podría darse por falta de polinizadores, pues 70 por ciento de las plantas con flores requiere de esos agentes biológicos para reproducirse.
Por otra parte, entre México y Cuba existen puntos de coincidencia en el ámbito de los mecanismos institucionales y políticas públicas en materia de conservación de la biodiversidad. No obstante, el territorio nacional está sobrerregulado y al final del día no hay ordenación alguna; ha terminado por constituirse en un sistema de regularización de lo que ya pasó; en realidad los ordenamientos no planean, sino que resuelven los conflictos pasado.
La gestión ambiental tiene como propósito constituirse en el motor del desarrollo sostenible de Cuba desde la óptica ambiental. Para ello, el trabajo tendría como base la acción de la política y la estrategia ambiental nacional, la estructura organizativa del país y el conjunto de prioridades y necesidades nacionales, así como los compromisos internacionales.
Para hacer gestión en materia ambiental, es necesario conocer con qué recursos naturales se cuenta, para estar en posibilidad de manejar esa diversidad. En el caso de la botánica cubana, por ejemplo, se conoce 97 por ciento de la flora.
Haciendo un recuento de la diversidad biológica de la isla caribeña y tomando en consideración los mecanismos institucionales y políticas públicas con que se cuenta para la conservación y gestión de la biodiversidad, se han detectado tres grandes amenazas: la fragmentación del hábitat, resultado de la actividad antrópica; las especies exóticas invasoras, y los efectos del cambio climático, que ya son evidentes en Cuba.
Desde la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, en Cuba se requiere de una licencia ambiental para cualquier proyecto de desarrollo, misma que está amparada por la evaluación del impacto; es lo que mejor ha funcionado.
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