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Hablando de verdades históricas…por Aída María Holguín

La semana pasada, en una extensa conferencia de prensa, el Procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, anunció el final de las investigaciones por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
En resumen, Murillo Karam dio el “carpetazo” oficial al declarar oficialmente muertos a los estudiantes, y diciendo que la “verdad histórica” -de lo que según la PGR sucedió- respaldaba sus dichos.
De acuerdo a la “verdad histórica” contada por Karam, los estudiantes fueron privados de la libertad, privados de la vida, incinerados y arrojados al río (todo a manos del grupo criminal “Guerreros Unidos”); dicho esto, el procurador dejó claro que para la PGR el caso ya está cerrado; es decir, le dio “carpetazo” a tan grave e inadmisible hecho.
Sin duda alguna, es verdad que los estudiantes de Ayotzinapa fueron privados de la libertad, pero -literalmente- ¡ya lo sabe todo el mundo!; sin embargo, las versiones de la PGR dejan mucho que desear y así lo han expresado especialistas en la materia y organizaciones internacionales como lo son la Human Rights Watch (HRW), Amnistía Internacional (AI) y la Oficina de Washington para Latinoamérica (WOLA).
Aunque para la PGR la verdad histórica del caso Ayotzinapa tiene un respaldo oficial y legal que puso el punto final a las investigaciones; la verdad histórica –para los mexicanos- es que lo dicho por Karam no es otra cosa más que reiterar la “cordial” invitación del presidente Enrique Peña Nieto a superar esta etapa y dar un paso hacia adelante.
Ciertamente sí hay algunas verdades históricas en todo esto, pero entre ellas no se encuentra la de la PGR; la verdad histórica es que en México se le da carpetazo a los hechos insuperables; lo cual, más que avanzar, representa dar un paso hacia atrás en la impartición de justicia y en el cumplimiento del deber que como servidores públicos se deben asumir.
Otra verdad histórica es que es la impunidad sigue imperando en nuestro país y así seguirá siendo mientras tengamos presidentes que llamen a superar lo insuperable, o mientras tengamos procuradores que lo único que procuran es quedar bien con el jefe.
Y es que si de verdades históricas hablamos, basta con recordar nuevamente hechos (similares a los de Ayotzinapa) como los de Chilpancingo, Gro. (1960), Acapulco, Gro. (1967), Tlatelolco (1968), el “Jueves de Corpus” (1971), Atotonilco de Tula, Hgo. (1985), Aguas Blancas, Gro. (1995), Acteal, Chis. (1997), el Charco, Gro. (1998), Atenco, Méx. (2006)  y Tlatlaya, Mex. (2014).
Probablemente esos hechos sí fueron olvidados o superados por muchos, y es por eso es que han seguido repitiéndose en diferentes momentos y lugares; sin embargo, eso ya no puede suceder aunque sea la invitación a superarlo venga del presidente, por más verdades históricas oficialistas que nos cuenten.
Ayotzinapa no debe olvidar para que hechos como los que sucedieron ahí no vuelva a repetirse en ningún otro lugar, en ningún otro momento, ni de ninguna otra manera.  La verdad histórica de México nos dice que no es momento de superar las negligencias cometidas por las autoridades, y mucho menos de superar las deficiencias que existen en el sistema de impartición de la justicia.
Finalizo en esta ocasión con lo dicho alguna vez por el estadista, abogado y político alemán, Konrad Adenauer: “La historia es la suma total de todas aquellas cosas que hubieran podido evitarse.”
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com

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