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Entre Villa, y el Vivebús…por Aída María Holguín

Chihuahua despierta del letargo en el que sus ciudadanos hicieron una cripta temporal de sus derechos, sus necesidades y sus problemas. Involuntariamente, nos sumimos en la apatía, la indiferencia, el desánimo. Hizo falta que el Gobernador Duarte abusara hasta el cansancio del poder que los chihuahuenses le prestamos. Ahora se trata de exigir y demostrar que el poder no se hizo para poder -como erróneamente afirmó en su toma de protesta como Gobernador-. El poder dimana de los ciudadanos y es su voluntad la que debiera respetar todo aquel que se ostente como servidor público.

El viernes 23 de agosto, muchos chihuahuenses fuimos parte -sin así desearlo- de una de las jornadas más violentas que se han vivido en el estado de Chihuahua con motivo de dos legítimas y pacíficas manifestaciones. La “autoridad” no supo cómo actuar ante el despertar ciudadano.

Por un lado, un grupo de chihuahuenses clausuraba simbólicamente la construcción de la copia pirata del mausoleo de Francisco Villa, cuyo costo sería de 8 millones de pesos; por otro lado, los choferes de camiones urbanos protestaban por la desinformación a tan solo un día del inicio de operaciones del nuevo sistema de transporte (ViveBús), además de exigir la liquidación dado que algunos de ellos quedarían desempleados, o no deseaban trabajar con otro patrón.

Es importante dejar en claro, que ambas manifestaciones -en un inicio- se llevaban a cabo de forma separada; es decir, cada grupo hacía lo suyo pero ambos de manera pacífica. Casi al final de la clausura simbólica de la obra pirata ordenada a capricho de César Duarte, decenas de unidades y elementos de vialidad y de la policía única se apostaron en intersección de la calle Juárez y 13ª.

Los manifestantes del mausoleo quedamos -literalmente- en medio de los camioneros y de los elementos de la fuerza pública. Al haber una notoria presencia de elementos policiacos -a tan solo uno metros- de los manifestantes del mausoleo, fue imposible no acercarse a indagar el por qué. Fue así como la causalidad llevó a los manifestantes del mausoleo a solidarizarse con la causa de los trabajadores del volante que desconocían lo que en ese momento estaba sucediendo.

No hubo violencia -al inicio-, simplemente hubo intercambio de palabras: “no retiren los camiones”, gritaba uno de los manifestantes del mausoleo. Una barrera humana se formó, con los brazos alzados en señal de que no generarían agresión alguna, pues solo buscaban impedir que los elementos de vialidad y policiacos siguieran su camino. Fue una batalla cuerpo a cuerpo y con la palabra, pero sin violencia.

Los trabajadores del volante entonces se dieron cuenta de lo que sucedía y corrieron desde palacio de gobierno para sumarse a la barrera humana. Fue entonces que los cuerpos policiacos perdieron el control; simple y sencillamente no supieron que hacer y comenzó la persecución.

Una de las imágenes mentales que esta escribana no ha podido sacar de su mente, corresponde a los agentes de vialidad y a los policías levantando pedazos de block para luego arrojarlos a diestra y siniestra con todas sus fuerzas, sin importarles a quién iban a herir. Al otro extremo, los trabajadores del volante levantaban lo que caía y lo devolvían con igual fuerza. Fue así, como los manifestantes del mausoleo quedamos -en sentido figurado- entre Villa y el ViveBús. Solo quedó correr y tratar de esquivar la lluvia de blocks. Después… todo se puso peor. El saldo: golpeados, heridos, detenidos, gaseados, apedreados y encañonados.

No viene al caso detallar uno a uno los momentos vividos ese día. Y aunque la mayoría de los medios de comunicación dieron la versión oficial -o a medias-, a través de las Redes Sociales -como Facebook- los ahí presentes dejamos testimonio -escrito, gráfico y/o audiovisual- de lo acontecido: el excesivo uso de la fuerza pública y la incapacidad de la autoridad para la fue evidente.

La incapacidad para manejar la situación, quizá se deba a que estaban tan acostumbrados a que los chihuahuenses -en su gran mayoría- estaban adormilados. Permanecían inertes ante los abusos, caprichos y derroches de César Duarte, que nunca imaginaron un despertar tan repentino.

Al final de la violenta jornada, César Duarte ordenó la demolición de la copia pirata del mausoleo, y se comprometió a que su gobierno sería garante de los derechos de los trabajadores del volante.

Es así, como a César Duarte le pasó lo que señala el viejo y conocido dicho: “se le volteó el chirrión por el palito” porque dos de sus caprichos despertaron a Chihuahua y ya no será tan fácil que se vuelva a dormir. Muestra de ello, fue lo sucedido al día siguiente; el sábado que inauguró con -bombo y platillo- su ViveBús, las demandas ciudadanas y la desorganización que priva en materia de información de las vías de circulación, opciones de transbordo, tarifas de pago, y un largo etcétera lo obligaron -nuevamente- a ordenar que durante su primer semana de operación, éste servicio sea gratuito. Populista la medida, y risible también que con unos días de servicio gratuito pretendan resolver un servicio tan básico como el transporte público, pero al final es gracias a que Chihuahua poco a poco está despertando.

Respecto a la temporal gratuidad del ViveBús, habremos de esperar a que sobre la marcha se disipen las muchas dudas que aún hay respecto a su operación y a lo “económico” que será para los chihuahuenses. Pero esa… será otra historia; que ya marca sus primeras huellas ante la creciente molestia de los usuarios del transporte público que están saliendo a las calles para señalar abierta y claramente las consecuencias de la falta de organización y la insuficiente información que propició que muchos de ellos no pudieran trasladarse y llegar a tiempo a sus trabajos este lunes, el segundo día de operación del ViveBús, por más gratuito que éste fuera.

Es así, como ha quedado de manifiesto que los chihuahuenses somos valientes nobles y leales. Valientes por exigir se respeten nuestros derechos, se nos escuche y se actúe en consecuencia; nobles, porque actuamos pacíficamente a pesar de la tiranía; y leales, no al gobernante en turno, sino a la tierra en la que vivimos y que queremos más justa y en mejores condiciones para las generaciones futuras.

En esta ocasión, finalizo con lo dicho en alguna ocasión por el héroe de la Revolución Mexicana, José Doroteo Arango Arámbula, mejor conocido como Pancho Villa: “Es justo que todos aspiremos a ser más, pero también que todos nos hagamos valer por nuestros hechos.”

Aída María Holguín Baeza

Correo: laecita@gmail.com

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