La inteligencia de la ASF…por Aída María Holguín
La semana pasada recibimos sorprendentes noticias; de esas que ya no estamos acostumbrados a recibir: una dependencia gubernamental que cumple cabalmente con su trabajo.
Así es, la Auditoría Superior de la Federación (ASF), en cumplimiento de su deber, dio a conocer una serie de observaciones a la cuenta pública del ejercicio fiscal 2013, mismas en las que evidencian diversos actos de presunta corrupción en el ejercicio y manejo de miles de millones de pesos correspondientes a recursos públicos federales.
Entre estas observaciones –que representan un riesgo para el sector público, destacan –entre otros- el presunto desvío de recursos públicos e irregularidades financieras por parte de los sectores educativo, agropecuario y agrario; la condonación (improcedente) -por parte del sistema de Administración Tributaria (SAT)- de multas y recargos millonarios a empresas comerciales, inmobiliarias y financieras (Sabritas, Gamesa, ProLogis y Scotiabank); y un fraude masivo -y millonario- en el marco de la Cruzada Nacional contra el Hambre operado por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL).
A diferencia de otras ocasiones, en las que el gobierno federal presume por todos los medios y formas posibles el hecho de que gracias a los operativos “de inteligencia” se avanza en el combate a la delincuencia en México, en esta ocasión no organizaron evento con “bombo y platillo” como los que suelen organizar para anunciar los “logros” (propios y ajenos).
En el mensaje que el Auditor Superior de la Federación, Juan Manuel Portal Martínez, emitió con motivo de la entrega del Informe del Resultado de la Fiscalización Superior de la Cuenta Pública 2013, destaca trece áreas de riesgo de mayor impacto y representatividad en el sector público, mismas que evidencian las irregularidades y opacidad en el ejercicio de los recursos; además de dejar claro que los ciudadanos desconfían de las acciones gubernamentales.
No cabe duda de que el trabajo realizado por la ASF es el resultado de un arduo y minucioso operativo de inteligencia en materia de fiscalización; sin embargo, queda la duda de que este trabajo de inteligencia sea institucional o a título propio; es decir, que sea un asunto que de manera personal atrajo y atendió el Auditor Superior.
“Haiga sido como haga sido”, lo hecho por la ASF resulta esperanzador en estos tiempos en los que los ciudadanos desconfían -con toda la razón- de las instituciones gubernamentales; y es que actualmente no es común encontrarse con una dependencia que cumpla con sus encomiendas; en este caso, el de ser una institución que fiscalice de manera objetiva e imparcial que el ejercicio de los recursos públicos federales sea lícito.
Aunque por el momento es motivo de celebración que la ASF y su titular hayan tenido la suficiente inteligencia y voluntad para cumplir con sus responsabilidades y funciones, aún queda pendiente la celebración total, que ansiosamente esperaremos para el día en que las instancias correspondientes actúen en consecuencia por los hallazgos y observaciones que se detallan en las 232 páginas que componen el Informe General de la Cuenta Pública 2013.
No basta pues con que una institución -de manera aislada- haga bien su trabajo, se necesita que el resto de las instituciones (de cualquier orden o nivel de gobierno) hagan lo mismo (y que además no se quieran pasar de listos), para que contrario a lo dicho por la ASF, sí se vea que hay intención y acciones reales para ponerle un freno a la corrupción.
En esta ocasión, concluyo con lo dicho alguna vez por el militar estadounidense -de origen puertorriqueño- Luis R. Esteves: “El inteligente, para el bien de todos, tiene la obligación moral de vigilar al listo; lo digo porque éste suele tender a robar o mentir sin la permanente vigilancia o auditoria del primero.”
Aída María Holguín Baeza
Correo electrónico: laecita@gmail.com
Artículos anteriores: laecita.wordpress.com
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