Por Jesús C. Aguirre Maldonado (Texto y Fotos)—
CD. MEOQUI, Chih.- Gonzalo Torres, presente en la parroquia de San Pablo Apóstol para elevar una oración en honor del padre Indalecio Muro, en su funeral y último adiós y quien apareció en el libro “Dejando huella”, que escribió el padre fallecido, mencionó que él estuvo hospitalizado en el Hospital Central de la ciudad de Chihuahua y estaba muy grave con el hígado deshecho y un riñón y le dijeron los médicos que ya no tenía remedio y un primo que es médico le dijo que solo “un milagro te puede curar, ya que tu hígado no funciona, está deshecho y trabajar sin un riñón y sin el hígado es muy difícil”.
El señor Torres menciona que lo prepararon para la operación, cuando fue a visitarlo el padre Muro y le dijo que no se apurara, que no lo iban a operar. “Nada tienes no te van a operar, me dijo, ya estaba yo preparado, pensando que me fuera bien en la operación y de repente sentí algo así desconocido y vino el médico diciéndome que ya no tenía semblante de enfermo. Me bajaron otra vez, me sacaron estudios y el riñón me estaba trabajando perfectamente”.
Recuerda ese milagro y al padre como un amigo, casi su padre, ya que hicieron muchas cosas juntos y ahora le puede mucho no poder acompañarle pues está en una silla de ruedas (lágrimas).
En una ocasión mencionó que vio llorar al padre porque le quitaron el lugar para los viejitos.
FUE UN PADRE MUY QUERIDO
Por su parte el señor Rafael Torres dijo que el padre Indalecio Muro fue muy querido, ya que duró cerca de 20 años en la parroquia de San Pablo Apóstol de 1975 a 1995, algo así.
Recuerda que cuando llegó el padre Muro, llegó muy humilde y cuando se fue también se fue muy humilde, ya que a él Gonzalo Torres y Lalo Gómez y regalaron un terreno a la gente humilde para que se estableciera “El Peregrino” e hicieron esa construcción para dar servicio a los peregrinos que venían de paso, pero al irse de aquí se hizo Casa Hogar de Ancianos, pero el padre Muro regaló terrenos a la gente humilde, regaló cariño, comprensión, amor a todas las personas que se le arrimaban.
Dijo que le tenía un gran amor al pueblo, a la humildad, y cariño para atender a toda la gente que se le arrimaba, que era gente mucho muy pobre que no tenía nada para comer o algo por el estilo “él mismo se quitaba el bocado y se lo daba”.
Aseguró Rafael Torres que el “nunca había visto a una persona así”, destacando que ayudó a mucha gente que tenían sus casitas e iban a pedirle blocks.
“Ayudó a un templo y se preocupó que en vez de que hubiera una cantina Meoqui tuviera un centro de oración y aquí en Meoqui no hay una persona ni religión, ni creencia que no haya recibido apoyo del padre Indalecio Muro”, dijo Rafa Torres.
“Para mi es un santo, fue un santo porque con él vivimos muchas cosas increíbles”, recordando la última misa que él hizo aquí y él que estaba como sacristán ayudándole al padre cuando llegó una señora que le bendijera un Sagrado Corazón de Jesús y luego llegó una señora de aquí enfrente de la panadería con un crucifijo de palo para bendecir, mencionando el padre muro que iba a traer agua para echarles, solo que la botellita no tenía agua, según le comentó.
El padre respondió que no se preocupara, que ahorita sale y al mover la botellita blanca en su mano, se mojó todo el Sagrado Corazón de Jesús, preguntándose ¿cómo?, no había agua, quien sabe, catalogando ese momento como un milagro o una bendición de Dios.
Recuerda que en ese momento solo estaba él, el padre, las personas a quienes les iba a bendecir y otra persona, mirándose a los ojos unos a otros sin comentar nada.
“Para mi fue una bendición de Dios, por medio de el padre, aquel momento”, dijo el señor Rafael Torres, ya que en la actualidad tiene una enfermedad que no la aguanta y se acercó al féretro, ahora que él está cerca de Dios para que ore por él, ya que cuando come le dan muchas ganas de vomitar y todo lo que come lo está vomitando y tras acercarse al padre no ha vomitado.
jesusaguirre25@hotmail.es
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