Ciudad de México.- En 2009, Heriberto Yépez ganó el Premio de Ensayo Literario Malcolm Lowry por un libro que no se ha publicado. En 2011, César Silva obtuvo el de Cuento San Luis Potosí por un título que nadie ha leído. Y en 2013 Cecilia Magaña el Juan Rulfo por una novela que sólo el jurado y uno que otro editor conocen.
Son sólo 3 ejemplos de los 10 premios para obras inéditas que año con año entrega el INBA.
En cada caso, se garantizan los estímulos económicos, pero se olvidan de los libros, pues ninguna de las convocatorias actualmente se compromete a publicar las obras.
“Desde la convocatoria estaba claro, pero uno piensa que habrá facilidades (para publicar) al ganar el premio”, dice Magaña, sobre Principio de incertidumbre. “Pero en el camino me he topado con gente que me recomendó que no dijera que tenía el Premio Bellas Artes”, añade.
Los entrevistados barajan respuestas: quizá las editoriales consideran que las obras premiadas son demasiado serias, o que no entran en su línea editorial. Pero de una u otra manera todos aceptan eso que Daniel Salinas Basave, Premio Malcolm Lowry 2014, define así: “El Gobierno paga miles de pesos de recursos públicos por libros que solo leen tres jueces. Digo, bienvenido el premio económico, ¿pero cuál es el sentido de premiar libros que permanecerán inéditos?”.
“Sería ideal que la obra fuera publicada por las instituciones convocantes”, añade Ernesto Lumbreras, quien por fin este año publicará Oro líquido en cuenco de obsidiana, ganador hace tres años del mismo premio que Salinas Basave.
Magaña reconoce que a veces es porque “uno se empecina en querer publicar en editoriales más ‘comerciales'”, mientras que Esteban Hinojosa, ganador del Premio de Cuento Infantil Juan de la Cabada 2013, por Margarita Rosa, considera que está bien recibir un cheque y seguir siendo el único dueño de los derechos.
Pero, ¿cuál es la finalidad de premiar un libro cuya publicación no está garantizada?
El INBA ofreció responder a la pregunta si se le enviaba por escrito, pero a más de una semana no hay respuesta.
César Silva, ganador del San Luis Potosí de Cuento 2011, tampoco publicado, lo pone así: “Imagínate que en una editorial hay 20 libros antes que el tuyo, y entonces ganas un premio y a tu libro lo empujan hasta mero arriba, pero eso no es garantía de que les interese”.
No todos los premiados se quedan sin publicar. Los de Poesía Aguascalientes los edita el FCE, y recientemente Ficticia da cabida al de Testimonio Carlos Montemayor y al San Luis Potosí.
“Creo que sería bueno que el INBA garantizara la publicación. Quizá se podrían hacer coediciones con editoriales independientes y utilizar sus redes de distribución”, opina Marcial Fernández, editor de Ficticia.
Por su parte, José Miguel Tomasena, Premio San Luis Potosí 2013, también sin publicar, aconseja al INBA aprovechar el esquema de distribución que tiene la DGP del Conaculta, a través de Educal.
Ganar alguno de los premios Bellas Artes garantiza un cheque, pero Yépez lo advierte: “Como escritor, pienso que el verdadero premio es ver tu libro en manos de lectores”.
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