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Desarrollo sustentable, estancado a nivel mundial

—Enviado por Samia Bulhosen —

El concepto de desarrollo sustentable se ha incorporado en prácticamente todos los discursos globales y nacionales, por parte de la sociedad civil, gobiernos, academia y sector privado, y forma parte esencial de los acuerdos multilaterales. Sin embargo, su implementación está estancada en el mundo entero, y realmente ningún país está en un proceso de esta naturaleza.

Esa situación se debe a que no se ha podido integrar el aspecto económico con el ambiental y social.

Al hablar de “Sustentabilidad”, podemos ver que no se han podido lograr procesos interdisciplinarios; ya que no son el común denominador en la forma de aprender, estudiar, gestionar, aplicar la política y desarrollar leyes e instituciones.

Además, los acuerdos multilaterales se han incumplido, las metas nacionales no se han concretado y las instituciones están obsoletas, no reaccionan a los niveles de este reto tan grande.

De igual modo, el paradigma de crecimiento económico no ha cambiado y los mercados no incorporan el costo ambiental de la producción; tampoco en las cuentas nacionales. El tema se ve como un costo y no como una oportunidad.

El capital natural significa toda aquella biodiversidad (especies, ecosistemas y genes) de la que es dueña un país, y que se suma al capital económico y humano para lograr el desarrollo.

Las especies reconocidas por la ciencia son un millón 800 mil, pero se estima que eso no constituye más que un porcentaje pequeño de las que realmente existen, calculadas en 30 millones. Por ejemplo, se conocen cerca de 900 mil de insectos, sólo 18 por ciento de lo previsto; dos terceras partes de plantas, y cinco por ciento de hongos.

Pero por el impacto permanente del cambio de uso de suelo en la biodiversidad, nunca vamos a conocer tal riqueza. Los ecosistemas están profundamente amenazados; en el planeta, cerca de 13 millones de hectáreas se deforestan cada año, y con ello, se ha perdido casi la mitad de la cobertura vegetal de la Tierra. Brasil, Australia e Indonesia tienen las tasas de pérdida más altas; México está en la lista de los 13 primeros.

La situación se debe, en zonas templadas, a incendios forestales, y en regiones tropicales, a la ganadería y la agricultura. No debemos perder de vista que la biodiversidad acuática también está en peligro. El principal problema está en las pesquerías –que generan 170 millones de empleos a escala mundial–, pues el 85 por ciento de ellas está sobreexplotada y con una situación que empeora.

En México, no se han aprovechado las ventajas que ofrece la biodiversidad para el desarrollo. Ha habido avances, pero se necesitan cambios importantes.

Tenemos instituciones, instrumentos económicos, participación de la sociedad, áreas naturales protegidas, unidades de manejo para la conservación, manejo forestal sustentable, ecoturismo y reformas legales, pero si esas políticas no se consolidan, “nos va a ganar el tiempo”.

El objetivo debe ser erradicar la pobreza, reducir la desigualdad, hacer que el crecimiento sea inclusivo, que la producción y consumo sean sustentables y luchar contra los efectos del cambio climático.

Se requiere, la producción sustentable de alimentos; energía moderna y limpia; agua limpia y sustentable para todos; uso diversificado de la biodiversidad; desarrollo urbano, territorial y regional integrado; una economía sustentable y verde; educación y comunicación ambiental para la ciudadanía y, sobre todo, una nueva cultura que cambie la actitud de la sociedad ante la naturaleza.

Es necesario contribuir con la creación de una conciencia social preparada para los problemas presentes y futuros; favorecer una formación integral y humana, con el fin de ayudar a una sociedad que, debido al progreso acompañado de la inconsciente actividad humana, ha provocado que el planeta se encuentre en sus límites.

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