Carta al Presidente de un limosnero

—-Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Fotos)—

Un indigente de Delicias, tirado plácidamente en el piso de la banqueta, a las afueras del restaurante “El Borrego” parece escribirle una carta al Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, en donde la hace “algunas peticiones” y lo “pone al tanto” de las situaciones que se viven diariamente, en un país donde hacen falta más oportunidades.

Ya sin la mano extendida para pedir una moneda para llevarse tan siquiera un mendrugo de pan a la panza, y en cambio muy bien agarrada la pluma, para que la letra salga bien, y le pueda entender el Primer Mandatario de la Nación, se esmera y “le echa coco”, para no utilizar palabras muy rebuscadas.

Este hombre es uno de los tantos que a nivel municipal, estatal y nacional, entre harapos, con la mirada perdida, muchas de las veces enfermo y desaliñado, descalzo y sin ropa, sorteando el temporal, frío, caluroso, el pavimento casi ardiendo, sin zapatos, recorren las calles, muchas de las veces ante la indiferencia del hombre con un trabajo, que les saca la vuelta, que les da sobras de comida o de refresco.

Cansado de recoger lo que otros dejan en los tambos o en los cestos de basura, se dispone a platicarle al Señor Presidente su historia, esa que a la mayoría de los políticos no les interesa, sobre todo por tan simple y tan llanamente, solo es o sería “La carta al Presidente de un limosnero”.