Un día con el SAT…por Aída María Holguín
A punto de empezar a escribir mi artículo semanal, cuando recibí la noticia de que una factura que había enviado -vía correo electrónico- el día anterior, no sería pagada porque carecía de algunos datos fiscales; específicamente los del emisor y los del receptor.
Ciertamente así era; sin embargo, el comprobante fiscal había sido elaborado usando el sistema del Servicio de Administración Tributaria (SAT) denominado “Mis cuentas”, sección “Factura Fácil”.
Aún y cuando el portal del SAT señala claramente que “estos comprobantes incluyen el sello digital del SAT y son válidos para deducir y acreditar fiscalmente”, resulta extraño que al generarse el comprobante no aparezcan ni siquiera los datos del emisor; en este caso los de una servidora.
Considerando que el SAT tiene diversas bases de datos con la información de todos y cada uno de los contribuyentes, y que los recursos -de toda índole- con los que cuenta esa institución no son pocos; lo menos que podríamos esperar es que al momento de elaborar la factura electrónica (en su sistema) aparecieran de manera automática los datos básicos que debe contener todo comprobante fiscal (o ya mínimo deberían permitir que los usuarios los tecleáramos).
Más allá de que eso no sucede, está el hecho de que el portal del SAT carece de mucha información necesaria para que los contribuyentes realicen sus trámites de manera sencilla y/o asesorada; por el contrario, pareciera que la “Misión” del SAT es la de “complicarle lo más posible la vida al contribuyente de a pie; esto, mediante el desarrollo de plataformas informáticas que le impidan acceder fácilmente a las aplicaciones, información completa y/o documentación imprescindible para poder dar cumplimiento -en tiempo y forma- a sus obligaciones fiscales.”
Cierto es que el SAT ofrece asesoría personalizada; sin embargo, ésta tiene que ser de “cuerpo presente”; lo cual, representa un dilema puesto que con los horarios de atención de dicha institución (más el tiempo que requiere la capacitación o hacer algún trámite) el contribuyente (que no puede –o no le conviene- pagar los servicios de un contador) tiene que dedicar prácticamente un día entero al SAT; y por lo tanto, perder el -poco o mucho- ingreso del día.
Otro de los muchos problemas con los que me encontré al hacer uso del portal del SAT (en el que están “disponibles” una cantidad importante de trámites en línea), carece de enlaces fáciles de localizar, por lo que fue necesario buscar por otros medios (como google) información para tratar de solucionar el problema al que me enfrentaba; peor resultó mi desesperación cuando encontré enlaces del SAT cuya “información” ni siquiera estaba disponible.
Sin duda alguna, no soy la primera –ni seré la última- en sufrir a causa de las grandes, graves y notorias deficiencias que presenta el portal institucional del SAT; esto lo aseguro porque incluso el portal “eldeforma.com” (diario de corte satírico) ya había evidenciado (de manera sarcástica) la problemática a través de la nota titulada “SAT entra en pánico, hacker logra utilizar su sitio web”.
El caso es que ni el sarcasmo de “El Deforma”, ni los señalamientos que de manera seria se han hecho al respecto, ni la razón de ser del SAT (recaudar -en tiempo y forma- lo más que se pueda), ni tratar de darle una poquita de buena imagen al actual Gobierno Federal han sido motivos suficientes para que el Sistema de Administración Tributaria haga esfuerzo para corregir las enormes fallas que existen para realizar trámites en línea.
Total que después de sufrir la amarga experiencia de perder medio día tratando de encontrar -sin éxito- información oficial (del SAT) relacionada con el problema que tenía, no me quedó más remedio que registrarme en otro sistema de facturación que sí permite incluir los datos del emisor y del receptor; y aunque también es gratuito, el mal “sabor de boca” no se me quita porque de todas formas me quedaré sin los ingresos de la quincena (y los acreedores no esperan).
En fin, gracias a la pérdida de tiempo que me ocasionó el SAT no me fue posible desarrollar -como se debe- el tema que había elegido para mi artículo -y tuve que descartarlo-; pero al menos (tomándolo por el lado amable) obtuve material para desarrollar otro (el que está usted leyendo).
Concluyo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el filósofo y economista estadounidense, Thomas Sowell: “No importa cuánto hablen los políticos de solidaridad, jamás la tienen para con los contribuyentes.”
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com
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