Cosas que duelen más que el penal…por Aída María Holguín
La historia nos ha dado grandes lecciones que al parecer nos hemos negado a poner en práctica. Condenados a repetirla, los mexicanos parecemos presa de una suerte de maldición, subyugados por los españoles durante la conquista, oprimidos por la inequidad de grandes latifundistas, pareciera que ni la guerra de independencia, ni el movimiento armado revolucionario lograron eliminar la desgracia que nos persigue y nos condena a permanecer oprimidos.
El factor común fue, ha sido, y al parecer seguirá siendo el interés de quienes nos dominan. La justicia, la democracia y la libertad siguen siendo un sueño difícil de alcanzar.
Luego de que la selección mexicana fuera eliminada del mundial de Brasil 2014, gracias a un “clavado” confeso del holandés Arjen Robben, la frase “¡no era penal!” se volvió favorita entre los mexicanos; es su mayoría, para expresar su frustración.
Tanto es el dolor moral sufrido, que a una semana del falso penal la frase se ha usado hasta para anular el voto en el reciente proceso electoral celebrado en Coahuila.
Aunque hay quienes dicen que aún sin ese tiro penal la selección mexicana hubiera perdido, también hay quienes han encontrado consuelo en que ¡no era penal!
“Haiga sido como haiga sido”, México ya no está en el mundial, y en nuestro país pasan cosas que duelen más que ese penal.
Unos días antes del partido México -Holanda, el Gobierno Federal aprehendió al Dr. José Manuel Mireles, vocero y líder fundador de los grupos de autodefensa en Michoacán, autodefensas que tuvieron que ser instituidas debido a la inseguridad que se vive en aquella entidad, y a la omisión de las autoridades en el cumplimiento de su deber.
Mireles -quien fue consignado por la supuesta portación armas de uso exclusivo del Ejército y de delitos contra la salud-, se ha distinguido por ser un fuerte crítico del gobierno de Peña Nieto y del de Fausto Vallejo. Este último, renunció al cargo como gobernador de Michoacán por motivos de salud; sin embargo, la causa probable (verdadera) es que días antes de su renuncia se hizo público un video en el que se observa a su hijo (Rodrigo Vallejo) en una reunión con Servando Gómez “La Tuta”, líder del cártel de Los caballeros templarios.
Y mientras que “La Tuta” sigue gozando de la libertad, Dr. Mireles está en el penal por presuntos motivos políticos. A decir de su abogada, las armas y las drogas le fueron “sembradas”. A eso, súmele usted la denuncia hecha por el propio Mireles (antes de su declaración preparatoria) de que le restringieron los alimentos y sus medicinas. Eso, duele más que el penal.
Por otro lado, con el 7mo. gasolinazo del año y la aprobación (por parte del Senado de la República) de las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones y radiodifusión (Ley Telecom), concluyó la primera semana del mes de julio. Dos asaltos en despoblado con los que iniciamos el segundo semestre del 2014. Esas, también son cosas que duelen más que el penal.
Parece ser que a los mexicanos se nos olvida que durante su campaña a la presidencia, Enrique Peña Nieto prometió que los gasolinazos desaparecerían; cosa contraria a lo que ha sucedido, porque en lo que va de su mandato la gasolina magna ha aumentado $2.14, la premium $2.28, y el diesel $2.31. Eso, duele más que el penal.
Al hablar de la Ley Telecom, es importante saber que nació como consecuencia de una violación. Una violación al Reglamento del Senado perpetrada por la senadora por Chihuahua, Graciela Ortiz González, y por el senador poblano Javier Lozano Alarcón; acto violatorio que fue consumado, en primera instancia, por 25 senadores (de 30); y en segunda instancia, por 80 (de 117).
Con la aprobación de la Ley Telecom, 80 legisladores demostraron que los intereses que representan no son los del pueblo, sino los particulares y los grupales; esto, debido a que hicieron caso omiso de miles de voces y de cientos de organizaciones no gubernamentales que constantemente les hicieron saber que dicha ley violaría lo establecido en la Constitución Mexicana y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ni las observaciones y peticiones de los mexicanos, ni las hechas por organizaciones internacionales como Amnistía internacional, Artículo 19, la relatoría especial de la ONU para la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de Opinión y Expresión o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), fueron consideradas seriamente en la ley. Eso, también duele más que el penal.
La importancia de la Ley Telecom, no es menor porque es transversal a todo lo que ocurre en nuestro país; principalmente, para la generación de la opinión pública; elemento fundamental en una nación que se dice democrática.
Ciertamente, la ley aprobada contiene algunos beneficios mínimos para los mexicanos; sin embargo, por cada beneficio hay al menos otro perjuicio y/o limitante mayor. Dicho en otras palabras, la ley beneficia en gran medida a los mismos de siempre, y muy poco a los mexicanos de a pie; y eso, duele más que el penal.
En esta ocasión, concluyo con lo dicho alguna vez por el escritor, periodista y corresponsal de guerra sueco, Stieg Larsson: “El dolor es el sistema de alarma que advierte que algo está mal.”
