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Ventana al Mundial…por Jesús Aguirre

Manoel Francisco Dos Santos, Garrincha, La alegría del pueblo

—Por Jesús C. Aguirre Maldonado—

Uno de los grandes ídolos del fútbol brasileño y mundial, ya fallecido, y que si viviera tendría 80 años, fue sin lugar a dudas Manoel Francisco Dos Santos, “Garrincha”, La alegría del pueblo, jugador que podía hacer la misma jugada una y otra vez, llevándose a la defensa rival y por ello tiene su nombre grabado con letras de oro en la historia de las Copas del Mundo o Mundiales de Fútbol, ya que se le recuerda con el equipo brasileño al lado de otro inmortal como Pelé, Vavá, entre otros y por haber sido dos veces campeón mundial en1958 y 1962.

Chueco de las piernas, que las tenía más bien zambas, ese impedimento físico no le impidió convertirse en uno de los grandes de la historia, convertido en ídolo en su natal Brasil.

Dicen los que saben de fútbol que “Si hay un Dios que rige el fútbol, ese Dios es sobre todo irónico y farsante, y Garrincha fue uno de sus súbditos encargado de escaparse de todo y todos… Fue un pobre y pequeño mortal que ayudó un país entero a sublimar sus tristezas. Lo peor es que las tristezas vuelven, y no hay otro Garrincha disponible. Es preciso uno nuevo, que nos alimente el sueño”.

Esa cita es de Carlos Drummond de Andrade, el mayor poeta modernista brasileño. Y nunca fue leído por el alagoano Amaro, analfabeto, borracho, zambo y mujeriego.

Manoel Francisco Dos Santos, el esencial Garrincha, nació el 28 de octubre de 1933, en el distrito de Pau Grande, Estado de Río de Janeiro. Era el quinto hijo de la casa y la hija mayor, Rosa, viendo en él el pajarito indomable y de canto suave, se puso a llamarle Garrincha. Y él, contento con el nombre, muy pronto mostraría lo que tenía de ganas y temperamento. Del lado indígena paterno, el futuro ídolo heredará la tendencia alcohólica.

En la época en que apenas empezaba a jugar fútbol Garrincha, se decía que era increíble que jugase fútbol con la rodilla derecha girada hacia adentro y la izquierda hacia afuera, defecto que resultaba en una pierna más corta y el bazo descolocado.

Eso parecía no importarle a aquel joven, pues sus cualidades hicieron que su tío Manoel Caieira -cachaceiro inveterado- quisiera hacerlo fichar por uno de los clubes cariocas de renombre.

En 1950, cuando Garrincha andaba en los 17 años de edad, Caieira lo llevó al Vasco Da Gama y al São Cristovão. En el 51, al Flamengo y al Fluminense, pero a todos sin éxito. Garrincha quiso desistir de los grandes equipos cuando -ya casado con Nair, operaria que le dará una hija- el Botafogo le invitó a una prueba. Y sólo el 10 de junio de 1953 fue allí. Ese día, Nilton Santos pidió con insistencia que lo contrataran, inclusive, para aliviar el resto de su vida, teniendo la certeza de que jamás sería desmoralizado por alguien en el fútbol.

El Botafogo pagó en aquel entonces la miseria de 27 dólares al Serrano y a Garrincha un salario ridículo. Mané llevó a su amante Iraci a Río. Y cada semana subía a la montaña para beber y hacer el amor a la negrita Nair, con quien hizo siete hijas más.

Pronto crecería su fama y el 19 de septiembre de 1955, Garrincha se estrenó en el seleccionado brasileño. Y sólo en 1957, cuando Botafogo fue campeón carioca, volvería al equipo. Al año siguiente, Mané en su primer mundial de los tres que jugó, ganó el Mundial en Suecia 1958, donde, además de beber, lo que tenía autorizado, hizo con una amante a Ulf Lindberg, un hermano nórdico a los dos hijos que tuvo con Iraci, la mulata de Pau-grande, a quien olvidará pronto.

Para su segundo Mundial en Chile 1962, Garrincha fue el crack de la competición, a pesar de una expulsión, hecho aislado en su carrera. Sólo volvería al equipo de Brasil en 1965, año en que fue vendido al Corinthians. Y en el Mundial de 1966, contra Hungría, Garrincha fue derrotado con la selección por primera y única vez, siendo también su último partido y contabilizando así 61 partidos y 17 goles en las tres Copas del Mundo que jugó, y años más tarde, el 20 de enero de 1983, hace ya 31 años recién cumplidos, moriría solo, en el abandono y a causa de su alcoholismo, ya que llegó a beber perfume corriente, según crónicas deportivas de la época, abandonado por su familia, sus mujeres e incluso por su amigo Edson Arantes Do Nascimento “Pelé”.
Garrincha, el amo del regate, también fue conocido como “Mané” o “Anjo das pernas tortas” (Ángel de las piernas torcidas) y con el equipo de sus amores, el Botafogo, jugó 612 partidos y marcó 243 goles.

jesusaguirre25@hotmail.es

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