Y sin embargo…se muere…por Luis Villegas Montes
Ya nos llevaron al baile.
Eso está bien, porque ya tenía rato de no ir.
En realidad, no recuerdo el penúltimo baile al que fui; al último sí, porque recién se celebró, pero el penúltimo no; al primero fui porque se trató de la cena-baile con la que cerró la Conferencia de Distrito del Club Rotario al que pertenezco y donde María, mi María, participó de candidata a reina a instancias mías (nunca he visto una aspirante menos entusiasmada, ni más resignada, ni más generosa, ni más dispuesta). La verdad es que, el anterior, es un claro indicador de que me estoy perdiendo de algo pero no sé qué es. Antes, era invitado a un montón de sitios por las más peregrinas razones; ahora, si no asomo la más que nunca pelona, no más no voy a ninguna parte y me quedo en casa.
Como sea, me retracto de la afirmación previa: Sí quiero ir al baile pero no a este al que me están llevando (de las orejas, porque ya no tengo rizos de los cuales me puedan pepenar): Un baile de cifras; una danza de números equívoca y mentirosa.
Las estadísticas del gobierno federal en materia de asesinatos le alegraron el espíritu a algunos; a mí no, porque soy desconfiado por naturaleza; no más me empiezan a inundar de cifras que no puedo verificar y “paro” una ceja (a lo María Félix) y pregunto con esa voz profunda y cavernosa que me caracteriza cuando tengo ganas de fregar: “¿A ver? ¿De dónde? ¿De quién?”.
Hace unos días, con bombo y platillo, el Secretario de Gobernación anunció que, en lo que iba del sexenio, las ejecuciones sumaban 5 mil 296 casos.1 Y ahí tienen ustedes a algunos medios dándole vuelo a las cifras, no más les faltó hacer “La Ola”.
Lo cierto es que de manera discreta, pero contundente, un amplio reportaje da cuenta de una verdad más oscura; los números oficiales, contradiciendo a Pitágoras, “fallan” en más de un 34% pues los homicidios dolosos relacionados con el crimen organizado superan los 8 mil casos.2
El reportaje abunda en detalles; ese universo incluye los decesos que el gobierno federal denomina: “Ejecuciones”, “enfrentamientos”, “homicidios-agresiones” y aquellos producto de ajustes de cuentas entre narcomenudistas pertenecientes a diversos cárteles de la droga. Según el gobierno de Peña Nieto, el Estado de Guerrero ha sido el más violento, con 888 ejecuciones; seguido de Chihuahua, con 722; el Estado de México y Jalisco, con 568 cada uno; y en quinto lugar, Sinaloa, con 549. Y especifica el artículo: Excepto Guerrero, los demás estados más violentos son gobernados por priistas.
El puerto de Acapulco de Juárez ocupa el primer lugar de violencia -desplazando de tan dudosa distinción a su tocaya, Cd. Juárez, Chihuahua-. Durante los primeros cinco meses en lo que va de la administración de Peña Nieto, solamente en Acapulco han ocurrido 403 homicidios dolosos (del 1º de diciembre de 2012 al 30 de abril de 2013); y en la Entidad, de acuerdo con información federal y estatal, existen casi 20 grupos criminales disputándose el control de la plaza: Los cárteles “de Sinaloa”, de los “Beltrán Leyva”, “Independiente de Acapulco”, “La Familia Michoacana” (aliado con el “Cártel del Golfo”), “Los Zetas”, “La Barredora”, “El Comando del Diablo”, “La Resistencia”, “Ejército Libertador del Pueblo”, el “Nuevo Cártel de la Sierra”, “El Comando Negro”, “El G1”, “Los Rojos”, “Nueva Alianza de Guerrero” (a ver, que le pregunten a “La Maestra”), Los “Pelones” (a mí que me esculquen), “Luzbel del Monte” (que tienen grabada en una penca de maguey su nombre), “Los Temerarios” (que nada tienen qué ver con “Los Bukis”), “La Tejona”, “El Vengador del Pueblo”, “Los Calentanos”, “Pueblo Pacifista Unido” y “La Empresa”.
Además, p’a amolarla de acabar, durante los primeros cinco meses del flamante gobierno, los secuestros aumentaron hasta 596, de los cuales, 108 sucedieron en diciembre de 2012; 127, en enero de 2013; 117, en febrero; 138, en marzo; y 106, en abril.
Como Galileo, a quien la leyenda le atribuye la frase: “Y sin embargo se mueve”, cuando lo obligaron a retractarse de sus tesis; lo cierto es que en México, aunque los gobiernos intenten hacernos creer lo contrario, se sigue muriendo de mala manera y mintiendo descaradamente a ese respecto; es posible que nos inunden de cifras, de datos, de estadísticas que sostengan lo contrario: Y sin embargo… se muere.
Luis Villegas Montes.
luvimo6608@gmail.com
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