Báilamela suavecita: el asunto del vivebús…por Luis Villegas Montes
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Yo anduve en camión mucho tiempo. Lo reconozco, tengo una década, más o menos, que no me trepo en uno; pero sà sé, porque lo vivà durante muchos años, qué significa viajar en transporte público. VivÃamos, en la calle 39ª, en la Col. Obrera, y a diario caminábamos hasta la Avenida Pacheco y Degollado, creo. Allá Ãbamos, mi mamá hermosÃsisima de falda y tacones muy altos; y yo tropezándome a cada rato porque caminaba con los ojos cerrados (en invierno, mi mamá se empeñaba en ponerme “pasamontañas†y como a mà me daba vergüenza usarlo, cerraba los ojos para que el resto de los transeúntes no me viera). Total, toda la secundaria y durante la preparatoria y la Universidad anduve en camiones. Dicen que “todo tiempo pasado fue mejorâ€, falso. De aquellos tiempos no añoro absolutamente nada, excepto, el garbo de mi mamá al caminar que ha ido cediendo a la dura realidad de los años.
Como sea, cuando alguien, particularmente conductores, se quejaba de las obras del Vivebús yo me limitaba a disentir calladamente. Frente al privilegio de quienes tenemos la posibilidad de usar un vehÃculo automotor, las obras de cualquier tipo que se emprendan por el Gobierno para facilitarle la vida a quienes no poseen un automóvil deben ser aplaudidas y alentadas. Lo que no se puede consentir, es la prestación de un servicio público como la excusa perfecta para el exceso y el lucimiento de los gobernantes, máxime cuando las obras en cuestión están muy lejos de satisfacer las expectativas que los propios gobernantes generaron.
“Soluciones eficaces y modernas existen, y hoy son ejemplo de que con voluntad y trabajo es posible encarar el grave problema que genera el tráfico y mejorar considerablemente la calidad del aire y la salud de los ciudadanosâ€;asà se exponen -y se leen-, en la página oficial del Vivebús, las razones para alentar un proyecto de esta Ãndole.1
Es decir, según su dicho, los problemas del abundante tráfico vehicular y el de la contaminación, generaron una polÃtica pública especÃfica, “moderna y eficazâ€, consistente en implementar el Sistema de Transporte Urbano “Vivebúsâ€. Huelga decir que además de esas dos consideraciones, el objetivo primordial del sistema es facilitar la movilización de los habitantes de las ciudades de Chihuahua y Juárez; esa es la razón de ser del Sistema en su conjunto; cualquier otra consideración es absurda. Y en resumen, de la operación y funcionamiento del mencionado Sistema se puede afirmar sin asomo de dudas:
1.    Primero, que la autoridad no ha sido capaz de establecer con precisión y claridad el costo óptimo por la prestación del servicio. En este sentido, ha generado conflicto la expedición de las tarjetas para adultos mayores,2 asà como las de los estudiantes;3
2.    Segundo, respecto de las propias tarjetas, que ocurrieron diversos problemas: Cantidad insuficiente, necesidad de implementar el pago en efectivo,4 deficiencia en la operación de las máquinas expendedoras;5 etc.;
3.    Tercero, que a partir de los cobros irregulares derivados de la deficiencia en el servicio, existe molestia y descontento de los usuarios;6
4.    Cuarto, que el sistema de transporte es lento, insuficiente, caro e ineficaz, lo que refleja una craso error en la proyección del Sistema en su conjunto, y
5.    Tan es asÃ, que deberá modificarse más del 50% de las rutas del sistema y contemplar la posibilidad del cobro mixto.7
Lo anterior, no constituye una ocurrencia del que esto escribe; el propio Gobernador del Estado, de manera pública, amenazó con retirar la concesión del Vivebús “por las quejas que se han dado recientementeâ€.8 Lo que el Gobernador no dice, lo que el titular del Poder Ejecutivo local calla, es que el diseño e implementación de esas polÃticas públicas “eficaces y modernasâ€, los realizó la administración a su cargo; que quien otorgó la concesión a los empresarios voraces e incompetentes (suponiendo que lo sean), fue el propio Gobierno que, ahora, como dirÃa Sor Juana, tras empañar el espejo, resiente que no esté claro.
No es evadiendo su responsabilidad, a partir de su falta de previsión e incompetencia, como se van a resolver las cosas; ni tampoco, echándole la culpa a los empresarios, reales o ficticios, de los que el Gobierno se duele; la responsabilidad es de él, del Gobierno, pues en principio, a su cargo está la obligación de atender la problemática del transporte público; y hasta ahorita, en este asunto todo le ha salido mal tirando a pésimo.
Lejos de la certeza, de la transparencia, del aliño en la planeación y ejecución de su polÃtica de transporte, el Gobierno titubea; se va de ladito; da un pasito p’a delante y dos p’atrás; como bailando cumbia, pues: Báilamela suavecita, mÃrame, sÃgueme acósame…
Luis Villegas Montes.
luvimo6608@gmail.com, luvimo6614@hotmail.com
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