—-Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Fotos)—
Delicias.- Los boleros de cajón son una especie en extinción en Delicias y los pocos que hay pueden contarse con los dedos de la mano, ya que hoy en día los jóvenes no quieren trabajar en esto por vergüenza, señala uno de los que quedan y quien trabaja en las calles de la Zona Centro combinando esta actividad con la venta de bolis Bon Ice, para completar el “chivo” o gasto familiar.
El cliente sube el pie, y el bolero le remanga el pantalón para no manchárselo, con o sin grasa el trabajo, con tinta o sin tinta fuerte, según sea el gusto del cliente, pasa el cepillo para quitar la tierra, le echa con una brochita jabón de calabaza para que queden más limpios.
Sus manos lucen manchadas. Traen su banquito en el que se sientan y el cajón de madera que generalmente ellos hacen, pero ya quedan pocos y es una lástima que esté desapareciendo este empleo, que antes era de los más clásicos, pero los boleros de cajón cada vez desaparecen más y solo se están quedando los boleros de banca, en la plaza Carranza o otra que queda por ahí.
Un verdadero ritual es y siempre ha sido bolear, cuando se salía a diario con su cajón, cuando no había empleo o no le daban al joven y entonces el papá, la mamá o los hermanos le decían: “¿Y por qué no haces tu cajón y te vas a bolear?” o los mismos padres se lo hacían.
Se iban generalmente a las plazas, al Centro, previo a un desfile y caía una moneda, dos.
Cuando esto sucedía era “hacer la cruz”, que no era otra cosa que persignarse y santiguarse, pa´ que le fuera a uno bien.
Pero ahora los boleros de cajón están cada vez más en extinción, dejando una larga historia de calcetines manchados, zapatos lustrosos del estudiante, del licenciado o el funcionario, el militar, el policía.
jesusaguirre25@hotmail.com
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