Campaña anticampaña…por Carlos Murillo
—Dedicado a El Burro Chón-—
La competencia electoral en México en poco tiempo dejó de ser considerada en serio. El desprestigio de las instituciones políticas es enorme, tan grande como el cinismo y la erosión de la llamada “clase política”, comenzando con el PRI, pero abarcando a todos los partidos políticos, institutos y tribunales electorales. Jugar a la democracia para justificar gobierno, es el juego y disfraz de un grupo parasitario al servicio de intereses particulares y egoístas.
Las elecciones del 2013 en Chihuahua de lo que más van a adolecer es de credibilidad: candidatos chapulines, pragmatismo partidista (alianzas y coaliciones desideologizadas) candidaturas marcadamente empresariales, discursos chatarra, compra de votos, instituciones públicas y privadas afines…todo está previsto para continuar con una costumbre desvirtuada cuyo significado es hoy sinónimo de despilfarro y engaño; de discurso y teatro; de formalidades para legitimar un sistema político-económico y cultural que hoy sigue sumiendo en la pobreza, ignorancia y apatía a su población.
¿Qué significa la democracia? ¿Un grupo en el poder para gobernar sobre el resto de la sociedad? Ahí inicia el primer engaño: en la concentración del poder político en un grupo; eso implica desequilibrio, un sometimiento de los muchos a los pocos. En las democracias electorales el gobierno es elegido por mayoría, segundo engaño; el gobierno del pueblo termina siendo el juego de los grupos económicos, militares, religiosos, sin la participación de todos las y los individuos de una sociedad dada. Los representantes “populares” (diputados, senadores, regidores) son sólo soldados mercenarios tratando de hacer carrera fortaleciendo el sistema.
Ya para cuando estén las campañas en plenitud de sus actividades, la ciudadanía debe recordar de nuevo el feminicidio crónico y el genocidio chihuahuense de la “guerra” contra el narco, presente a la fecha en todo el estado; los abusos de Julián Leyzaola en Ciudad Juárez; el asesinato de activistas, el acoso a periodistas y un sinnúmero de casos de violación a los derechos humanos. Por que todo será alegría para quienes apoyan las campañas, como la Iglesia católica, las cámaras empresariales, y tal vez de manera indirecta, actores como las mineras canadienses y los dueños de los pozos clandestinos menonitas (es decir, los inversionistas extranjeros y las élites protegidas) mientras la hambruna y ecocidio en la Sierra Tarahumara se olvidará, vendrán los candidatos-payasos tipo el Teto Murguía a fastidiarnos con sus simplonadas y cinismo o si no, los clásicos románticos-populistas que te quieren bajar el sol, la luna y las estrellas a cambio de tu preciado voto.
Pero todo este circo es innecesario, evítenos la pena de avergonzarnos con sus miserias; está más que demostrado la efectividad de los monederos electrónicos, los celulares desechables y las tradicionales concentraciones populosas en viaje redondo con cachucha, camiseta, banderilla, su lonche y Pepsi-cola incluida como fuente formidable de compra de votos, así que para qué tanto circo si ya sabemos cómo van a ganar y quiénes van a votar. Ya sabemos para qué se usa la deuda pública contraída por estados (como Coahuila, Tabasco o Chihuahua) y los programas de gobierno tipo “combate a la pobreza” (comida chatarra por votos).
Abstencionismo y voto nulo: verdaderos termómetros de una elección actualmente.
Votar o no votar es un ejercicio y decisión individual, pero votar no es elegir, sino legitimar y sin embargo, el efecto de culpa se instala como un chip y se aferra a reglas obsoletas y regímenes autoritarios; por temor se vota más que por ética. Votar significa estar contento con el régimen y no querer cambiar . Por el contrario, el voto nulo y la abstención son dos caras de la misma moneda: una protesta silenciosa, un descontento y reflejo de la real politik del todavía vigente Old Regime y de cómo la gente responde al engaño, así esté despolitizada.
Es muy posible que en estas elecciones del 2013 se rompan records de inasistencia (abstencionismo) pues la actividad es como volver al pasado, cuando se votaba para legitimar al PRI. La participación electoral anda por debajo del 30% en elecciones estatales intermedias de los años recientes. La diferencia podría ser el voto nulo, en su ambivalencia de participación electoral y abstencionista, cuyo número crece a cada elección. Para anulistas, apartidistas y abstencionistas las siguientes sugerencias:
Dedícale tu voto a alguna causa que valga la pena apoyar o llamar la atención, por ejemplo, contra la privatización del agua, el maíz transgénico o el abuso policiaco.
Agrega el nombre exigiendo justicia por alguna de las personas desaparecidas o asesinadas de este estado.
Vota por tu lucha particular (legalización de la marihuana o los matrimonios gay; contra el maltrato a los animales; defensa del Estado laico, poligamia…)
También puedes dejar tu boleta en blanco si tienes la suficiente confianza de que no será alterada. Recuerda que el voto es anónimo, si te place o te sirve de desahogo, hasta puedes mentar madres y padres.
En el inevitable caso de enfrentarte en la vida cotidiana con campañas y candidatos se recomienda:
Pega un escrito o calcamonía en un lugar visible de tu casa o carro (una ventana, por ejemplo) donde expliques muy claro que no recibes propaganda partidista de ningún tipo o a candidatos(as).
Si hay comité de vecinos donde vives, vigila que no se organicen mítines partidistas sin consentimiento vecinal.
Sí hay un mitin partidista y están contaminando con ruido excesivo u obstruyendo las vías de tráfico, puedes llamar a tránsito o la policía, las campañas no les da privilegios ni impunidad.
No es obligación recibir propaganda no deseada en tu casa, trabajo o la vía pública.
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