Estado de negación…por Aída María Holguín
Hace pocos días, estaba viendo el documental “Grandes terremotos – Ciudad de México”, producido y transmitido por Discovery Channel.
Aunque este programa trata principalmente sobre los dos sismos que en septiembre de 1985 devastaron a la Ciudad de México, también hace referencia a un gran terremoto que en 1957 se produjo cerca de Acapulco, Gro.; siendo ésta, la primera muestra de la vulnerabilidad sísmica de la Ciudad de México.
Antes de que se piense lo contrario, debo aclarar que este artículo no tiene la intención de ahondar en el tema de los terremotos, la referencia que hago del documental, es porque en la parte final del mismo, mi cerebro me indicó cuál sería el título de mi siguiente artículo.
Una vez aclarado lo anterior, sigo con los antecedentes: De acuerdo a los gráficos y datos históricos mencionados en el programa, un mapa de la localización de los terremotos recientes en México, muestra claramente los sismos agrupados en las cercanías a Acapulco; y aunque la “Brecha de Guerrero” (ubicada en el mar de Acapulco) no ha registrado actividad reciente, parece estar lista para un gran terremoto con terribles consecuencias.
Ante tal pronóstico, en el documental se señala que Guerrero -particularmente Acapulco- se encuentra en un estado de negación sísmica; es decir, que las autoridades y empresarios se niegan a reconocer que el próximo gran terremoto puede suceder en ese importante y concurrido destino turístico de nuestro país, y por lo tanto, las construcciones no han sido reforzadas o edificadas adecuadamente.
Al escuchar lo anterior, las pocas neuronas que me quedan dirigieron mis pensamientos hacia el hecho de que en nuestro país, las autoridades viven en un estado permanente de negación no sólo sísmico, sino de todo tipo.
Hablando específicamente de los fenómenos naturales, no es desconocido que el estado de negación de las autoridades mexicanas, ha causado la pérdida de miles de millones de pesos en daños materiales, pero sobre todo de pérdida de vidas humanas.
La mala calidad en que generalmente son construidas las obras públicas y la falta de supervisión para verificar que las construcciones privadas cumplan con los requerimientos mínimos (en ubicación, materiales y estructura), son los verdaderos causantes de muchas de las muertes que cómodamente se le han atribuido a la madre naturaleza.
Queda claro que los fenómenos naturales no son previsibles y sus consecuencias tampoco; sin embargo, el estado de negación ante lo que muchas veces es evitable, ha resultado muy dañino puesto que no permite que las pocas acciones en materia de prevención y protección civil en México, tenga resultados satisfactorios.
Si hablamos de otros aspectos como la injusticia, la desigualdad, la violencia, la corrupción, el abuso de poder, la pobreza, la calidad en servicios de salud -entre muchos otros-, también podemos darnos cuenta de que son parte de ese estado de negación en el que las autoridades -y gran parte de la sociedad en México se encuentran-, impiden que se atienda la problemática de manera adecuada.
Sin duda alguna, hacernos de la vista gorda –como coloquialmente se dice- o decir que “eso” no va -ni puede- pasar, es muy cómodo para todos. Dicho de otra forma, resulta mucho más fácil no afrontar ciertas situaciones, optando mejor por disfrazarlas, distorsionarlas, minimizarlas o simplemente negarlas; el “pequeño” detalle, es que esa decisión puede provocar mayores dificultades con consecuencias catastróficas.
Tristemente, en México es más fácil querer “tapar el hoyo después de ahogado el niño”, que hacer todo lo necesario para taparlos antes de que se ahogue.
El caso es, que las autoridades y ciudadanos mexicanos sigan instalados en ese estado de negación, no será posible afrontar los problemas, y por lo tanto, tampoco vivir en ese México de “primer mundo” del que tanto nos platican y con el que tanto hemos soñado.
Bien lo dijo el escritor y bioquímico ruso-estadounidense, Isaac Asimov: “Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho”.
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
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