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El repentino “amor” a la madre patria…por Aída María Holguín

El repentino “amor” a la madre patria. 

Luego de casi 3 siglos del dominio español, hace poco más de 200 años México inició su proceso de independización de España; de ahí, que año con año en México se celebre este suceso tan importante: no depender más de España.

 Adicional a ese hecho histórico que dio origen a nuestra actual lengua –y que es el que más españoles le ha aportado a nuestro país-, un gran número de españoles han migrado a México -por diversos motivos-; lo cual, simple y sencillamente le agrega una raya más al tigre; esto significa, que la presencia de españoles en México no es algo nuevo -ni extraño-, y aún con la negra historia de la forma en que nuestro país fue saqueado y nuestros antepasados fueron tratados por los conquistadores españoles, han sido recibidos con hospitalidad en nuestro país.

 

Lo anterior, es solo con el fin de contextualizar de las raíces españolas que existen en México, y para abordar un hecho que recientemente causo furor entre un importante número de mexicanos.

 

Resulta que hace unas semanas, empezó a circular la noticia de que el Parlamento español estaba por aprobar la devolución de la ciudadanía española a aquellos que tuvieran alguno de los más de 5 mil apellidos que se encontraban en una lista anexa.

 

Sin contar a los que no lo hicieron púbicamente, no fueron pocos los mexicanos que a través de las redes sociales expresaron su emoción al encontrar alguno de sus apellidos en esa lista.  Como por arte de magia, apareció un “amor” desmedido por la madre patria.

 

Con tal euforia, fue evidente que no se tomaron la molestia de revisar el contexto en cual se basaba dicha noticia; el cual, hacía referencia a que se trataba de devolver la ciudadanía a los descendientes de los judíos sefardíes expulsados de España en 1492; es decir, casi 30 años antes de la colonización de México por parte de los españoles.

 

Aunado a la descontextualización de la noticia, está el hecho de que días después, se dio a conocer que Fuentes del Ministerio de Justicia español desmintieron la información, y señalaron que el documento difundido por medios de comunicación -y posteriormente en redes sociales- era apócrifo, ya que en ningún momento el gobierno español había publicado un listado de apellidos oficial para poder acreditar la nacionalidad española.

 

Si bien es cierto que hay un Anteproyecto de Ley para que los descendientes de aquellos judíos sefardíes expulsados de España puedan obtener la nacionalidad española –siempre y cuando cumplan con los requisitos-, éste todavía no está aprobado.

 

Una de las cosas que queda clara con lo sucedido con esta noticia, es que en México no solemos leer el total del contenido de las informaciones, ni buscar otras adicionales (y por eso estamos como estamos).

 

Es importante reconocer también, que -aunque no en la misma cantidad- hubo mexicanos que a través de las redes sociales expresaron opiniones diversas respecto al tema; tal es el caso de Zerk Maury, quien comentó que “los que se emocionan con la notica esa de hacerse españoles, tienen una de tres: el síndrome de estocolmo, el de la mujer golpeada o desconocen el pasado.  Puede ser que también ya estén hasta la ___ de este país. Se vale.”

 

Es muy probable que la emoción que experimentaron los que querían ser españoles, se deba a que están cansados de la situación de nuestro país; sin embargo, primero habrían de cuestionarse si ya hicieron lo que les corresponde para cambiarla, porque tirar la toalla cuando no se ha dado la batalla, no va a cambiar en lo más mínimo la situación de México.  Si no pueden con la responsabilidad de ser mexicanos, mucho menos podría con otras.

 

Tanto quejarse de los políticos mexicanos por traicionar a la patria, y resulta que hay mexicanos que la primera oportunidad traicionarían a nuestro país para ser parte de otro cuya situación no es tan distinta a la nuestra.

 

Resulta pues muy “curioso”, saber que aún no llevamos ni 3 siglos -que fue duró el dominio español en México- de tener una patria propia e “independiente”, cuando ya hay “mexicanos” brincando de alegría por tener una nacionalidad adicional.

 

Concluyo en esta ocasión, con lo dicho alguna vez por el abogado y político francés, Maximilien Robespierre: “Se puede abandonar a una patria dichosa y triunfante. Pero amenazada, destrozada y oprimida no se le deja nunca; se le salva o se muere por ella.”

 

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