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
La historia nos ha dado grandes lecciones que al parecer nos hemos negado a poner en práctica. Condenados a repetirla, los mexicanos parecemos presa de una suerte de maldición, subyugados por los españoles durante la conquista, oprimidos por la inequidad de grandes latifundistas, pareciera que ni la guerra de independencia, ni el movimiento armado revolucionario lograron eliminar la desgracia que nos persigue y nos condena a permanecer oprimidos.
El factor común fue, ha sido, y al parecer seguirá siendo el interés de quienes nos dominan. La justicia, la democracia y la libertad siguen siendo un sueño difícil de alcanzar.
Luego de que la selección mexicana fuera eliminada del mundial de Brasil 2014, gracias a un “clavado” confeso del holandés Arjen Robben, la frase “¡no era penal!” se volvió favorita entre los mexicanos; es su mayoría, para expresar su frustración.
Tanto es el dolor moral sufrido, que a una semana del falso penal la frase se ha usado hasta para anular el voto en el reciente proceso electoral celebrado en Coahuila.
Aunque hay quienes dicen que aún sin ese tiro penal la selección mexicana hubiera perdido, también hay quienes han encontrado consuelo en que ¡no era penal!
“Haiga sido como haiga sido”, México ya no está en el mundial, y en nuestro país pasan cosas que duelen más que ese penal.
Unos días antes del partido México -Holanda, el Gobierno Federal aprehendió al Dr. José Manuel Mireles, vocero y líder fundador de los grupos de autodefensa en Michoacán, autodefensas que tuvieron que ser instituidas debido a la inseguridad que se vive en aquella entidad, y a la omisión de las autoridades en el cumplimiento de su deber.
Mireles -quien fue consignado por la supuesta portación armas de uso exclusivo del Ejército y de delitos contra la salud-, se ha distinguido por ser un fuerte crítico del gobierno de Peña Nieto y del de Fausto Vallejo. Este último, renunció al cargo como gobernador de Michoacán por motivos de salud; sin embargo, la causa probable (verdadera) es que días antes de su renuncia se hizo público un video en el que se observa a su hijo (Rodrigo Vallejo) en una reunión con Servando Gómez “La Tuta”, líder del cártel de Los caballeros templarios.
Y mientras que “La Tuta” sigue gozando de la libertad, Dr. Mireles está en el penal por presuntos motivos políticos. A decir de su abogada, las armas y las drogas le fueron “sembradas”. A eso, súmele usted la denuncia hecha por el propio Mireles (antes de su declaración preparatoria) de que le restringieron los alimentos y sus medicinas. Eso, duele más que el penal.
Por otro lado, con el 7mo. gasolinazo del año y la aprobación (por parte del Senado de la República) de las leyes secundarias en materia de telecomunicaciones y radiodifusión (Ley Telecom), concluyó la primera semana del mes de julio. Dos asaltos en despoblado con los que iniciamos el segundo semestre del 2014. Esas, también son cosas que duelen más que el penal.
Parece ser que a los mexicanos se nos olvida que durante su campaña a la presidencia, Enrique Peña Nieto prometió que los gasolinazos desaparecerían; cosa contraria a lo que ha sucedido, porque en lo que va de su mandato la gasolina magna ha aumentado $2.14, la premium $2.28, y el diesel $2.31. Eso, duele más que el penal.
Al hablar de la Ley Telecom, es importante saber que nació como consecuencia de una violación. Una violación al Reglamento del Senado perpetrada por la senadora por Chihuahua, Graciela Ortiz González, y por el senador poblano Javier Lozano Alarcón; acto violatorio que fue consumado, en primera instancia, por 25 senadores (de 30); y en segunda instancia, por 80 (de 117).
Con la aprobación de la Ley Telecom, 80 legisladores demostraron que los intereses que representan no son los del pueblo, sino los particulares y los grupales; esto, debido a que hicieron caso omiso de miles de voces y de cientos de organizaciones no gubernamentales que constantemente les hicieron saber que dicha ley violaría lo establecido en la Constitución Mexicana y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Ni las observaciones y peticiones de los mexicanos, ni las hechas por organizaciones internacionales como Amnistía internacional, Artículo 19, la relatoría especial de la ONU para la Promoción y Protección del Derecho a la Libertad de Opinión y Expresión o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), fueron consideradas seriamente en la ley. Eso, también duele más que el penal.
La importancia de la Ley Telecom, no es menor porque es transversal a todo lo que ocurre en nuestro país; principalmente, para la generación de la opinión pública; elemento fundamental en una nación que se dice democrática.
Ciertamente, la ley aprobada contiene algunos beneficios mínimos para los mexicanos; sin embargo, por cada beneficio hay al menos otro perjuicio y/o limitante mayor. Dicho en otras palabras, la ley beneficia en gran medida a los mismos de siempre, y muy poco a los mexicanos de a pie; y eso, duele más que el penal.
En esta ocasión, concluyo con lo dicho alguna vez por el escritor, periodista y corresponsal de guerra sueco, Stieg Larsson: “El dolor es el sistema de alarma que advierte que algo está mal.”
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
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