Atracón de fin de año…por Luis Villegas Montes
Hablando de libros, de visitar otros mundos, de sentir otras cosas, de habitar otros cuerpos, de vivir otras vidas, en la reflexión anterior escribí: “De todos [los libros], cosa extraña, fui feliz con todos; sin embargo, de todos, me quedo con el último [El Estudio de China]”.1 Y en la entrega de la propia reflexión también escribí que era mi deseo que alguna de ellas pudiera “cambiar la vida de alguno de mis queridos lectores y lectoras, como me ocurrió a mí”; pues bien, aquí estamos.
Se trata de “El Estudio de China”. Para centrar mi punto de vista, empleo dos reseñas que de la obra realizan dos autores distintos:
“‘El Estudio de China’ brinda información de importancia fundamental que puede salvar la vida de todos los americanos que aspiran a tener buena salud. Pero implica mucho más que eso; las revelaciones del Dr. Campbell sobre la profesión médica y de sus investigaciones contribuye a que la lectura de este libro resulte fascinante y que sea un posible factor de cambio para todos nosotros en el futuro”. 2
“Está respaldado por estudios muy bien documentados —revisados por sus colegas— así como por abrumadoras estadísticas. Nunca antes se había logrado postular a la dieta vegetariana como la base para una vida sana con tanto rigor”. 3
Y con eso lo digo todo. El Estudio de China constituye el resultado de una investigación amplia, sustentada, seria e inteligente, que no solo postula la dieta vegetariana como la base de una vida mejor, sino que lo demuestra. El Estudio de China no es un libro de recetas de cocina ni impulsa “dietas milagrosas”, en lo absoluto. El Estudio de China es un libro que reflexiona sobre tópicos diversos pero machaca sobre un eje toral: Los índices de enfermedad y mortalidad en los países occidentales están estrechamente vinculados con la dieta de sus nacionales. Algunas de las afirmaciones contenidas en el libro son las siguientes:
ü “La joya del Estudio de Framingham son sus hallazgos sobre el colesterol en sangre. En 1961, demostraron de un modo muy convincente que existía una fuerte correlación entre los niveles altos de colesterol en sangre y el ataque cardíaco”;4
ü “Una revisión de investigaciones realizada en Harvard en 2001 no pudo ser más concluyente: […] doce de […] catorce estudios de diseño caso-control y siete de […] nueve estudios de cohortes han observado una asociación positiva entre una determinada cantidad de productos lácteos y el cáncer de próstata”;5
ü “Esos países donde se registra un gran consumo de leche de vaca y de sus productos derivados tienen los mayores índices de fracturas y los huesos más frágiles. […] un informe que demuestra una asociación tan sólida como impactante entre la ingesta de proteínas animales y los índices de fracturas óseas”,6 y
ü “Las proteínas animales no solamente están asociadas con factores de riesgo para la futura formación de piedras en los riñones, sino también con los cálculos recurrentes. Robertson publicó sus hallazgos y demostró que era capaz de resolver el problema de los pacientes que sufrían periódicamente la enfermedad, por el mero hecho de eliminar de la dieta los alimentos procedentes de proteínas animales”.7 Entre, muchísimas, otras más.
En lo personal, he decidido cambiar mi régimen alimenticio y llevar esa convicción al seno del hogar. En principio, no me parece justo pasar a fregar a Adriana, a María o al Adolfo, así de golpe; por lo que estoy negociando con ellos que, por lo pronto, le bajemos al consumo de carnes rojas. Solidaria, Adriana ha empezado a cocinar con más frecuencia carnes blancas; en lo individual, llevo varios días preparando las ensaladas y, ayer -por primera vez en veinte años y con el auxilio de Adolfo-, cociné yo.
Soy abogado y entiendo el asunto de los derechos de autor, sin embargo, por definición, por naturaleza, la red es un espacio público y me limito a mostrar aquí el sitio electrónico en donde pueden “bajar” el libro: http://saludnatural2.com/wp-content/uploads/2013/03/EL-estudio-de-China.pdf y agrego a esta reflexión una versión en pdf del mismo.
Termino estos párrafos y continúo leyendo. “Los Asesinos del Emperador”;8 ya lo concluí; leyendo a ratitos, me sigo de frente con “Circo Máximo”, del mismo autor.9 Como podrán percatarse el amable lector, la gentil lectora, de atracón de año nuevo nada. Excepto el apetito voraz por seguir leyendo.
Luis Villegas Montes.
luvimo6608@gmail.com
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