ViveBús: Crónica de un fracaso anunciado…por Aída María Holguín
A finales del mes de octubre del año 2010, el entonces secretario de Desarrollo Urbano y Ecología (DUyE), Rafael Servando Portillo Díaz, anunció que el Gobierno Federal había autorizado 227.9 mdp para el “Plan Sectorial de Movilidad Urbana Sustentable” de Chihuahua capital, cuyo costo total -aproximado- sería de mil millones de pesos.
El funcionario resaltó que aunque el proyecto era una promesa de la anterior administración, el nuevo gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, lo retomaba porque lo más importante en su gobierno sería mejorar la calidad de vida de los chihuahuenses y el transporte público.
En marzo de 2011, Duarte colocaba la “primera piedra” de la Terminal Norte; ahí se dijo que para el mes de abril de 2012 entraría en operaciones.
Para junio, el gobernador presentó el Plan Estatal de Desarrollo 2010-2016, mismo que en el Objetivo No. 1 del “Desarrollo Urbano” dice: “Impulsar el uso del sistema de transporte colectivo urbano de pasajeros como la mejor manera de transportarse dentro de las ciudades, logrando la cobertura total, viajes más rápidos y directos con un solo pasaje […], además de apoyar a la economía de los usuarios.”
Un mes después, se desató una polémica en relación a evidente manera tendenciosa en que se eligió el nombre y el logotipo para el STP se denominó “ViveBús”.
Seis meses después de la colocación de la primera piedra, el avance era de tan solo el 15%; lo cual causó la molestia de la sociedad debido a que los constantes congestionamientos viales en las zonas de construcción se prolongarían. Ante estas quejas, las autoridades pedían paciencia. “Es por su bien, y a futuro lo agradecerán” -decían-.
En febrero de 2012, en medio de las constantes quejas por las molestias y accidentes causados por las obras de construcción del ViveBús, el Gobierno del Estado anunciaba feliz y contento la creación de la Coordinadora de Transporte Colectivo (CTC). A decir de Fernando Uriarte Zazueta, secretario de DUyE -en aquel entonces-, esto era garantía de que el STP sería seguro, cómodo, rápido y ecológico.
Para agosto, una persona había muerto y varias más habían resultado heridas a causa de la falta de señalamientos de las obras del ViveBús.
En septiembre, Javier Grafio Pacheco, secretario de Comunicaciones y Obras Públicas -actual Alcalde de Chihuahua-, minimizaba las molestias y anunciaba que para el 15 de diciembre estaría totalmente concluida la obra.
Total que llegó diciembre y sus posadas, y el Vivebús no daba color. La nueva fecha de entrada en operaciones que dio Garfio, fue la del 31 de enero de 2013; esto, considerando que -según él-, el avance era del 92%.
Para los que logramos sobrevivir al 2012, en febrero supimos que según los reportes del mismo Javier Garfio, el avance era del 93% y procedió a justificar -como es costumbre- el por qué del atraso. La nueva fecha de arranque quedó para marzo.
Llegó marzo, y el ViveBús seguía retrasado. Garfio dio nueva fecha para agosto y anunció el inicio de una campaña informativa sobre el funcionamiento y bondades del sistema de transporte (campaña que dejó más dudas que respuestas).
Para el mes de mayo, ni cómo preguntarle a Garfio sobre los avances. Garfio no estaba, Garfio se fue (de candidato a la alcaldía de Chihuahua).
Pasaron las campañas, luego las elecciones, y el ViveBús seguía sin dar color. Luego, se supo que STP sería inaugurado el 24 de agosto.
Un día antes de la inauguración, choferes de camiones urbanos protestaban -frente al Palacio de Gobierno- por la desinformación del modo en que el STP operaría, además de exigir la liquidación dado que algunos de ellos quedarían desempleados, o no deseaban trabajar con otro patrón. Esta protesta, fue reprimida a través del uso y abuso de la fuerza pública del estado.
El 24 de agosto, César Duarte finalmente inauguró el “flamante” ViveBús; sin embargo, durante la primera semana de operaciones del ViveBús, cientos de ciudadanos protestaron por el mal servicio del STP.
Desde ese entonces, las quejas, los accidentes, las fallas y la opacidad en el manejo de recursos en torno al STP “ViveBús”, fueron noticia casi a diario; claro que todo aquel que se atreviera a señalar dichas situaciones, oficialmente era declarado “desestabilizador” del Estado.
Finalmente, y a tan solo 9 meses de que iniciara a operar el ViveBús, éste ha sido declarado en quiebra por un déficit de -por lo menos- 100 millones de pesos, por lo que a César Duarte anunció que se creará una paraestatal que tome el “control” del STP.
En esta ocasión, renuncio a mi derecho de opinar. Solo diré que hasta aquí llega el resumen de la historia de un “plan” mal planeado, y de un “proyecto” mal proyectado. Ahí están los hechos, cada quien saque sus propias conclusiones.
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
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