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Mexicanismo y nacionalidad…por Carlos Murillo

 

¡Muera el mal gobierno!

Miguel Hidalgo y Costilla

27 de septiembre de 1821, 202 aniversario de la consumación de la Guerra de Independencia de México.

El orgullo se relaciona con la nacionalidad. Estar orgulloso de tú país, de su gente, de su cultura, etcétera, influye en el comportamiento y estado de ánimo de una persona. En lo colectivo se convierte en energía, moral y eso impactará en su relación con otros pueblos y consigo mismo. Es una construcción social imaginada e implementada en eso que llamamos realidad o mundo material.

¿Cómo se asume el mexicano(a) del siglo XXI?

No es asunto ligero esta cuestión. La mexicanidad del siglo XXI nos brinda mirarnos en el espejo de lo heterogéneo y lo tradicional. En el México del siglo XXI conviven clases y castas, religiones cuasioficiales con los cultos populares y el terrible ateísmo, diversidades sexuales y machismos patriarcales. Igual como en los siglos anteriores, una parte de México busca un cambio; el otro, no. El desequilibrio de fuerzas se complica más con las influencias externas; no es fácil la era de la globalización y el internet ni convivir vecinalmente con tamaño poder imperial. ¿Hemos cambiado algo en dos siglos de existencia?

De los Niños Héroes a los nuevos héroes

Las peleas de Saúl “El Canelo” Álvarez, los partidos del “Tri”; los narcocorridos, las comidas con Coca-Cola, los artistas de moda, las borracheras…los nuevos símbolos de lo mexicano ambulan entre gigantescas pantallas de promoción y consumo. Los nuevos héroes son momentáneos, mientras dure su brillo. Del charro del siglo XX saltamos a la ausencia de símbolos únicos, sino compartidos enajenadamente (cada quién su héroe o heroína). Ahora los sueños son individuales, aspiracionales, ya no importa el destino de un país, sino mi destino. El padre y la madre dejan de ser admirados, sustituidos por “verdaderos” héroes salidos de la televisión y las películas, del narcotráfico y la política.

Conservación del conservadurismo

Ciclos de cien años que nos regresan al abismo. Reformas borbónicas, liberalismo y neoliberalismo bien pueden sustituir las fechas de 1810, 1910, 2010. Cada era se repite cambiando sólo los actores y los escenarios, pero en abstracto, son lo mismo. Cada vez que la vida social en México se vuelve insostenible, conflictiva y confrontada, el desenlace es sangriento. La tendencia de las revoluciones sociales al concluirse, es la vuelta de un grupo conservador al poder; un retorno a la situación anterior. Por ese moebius, los fractales se hacen dañinos y destructivos. No importa qué tan marcadas o reconciliables sean las diferencias sociales, si no hay soluciones ante lo obvio y lo profundo, el desenlace ya lo conocemos.

De nacos y fresas

El naco aspira a ser fresa. La naquez está de moda; los nuevos mirreyes saltan igual al mundo del espectáculo que al de la política; a los negocios lícitos e ilícitos. Estudiar por un título, para subir al menos en el estrato social; o mejor no estudiar y usar ese tiempo para escalar en el trabajo partidista-gubernamental; o también largarse al Norte o a vender droga. El México de las ladies and gentlemen está plagado de quienes comparten el sueño de “ser alguien”; de quienes hacen posible el fascismo y la intolerancia que luego se hace masiva y en contra de uno mismo: niños y niñas negando su origen moreno indio y aspirando a la belleza europea blanca.

Libertad y mexicanidad

¿Cómo se siente ser mexicano(a)?; ¿qué nos causa orgullo y qué no?; mexicanas y mexicanos del mundo, uníos. Mexicanidad que aspira a libertad. Nuestro país es uno más en el mundo, pero es el nuestro. Ese sentido de pertenencia, por nacimiento o elección de ser, por voluntad, conlleva también sacrificios, no sólo beneficios. La sociedad de las apariencias mexicana nos permite el anonimato del disfraz: pretendemos ser lo que no somos. Un político(a) no es un(a) estadista (todas y todos somos políticos) un(a) pobre no es clase media y un(a) rico no es dios. tod@s semos mexicanaos.

¿Existe la mexicanidad?

Este año el cielo ha llorado como nunca; una tragedia más derrama al país, como si no fuera suficiente la “guerra” contra el narco. Desastres prevenibles, inversiones inútiles, pérdidas humanas, se suman a la surreal mezcla de huelgas y malestares con nacionalismos vanos y recuerdos de la historia de esta nación, de escaso valor para la mayoría. Pierde el “Tri”, pierde “El Canelo”, el mundo no se va acabar; el carrusel posmoderno girando alrededor de uno mismo; memorias del terremoto de 1985 y San Juanito; memorias de Madera. En la frontera de ser mexicano(a), hay algo mágico de México que no podemos negar. Un México que sorprende, nutre e intriga: agnósticos, hippitecas, neoadelitas y transmexicanos, surgen por doquier y por contagio; María Sabina y El Santo renuevan el mutante santoral azteca.

Ciudad Cárcel, Chihuahua, septiembre del año 13 del tercer milenio de esta era.

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