¡Sálvese quien pueda!…por Aída María Holguín
Dice un viejo refrán que si piensas mal, acertarás. El tema que hoy analizo nos da material de sobra para pensar mal, solo que por la naturaleza del asunto -y por tratarse de recursos públicos-, quisiera no acertar.
Con la llegada de las lluvias, también llegó el grito de ¡sálvese quien pueda! (que más bien parece el eslogan de las instancias de protección civil). No se trata únicamente de la salvación de nuestras vidas (cosa que desgraciadamente no lograron tres jóvenes de ciudad Cuauhtémoc) sino también de salvar el patrimonio (propio y público).
Como ya lo había señalado anteriormente, en Chihuahua nunca llueve pero cuando llueve nos inundamos, pero es obvio que eso no le queda claro a nuestras flamantes autoridades.
Podríamos concederle el beneficio de la duda -por ignorancia de sucesos similares del pasado- a las actuales autoridades, pero el año pasado “Ingrid y Manuel” se encargaron de recordarnos lo que sucede en Chihuahua cuando las tormentas llegan.
Instalándose en la comodidad de la calma (y la amnesia ciudadana) que llega después de la tormenta, incumplen con sus responsabilidades y los chihuahuenses seguimos pagando -de una u otra forma- por ello; sin embargo, las últimas administraciones municipales -y por supuesto la estatal-, continúan privilegiado -en forma por demás sospechosa- la construcción de múltiples obras y además mal construidas. ¿Será acaso que los destinatarios de las mismas tienen nombre y apellido por anticipado?
Para disipar la duda, bastaría con analizar lo que pasa con túnel de la Ave. La Cantera y Periférico de la Juventud -que costo decenas de millones de pesos-. Esta obra, a decir de Marco Adán Quezada y César Duarte (en el evento de inauguración) estaba garantizada por más 50 años; sin embargo, apenas han pasado dos años y ya van cuatro veces que se inunda; lo cual, es indicativo de que -hasta el momento- solo podemos asegurar que la única garantía que se tiene es de que se inunde.
Como era de esperarse las autoridades culpan de todo a los ciudadanos por tirar basura y escombro en la vía pública que luego son arrastrados por la corriente y obstruyen las coladeras del drenaje pluvial.
Si bien es cierto que aún estamos muy lejanos de que la totalidad de los ciudadanos adoptemos una cultura de no tirar basura en las calles; también es cierto que -desde que el túnel estaba en construcción- el titular de Obras Públicas Municipales, Carlos Vázquez Cano, aseguró que dicha obra no sufriría de afectación alguna por las lluvias, ya que -por la seguridad de los automovilistas- el “maravilloso” sistema de drenaje instalado no permitiría que el agua se quedara estancada.
Total que pretextos van y pretextos vienen, pero la realidad es que la falta de planeación y el evidente desconocimiento de que el “arroyo de los perros” (actual Ave. la Cantera), era uno de los arroyos más caudalosos de la capital del estado, y en el que varias personas (asentadas irregularmente) fallecieron en aquel inolvidable “sábado negro” de 1990.
Por otro lado, las inundaciones en ciertos (casi siempre los mismos) sectores de la ciudad; no son hechos aislados y han causado cientos de millones de pesos en pérdidas materiales que invariablemente los chihuahuenses tenemos que pagar (directamente o a través de los impuestos), sin que hasta la fecha haya funcionarios sancionados por las evidentes negligencias en el “cumplimiento” de su deber.
La falta de acciones reales para inhibir los asentamientos humanos en zonas de riesgo, el otorgamiento de permisos de construcción sin verificar el cumplimiento de la normatividad, la contratación de empresas constructoras como pago de deudas políticas, la utilización de materiales de pésima calidad y la falta de protocolos adecuados en materia de protección civil son una peligrosa mezcla que deja en grave vulnerabilidad a los ciudadanos.
Al ex alcalde Marco A. Quezada se le sigue haciendo fácil evadir las responsabilidades de todo lo que pasó y sigue pasando a causa de su desastrosa administración (Dios nos libre de que llegue ser Gobernador), y al parecer Javier Garfio va por el mismo camino. Tal vez este último piensa que ya se nos olvidó que él sí es ingeniero (al menos de título) y que además era Secretario de Obras Públicas del Estado cuando muchas de las obras de Marco Adán Quezada fueron proyectadas y/o ejecutadas.
Si sumamos obras mal planeadas con lo impredecible que es la madre naturaleza, el estado de indefensión en el que quedamos los ciudadanos es de suma gravedad; peor cuando los fenómenos naturales llegan en viernes por la tarde porque no hay autoridad alguna que actúe en el momento adecuado ni en el lugar preciso.
Finalizo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el escritor y filósofo griego Nikos Kazantzakis: “en este momento, no hay otra salvación. Debemos movilizar todos nuestros recursos para combatir la mentira, el odio, la pobreza y la injusticia.”
Aída María Holguín Baeza
Correo: laecita@gmail.com
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